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2014: Odisea del espacio... doméstico

Una de las pancartas mostradas en la manifestación por el Día de la Mujer / David Noriega

Miguel Lorente

Lo ha dicho Antonia Martos, Secretaria de la Mujer de CCOO-Andalucía, "Nos quieren devolver a la casa, al espacio doméstico"Una frase que refleja la verdadera odisea de la historia de la humanidad, que no ha sido el encuentro con otros mundos ni el descubrimiento de planetas lejanos del universo, sino la conquista inconclusa de la igualdad.

La humanidad ha sido capaz de reducir el planeta y acercar en tiempo lo que la distancia y los mares separan, ha mirado a los ojos de galaxias y estrellas que murieron cuando aún no habíamos nacido, ha expropiado territorio a la muerte acabando con enfermedades y patologías… pero en cambio, no es capaz de tratar igual a personas diferentes por su sexo, su raza, su origen, sus ideas, sus creencias, su orientación sexual… Y todo eso, que podría parecer parte de las tareas pendientes que aún quedan por hacer, es justo lo contrario, es la esencia a la que no quiere renunciar desde que un día decidió organizar la convivencia a través de una estructura jerarquizada levantada sobre las referencias de los hombres y su cultura.

Es la cultura de la desigualdad, una estructura de poder y dominio donde el que está en la posición más alta tiene la ventaja de hacer que la realidad transcurra según sus referencias, y de resolver los conflictos de forma favorable al utilizar instrumentos sólo a su alcance. Y aunque, una vez comprobada la eficacia del modelo basado originariamente en la desigualdad de hombres y mujeres, el tiempo ha traído nuevas desigualdades a partir de cualquier diferencia, la esencia y el elemento que sigue dando sentido y sustentando todo el sistema es la posición de dominio de los hombres sobre las mujeres, de ahí que nada de lo que vemos en la actualidad sea casualidad, sino una consecuencia directa de ese modelo injusto de convivencia.

Si entendemos el modelo es fácil comprender muchas de las manifestaciones que se producen hoy, en 2014, y cómo atacan directamente a las mujeres sobre una doble referencia: se dirigen principalmente contra las mujeres que rompen la idea tradicional de mujer como esposa, madre y ama de casa, y busca mantener o devolver a las mujeres a su universo particular, ese espacio doméstico donde desarrollar sus roles, y donde puedan ser controladas por las paredes del hogar y por las ocupaciones domésticas que las retienen y les restan oportunidades alternativas.

La gran transformación social ha venido liderada por las mujeres al romper con esa asignación rígida de roles y espacios. Un cambio que no cuestiona a hombres particulares ni a determinados trabajos, empresas, sociedades.. sino que supone una reestructuración completa del modelo, y con él la reubicación de los hombres hacia una posición de igualdad. Es por eso que dicha transformación sea vivida como amenaza y ataque por quienes han creado una cultura para beneficiarse con ella.

Los instrumentos contra la igualdad

La realidad de 2014 muestra la reacción de esas posiciones de poder masculinas para conseguir mantener y reforzar su poder, y recuperar parte del que han perdido. Pero, como a diferencia de lo que ocurría años atrás, ya no pueden hacerlo a través de leyes discriminatorias, han sustituido ese elemento formal con el que mantener la desigualdad por un elemento funcional. Ahora se juega con la crítica, el cuestionamiento de las mujeres, la falta de reconocimiento, las etiquetas de la mala reputación… pero también con dos instrumentos muy poderosos: la violencia de género y la economía.

En este mes de marzo de 2014 vemos cómo la violencia de género no cesa y cómo golpea con una intensidad nunca antes vista, con cuatro mujeres y una niña asesinadas en 48 horas. Y a diferencia de años atrás, hoy, junto a las voces de solidaridad y de condena, también se oyen las de un posmachismo cada vez más desatado que habla de denuncias falsas, de la irrealidad de la violencia de género o de la maldad y violencia de las mujeres contra los hombres.

Y en este mes de marzo de 2014, también conocemos los datos del Informe de CCOO-Andalucía que indican que las mujeres cobran un 34’5% menos que los hombres, como si tuvieran que pagar una especie de impuesto por su revolución de trabajar, además de en el hogar, fuera de él. Y no es la única imposición. Junto a la brecha salarial también aparecen otros mecanismos de control que juegan con su situación laboral, como por ejemplo, la mayor temporalidad, la realización de tele-trabajos desde el hogar, y la destrucción de los puestos de trabajo que venían desarrollando las mujeres antes de la crisis… Todo ello hace que sean fundamentalmente las mujeres quienes no busquen trabajo para dedicarse exclusivamente a las tareas domésticas, concretamente un 20’4% de las mujeres están en esa situación frente al 2’4%. Y mientras que ellas son unas “buenas mujeres” en esa situación, los hombres son unos “malos hombres y unos flojos”: ese es el mensaje que manda la cultura para reforzar los valores de la igualdad.

La coherencia del sistema de la desigualdad se aprecia en estas manifestaciones. Todo son problemas para las mujeres a la hora de salir a trabajar, y todos los cambios que se están produciendo con la crisis económica les están abriendo las puertas de sus casas para que vuelvan a ellas. Y allí, en muchos casos, les esperan unos hombres dispuestos a utilizar la violencia para someterlas a sus criterios y decisiones, tal y como refleja la encuesta europea sobre violencia de género, con un 33% de las mujeres de la UE que ha sufrido violencia por parte de sus parejas.

No es ninguna casualidad que las tres grandes reformas que ha realizado el Gobierno del PP hasta ahora sean la laboral, la educativa y su segregación y la del aborto. Las tres facilitan que las mujeres queden en el hogar desarrollando las funciones propias de su identidad (esposa, madre y ama de casa), sin poder decidir en libertad y con autonomía, ni siquiera sobre las cuestiones que les afectan a ellas directamente, y bajo la tutela de un hombre que decida por ellas, tal y como las han educado con su “cásate y se sumisa”.

No lo vamos a permitir, hombres y mujeres estamos en el mismo compromiso de hacer la igualdad tan verdad como la libertad, la justicia o la dignidad. Es nuestra odisea en este 2014.

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