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Las sesiones, Philip Roth, la polio y Dios

Paula Corroto/DK

Hay una peliculita, que debería considerarse peliculón, que no está teniendo demasiado eco, ni en medios, ni en premios. Se trata de Las sesiones, de Ben Lewin, protagonizada por unos inmensos John Hawkes y Helen Hunt. Está basada en un artículo real de Mark O’Brien, enfermo de polio, tetrapléjico y condenado a vivir con un pulmón de acero, en el que cuenta cómo a finales de los ochenta, a sus 38 años de edad, decidió dejar de ser virgen de una vez y para ello contrató a una asistente sexual que le iniciara en los procelosos caminos del coito.

La cinta, que aún permanece en los cines, tiene, además de su carga sexual, una imperiosa carga religiosa. Porque O’Brien era un enorme creyente católico y acudía casi diariamente a la iglesia. Su razón era básica: “A alguien tendré que echar la culpa de todo esto”, dice (también en el filme). Este aspecto entronca con la última novela publicada de Philip Roth, Némesis (2011) en la que refleja cómo se contagia de polio casi toda la población infantil de un pequeño pueblo estadounidense en los años cincuenta. Sin embargo, Roth, al contrario que O’Brien, sí carga contra la religión. Las enormes dudas que tiene el protagonista, un cuidador de campamento que maldice al dios cruel por la brutalidad de la enfermedad, se balancean entre esa culpabilidad externa, ajena, y las palabras del narrador del libro: “Toda biogafía está sujeta al azar, y empezando por la misma idea, el azar —la tiranía de la contingencia— lo es todo. Creo que el señor Cantor se refería al azar cuando censuraba aquello que él llamaba Dios”. ¿La culpa? Muchas veces no es de nadie y no se puede hacer nada.

En la película Las sesiones, por la cual mientras que una espectacular Helen Hunt (esplendorosa en su desnudez) sí ha sido nominada al Oscar a mejor actriz de reparto y John Hawkes (a quien jamás se le ve desnudo) ha quedado fuera de las nominaciones, se abunda en este grave aspecto moral. Y quizá por eso sea más una historia religiosa que sexual. De lo mejorcito de la cartelera.

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