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En el Comité español de ACNUR recaudamos fondos para atender las necesidades de las personas refugiadas y desplazadas más vulnerables, apoyando los programas de ayuda humanitaria de ACNUR (nutrición, atención médica, agua potable y saneamiento, educación, refugio e infraestructuras básicas, asistencia legal y protección internacional).

En la actualidad, 34,4 millones de personas reciben la asistencia de ACNUR en más de 120 países. www.eacnur.org

“Siria, la palabra del exilio”

Beatriz Revilla

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En el Comité español de ACNUR recaudamos fondos para atender las necesidades de las personas refugiadas y desplazadas más vulnerables, apoyando los programas de ayuda humanitaria de ACNUR (nutrición, atención médica, agua potable y saneamiento, educación, refugio e infraestructuras básicas, asistencia legal y protección internacional).

En la actualidad, 34,4 millones de personas reciben la asistencia de ACNUR en más de 120 países. www.eacnur.org

El conflicto sirio acaba de entrar en su quinto año y ya son más de 12 millones de personas las que se han visto obligadas a huir de sus casas, dejando todo cuanto querían atrás. David González, a través de sus fotografías, da voz a estas personas, gente que jamás imaginó que su vida daría un giro de 306 grados. Nafla Muhammad Alabood, de 21 años, vivió en el campamento de refugiados de Zaatari, en Jordania, y es una de las protagonistas de “Siria, la palabra del exilio”. Nafla compatió su historia con David: “Puedo empezar por mi pasado de color de rosa, en el que viví los días más bonitos de mi vida, aquel pasado fantástico. O quizás puedo empezar por el presente amargo como la hiel, el presente agotador, que me hace sentir como una persona de cuarenta años. O mejor hablar de mi futuro desconocido; pero tengo miedo sólo de pronunciar la palabra futuro, temo que este futuro sólo lleve más miseria a este presente”.

“Esta guerra, que ha destruido mi vida y mis sueños, que lo ha destruido todo... Como un tsunami, ha borrado todo rastro de vida del pasado en este sitio. Echo de menos el pasado”, apunta Nafla. Esta joven aún recuerda bien lo duro que fue dejar su país: “Todos estábamos muy tristes y no parábamos de llorar, dejar nuestra patria nos rompía el corazón. Subimos al coche con los corazones llenos de tristeza, y nos despedimos con los ojos llorosos y los corazones rotos por el hecho de tener que marchar a otro país, lejos de Siria...”

Al igual que Nafla, millones de sirios se han tenido que refugiar en otros países o esconderse dentro del suyo, viéndose obligados a olvidar sus sueños, a perder su pasado, a sus seres queridos y a no saber qué será de su futuro, ni siquiera si habrá un futuro.