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Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

Cuatro retos para AMLO y un nuevo México

Partidarios de López Obrador celebran su victoria // AP Photo/Emilio Espejel

Ana Gómez Pérez-Nievas

Periodista en Amnistía Internacional España —
  • Andrés Manuel López Obrador, (AMLO, como le conocen en México, donde adoran las siglas y los acrónimos), arrasó el pasado uno de julio en las elecciones presidenciales mexicanas. Su partido, Morena, logró más de 30 millones de votos, es decir, más del 53% del total. Acabar con la corrupción y la violencia, así como con la pobreza que afecta a más del 40% de la población, han sido sus principales promesas, pero desde Amnistía Internacional le ponemos más “deberes”: los derechos humanos deben tomar también el Zócalo.

1. El drama de la migración

Miles de personas cruzan el denominado Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) para huir de la violencia y la persecución en sus países de origen. Aunque el foco mediático está al otro lado de la frontera, con la infame política de separación de familias de la administración Trump, la práctica de devolución de personas que lleva a cabo México es igualmente cruel.

Es cierto que las autoridades estadounidenses deben poner fin tanto a la separación como a la detención de familias cuando llegan a la frontera de Estados Unidos y México para solicitar asilo. Pero México, por su parte, también debe llevar a cabo cambios en su política de devolución de personas, sin tener en cuenta los riesgos para su vida y su seguridad cuando regresan y, en muchos casos, sin aportarles la debida información y violando al hacerlo el derecho internacional e interno. Y es que en 2017 México recibió 14.596 solicitudes de asilo, frente a las 1.296 de 2013, un aumento que se produce fundamentalmente por el incremento de la violencia extrema en los países del Triángulo Norte.

“Aquí no nos interesa la vida de ustedes. Aquí hacemos nuestro trabajo que es deportarlos”, cuentan sobre los agentes del Instituto Nacional Migración (INM) algunos de los testimonios recabados por Amnistía Internacional, entre los que se encuentra el caso de Saúl, asesinado tres semanas después de que el INM lo deportara ilegalmente a Honduras.

2. La violencia y las desapariciones forzadas. Nos faltan al menos 37.000 personas

Según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, se desconoce la suerte o el paradero de 37.000 personas en México, aunque la cifra podría ser más alta. El caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, desaparecidos forzosamente la noche del 26 de septiembre de 2014, es, desgraciadamente, es solo un ejemplo de una investigación profundamente defectuosa como las que se llevan a cabo en el país que, más que tratar de encontrar la verdad, lo que parece es que intentan que ésta no salga a la luz. A pesar de la nueva Ley General de Desapariciones Forzadas aprobada en 2017, AMLO tiene un gran reto para acabar con la impunidad que rodea a esta terrible violación de derechos humanos que provoca sufrimiento en miles de familias de los y las desaparecidas y es, fundamentalmente, dotarla de recursos.

A las desapariciones se suma una violencia en el país que el año pasado alcanzó su punto más alto desde el inicio de la anterior legislatura en 2012. AMLO se enfrenta a que en 2017 se produjeran 29.146 homicidios registrados en todo el país. En diciembre pasado el Congreso aprobó la Ley de Seguridad Interior, que permitía la permanencia prolongada de las fuerzas armadas en funciones propias de la policía sin incluir disposiciones efectivas que garantizaran la transparencia, la rendición cuentas ni la supervisión civil. No parece la mejor de legislaciones cuando se sabe que los miembros de las fuerzas armadas han sido responsables de violaciones de derechos humanos, entre ellas la tortura y otros malos tratos, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas.

Claudia Medina, torturada, incluida mediante violencia sexual, por soldados de la marina mexicana y finalmente liberada, lamenta que nadie haya pagado por lo que le sucedió: “No permitiré que ni una sola mujer más sea torturada en México”, aseguraba a Amnistía Internacional. Han pasado más de dos años desde esa frase.

3. La ley del silencio: criminalización de los defensores de derechos humanos y asesinatos de periodistas

Personas defensoras de derechos humanos, como los ambientalistas investigados por delitos de “oposición a la ejecución de obras públicas”, intimidación, violencia y asesinatos de quienes defienden el medio ambiente, como los que tienen lugar en los últimos años en la región montañosa del norte de Puebla: parece que alzar la voz en México es cada vez más una misión imposible. Para los periodistas todavía es más complicado: además de poner sus vidas en riesgo, son sometidos a vigilancia ilegítima con programas informáticos comprados por el gobierno. Según Reporteros Sin Fronteras en 2018 han sido asesinados cuatro periodistas, y un periodista ciudadano, y en 2017 murieron un total de 12. ¿Qué hará AMLO para proteger a quienes levantan la voz contra las injusticias?

4. Los derechos de las mujeres: todo México es Ciudad Juárez

Desde la década de los 90 y sobre todo en los 2.000 Ciudad Juárez puso en el mapa la gravedad de los feminicidios en México. Sin embargo, la violencia contra las mujeres no solo tiene lugar en la ciudad fronteriza: según el Instituto Nacional de Estadística cerca del 66% de las mujeres y niñas mayores de 15 años han experimentado violencia de género por lo menos una vez en la vida. Un total de 2668 de ellas fueron víctimas de homicidio en 2016: se calcula que cada día son asesinadas por sus parejas o ex parejas siete mujeres en México. No son solo cifras, también son personas, e historias.

En abril de 2016 se filtró a la prensa un video que mostraba a policías y militares asfixiando a una mujer con una bolsa de plástico e interrogándola mientras gritaba. Nadie supo qué sucedió cuando se apagó la cámara. El vídeo escandalizó a la sociedad mexicana y provocó una disculpa pública sin precedentes del Secretario de Defensa y el Comisionado Nacional de Seguridad. Sin embargo, la tortura se hace especialmente virulenta contra las mujeres en el país, ya que incluye la tortura sexual, con amenazas de violación contra las mujeres y sus familias, semiasfixia, descargas eléctricas en los genitales, manoseo de los pechos y pellizcos en los pezones, violación con objetos, con los dedos, con armas de fuego y con el pene. López Obrador tiene que acabar con estas prácticas de una vez por todas.

Dicen que a la tercera va la vencida. Dicen que AMLO supo capitalizar el enojo por la corrupción, la pobreza, la desigualdad, la violencia. Dicen que como ya no es un jovenzuelo, su intención no pasa tanto por acumular riquezas y poder, sino por “el juicio de la historia”. Así es como lo ha afirmado él: “Quiero pasar a la historia como un buen presidente. No les voy a fallar”. Estaremos pendientes de que los derechos humanos formen parte de sus memorias.

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Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

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