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El desperdicio alimentario, un problema de todos

19 de abril de 2025 20:54 h

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El desperdicio alimentario es comida desechada por estética o intereses comerciales, porque tiene errores en el etiquetado o defectos en el envasado, o porque el consumidor no ha planificado o no conoce cómo conservar bien los alimentos. El desperdicio alimentario se da en toda la cadena, desde la tierra hasta el hogar, una montaña de 2.500 millones de toneladas al año.

Zanahorias que se enroscan sobre sí mismas, tomates que se dividen en dos y patatas con formas insospechables. Muchas de las frutas y verduras que crecen en los huertos no llegan a pisar nunca los supermercados. De hecho, son desechadas, catalogadas como comida fea y poco atractiva, inadecuada para terminar en nuestros platos. Todo ello, por mucho que su calidad y su sabor sean tan buenos –o incluso mejores– que los de las demás.

A estos alimentos que terminan en los contenedores nada más salir de la tierra, se unen aquellos que se desperdician a lo largo de toda la cadena de procesamiento y distribución, en la hostelería, en los comercios y en los hogares. Si juntásemos todos los que se tiran cada año, formaríamos una montaña de más de 2.500 millones de toneladas. El 40% de toda la comida que se produce a nivel mundial. Toda esta corresponde a una cantidad más que suficiente para alimentar a millones de personas que pasan hambre.

El desperdicio alimentario es uno de los grandes problemas del siglo XXI, un fallo más en nuestro imperfecto sistema que acarrea importantes consecuencias sociales y medioambientales. El lado positivo de esta situación es que cada vez hay más interés, opciones e iniciativas para hacerle frente.

En 2022 se generaron aproximadamente 132 kilogramos de desperdicio de alimentos por persona en la UE, lo que equivale a más de 59 millones de toneladas de comida desaprovechada

Un informe publicado recientemente por la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) advierte de que, aunque las iniciativas para prevenir el desperdicio de alimentos están ganando impulso, es necesario implementar medidas más efectivas a nivel nacional para abordar este problema.

La evaluación analiza las acciones de prevención de residuos en toda la Unión Europea y destaca la urgencia de reducir el desperdicio alimentario debido a su impacto en el cambio climático, la biodiversidad, la contaminación y la seguridad alimentaria.

Según el informe titulado Prevención de residuos en Europa: avances y desafíos, con un enfoque en el desperdicio de alimentos, en 2022 se generaron aproximadamente 132 kilogramos de desperdicio de alimentos por persona en la UE, lo que equivale a más de 59 millones de toneladas de comida desaprovechada. Las consecuencias ambientales y económicas de este fenómeno son significativas. Los Estados miembros han promovido campañas de sensibilización y educación, así como sistemas de monitoreo, pero las medidas regulatorias y los incentivos financieros para prevenir el desperdicio siguen siendo limitados. Para acelerar el progreso, es crucial mejorar la comprensión de la eficacia de estas acciones y el seguimiento de los avances, según destaca la EEA.

La Unión Europea está próxima a adoptar dos objetivos obligatorios para la reducción del desperdicio alimentario, que los Estados miembros deberán cumplir antes de 2030. Estas metas incluyen una reducción del 10% en el desperdicio generado en los procesos de producción y fabricación de alimentos, y una disminución del 30% per cápita en los niveles de desperdicio en el comercio minorista y en los hogares.

El informe también enfatiza la necesidad de integrar mejor las estrategias de prevención de residuos en las políticas climáticas y de biodiversidad. Reducir el desperdicio de alimentos no solo contribuiría a la mitigación de los gases de efecto invernadero, sino que también optimizaría el uso de tierras, agua y materiales empleados en la producción alimentaria.

El desperdicio alimentario representa aproximadamente el 16% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero derivadas del sistema alimentario de la UE, y se estima que las pérdidas económicas ascienden a 132.000 millones de euros anuales

El desperdicio de alimentos sigue siendo un problema persistente y difícil de abordar a lo largo de toda la cadena de suministro, desde la producción y el procesamiento hasta la distribución, la restauración y los hogares. El informe subraya que las medidas de prevención deben reforzarse para lograr resultados significativos.

Actualmente, el desperdicio alimentario representa aproximadamente el 16% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero derivadas del sistema alimentario de la UE. Además, la Comisión Europea estima que las pérdidas económicas por alimentos desechados ascienden a 132.000 millones de euros anuales. Esto implica que todos los recursos utilizados en la producción de alimentos, como suelo, agua y energía, también se desperdician.

Además, el impacto ambiental del uso excesivo de pesticidas y otros insumos químicos se agrava cuando los alimentos nunca llegan a ser consumidos. La agricultura insostenible sigue siendo la principal causa de pérdida de biodiversidad, poniendo en peligro a miles de especies.

Para reducir estas consecuencias negativas, el informe recomienda que los Estados miembros sigan la jerarquía de uso de los alimentos, priorizando su aprovechamiento mediante donaciones o su transformación en alimento para animales en lugar de destinarlos directamente al reciclaje. La adopción de medidas más estrictas y eficaces permitirá avanzar hacia una reducción sustancial del desperdicio alimentario en Europa.

Sabemos que es un reto de grandes dimensiones y que hay mucho trabajo por hacer en España, pero, como decía antes, está habiendo un cambio no solo en la sociedad sino dentro del sector y de la industria alimentaria. Esto me hace ver el futuro con optimismo y estoy convencido de que, a través de la colaboración y uniendo fuerzas entre la sociedad, la industria y las administraciones, vamos a frenar el contador del desperdicio alimentario.