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¿Y si hay un naranjazo?

Juan Marín, Inés Arrimadas y Albert Rivera, en el último mitin en Sevilla.

Lourdes Lucio

Ya están aquí. Después de meses en los que todos los agentes políticos no han parado de dar vueltas a la piedra de afilar, la dueña del chifle electoral, la socialista Susana Díaz, lo ha hecho sonar de manera oficial al estampar este lunes su firma en el decreto de disolución del Parlamento de Andalucía y fijar la fecha de las undécimas elecciones autonómicas para el próximo 2 de diciembre, tres meses antes del final de la legislatura. Es la segunda vez que Díaz toca el silbato antes de tiempo y por la misma razón: garantizar la estabilidad.

La presidenta de la Junta lleva muchas semanas de campaña en actos celebrados en poblaciones pequeñas, es decir, con urnas seguras para el PSOE, negando lo evidente. Incluso ha visitado pueblos que no lo eran hace tan sólo seis días, cuando su Gobierno aprobó crear ocho municipios, pese a la opinión contraria, en algunos casos, del Consejo Consultivo. La propaganda institucional ha sido tan intensa, tan de mundo feliz, que pareciera que en Andalucía no hay problemas, si no, en todo caso, sucesos del tipo “Muere un hombre al caerle una maceta desde un quinto piso”.

Lo mismo ha apoyado el cordero segureño, que las fiestas de moros y cristianos o asistía al día de las sopas perotas (½ kg de pan, 3 tomates maduros, 1 cebolla, 1 pimiento, 1 ajo, hierbabuena, azafrán, pimienta molida, aceite, sal y agua). También, a la presentación de la primera pieza del tren supersónico: “Subiéndonos al futuro con acento andaluz”, escribió Díaz en su cuenta de Twitter, que corre el riesgo de convertirse en un spam.

“Futuro con acento andaluz”

Todos los partidos están ya “subidos al futuro con acento andaluz”, pero sólo Ciudadanos disputa la carrera convencido de que superará con creces los nueve diputados que obtuvo en las elecciones de 2015. Los demás salen a conservar lo que tienen, en plan ¡virgencita, virgencita! 

Algunos creen que Andalucía será de nuevo una especie de laboratorio en el que medir sus fuerzas, con vistas al maratón electoral que se avecina. Aquí votan más de 6,5 millones de personas y el resultado comprobará el oxígeno de esas formaciones presentes también en el Congreso de los Diputados. Pero el laboratorio andaluz puede ser engañoso, porque no se parece a ningún otro: el PSOE lleva gobernando 36 años y medio seguidos desde las primeras elecciones de 1982 y aspira a cumplir 40. Aquí no hay partidos nacionalistas, porque el PSOE andaluz desde hace mucho tiempo ocupa ese espacio. Y aquí jamás ha habido una oposición capaz de convencer a los votantes de apostar por la alternancia política. Ya lo dijo Felipe González hace unos años cuando dio su opinión sobre las victorias sucesivas del PSOE andaluz. No sólo se deben a sus propios méritos, sino también porque “los otros son malos de cojones”. 

El partido lo juegan, en principio, cuatro: PSOE (que tiene 47 escaños), PP (33), Adelante Andalucía (la coalición de Podemos e IU, 20) y Ciudadanos (nueve). El caso del PP es muy extraño porque sale a ganar reconociendo que va a perder. Su candidato apuesta por una singular operación matemática y política: cree que bajará de los 33 escaños actuales, pero confía en sumar hasta la mayoría absoluta (55 de los 109 escaños) con los que les quite Ciudadanos. El estado de ánimo en el PP andaluz es “de pánico”, confiesa un diputado popular, muy escéptico con la apuesta por la resta que suma de su pretendiente a la Junta, Juanma Moreno.

Las encuestas que maneja el PP no vaticinan, ahora mismo, ese deseo de Moreno. Estarían a 2-3 escaños de la mayoría absoluta sumando a los de C’s y los populares seguirían siendo la fuerza de centro derecha más votada, dicen fuentes de este partido.

Estrabismo electoral

Todas las encuestas conocidas aseguran que el PSOE andaluz volverá a ser el más votado, pero ninguna le da mayoría absoluta. Los propios datos que maneja el PSOE dicen que podría repetir escaños (47 de un total de 109), pero con una variable de más menos dos diputados. Lo que más preocupa al PSOE, aunque aparentará que no y enfocará sus cañones al PP, es hasta dónde subirá Ciudadanos. También vigilará la evolución de Adelante Andalucía, lo que le obligará al estrabismo electoral.

En la última encuesta del Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral (Cadpea), la de mayor prestigio de la comunidad, de febrero pasado, Ciudadanos, con el 23,7%, aparecía como el primer partido en intención directa de voto directo, superando al PSOE (18,3%). En la estimación, el PSOE subía a la primera posición al incluir los analistas el recuerdo de voto.

El temor a un naranjazo no lo es tanto porque les supere en el cómputo final de papeletas, como porque el partido de Albert Rivera e Inés Arrimadas quede segundo, porque complicaría de manera extraordinaria la reedición de un nuevo pacto de gobierno, sea cual sea la fórmula escogida. Es muy difícil ser alternativa de Gobierno apoyando al Gobierno. Díaz tendría que mirar a Adelante Andalucía, de Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo, con los que mantiene nula interlocución. “En el Parlamento nos encontraremos”, han dicho ambos respecto al futuro. Adelante Andalucía espera obtener “como mínimo” los mismos diputados que ahora (20).

Margen para la veleidad

Los dirigentes nacionales de C’s le van a hacer la campaña a su aspirante a la Junta, Juan Marín, encantado de ambas compañías, sobre todo, la de Arrimadas, que arrasa allá a dónde va en Andalucía. “Ciudadanos puede hacer mucha pupa al PSOE. Si mañana hay otro lío en Cataluña, Arrimadas y Rivera se dispararán al alza, tanto allí como aquí. Por eso, aunque Susana Díaz se haya agarrado a eso de que quiere una campaña con acento andaluz, tendrá que mirar por el retrovisor catalán”, afirma un politólogo.

A los socialistas andaluces les atemoriza que la apuesta por el diálogo de Pedro Sánchez con los gobernantes catalanes les ponga en un aprieto y afecte a sus expectativas. “Si las elecciones hubieran sido conjuntas con las generales, hubiera tenido que contemporizar, pero al hacerlas separadas tiene un margen de cierta veleidad”, asegura una fuente socialista.

Cualquiera que conozca a Díaz sabe que no se va a dejar a arrebatar fácilmente el ¡viva España! Lo que pase más allá de Despeñaperros ya no es de su negociado, tras su estrepitosa derrota en las primarias socialistas frente a Pedro Sánchez, y de la que aún conserva muchos recuerdos. “¿Le pesa esa derrota?”, le preguntó una periodista. “Estoy feliz”, contestó Díaz con su mejor sonrisa.

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