Un país de faltones

Hemos tenido tal avalancha de másteres y títulos falsos que alguno ha llegado a afirmar que este era un país aquejado de titulitis. No es para tanto. La gente vive sin títulos perfectamente y, cuando los tiene, es porque se los ha trabajado. En campaña se habla, aunque poco, del abandono escolar, pero de lo que no se habla -verdadera plaga escolar- es de “la rabona” o saltarse las clases. Quiero pensar que la pertinaz costumbre de cagarla tiene más que ver, no con la intención malvada del “caganer” sino con una prolongada trayectoria escolar y universitaria rabonera que ha permitido que se perdieran la mayoría de las clases. Y sus padres, señores bien, sin enterarse.

En plena celebración del 88 aniversario de la proclamación de la II República, escribía estas líneas tratando aún de digerir la última: una “fake news” dirá, del candidato Pablo Casado. Según el líder de la derecha mayoritaria, tenemos un jefe de Estado, el rey, que hemos votado todos. Es verdad que hay monarquías electivas, pero esta, precisamente, no; es hereditaria hasta que la biología mande. Su origen no está en una votación ad hoc, sino en otra camuflada y rogada de la propia institución monárquica. Y después, el espermatozoide regio. Tal vez a Casado le han brotado sus ancestros visigodos sin contaminar por ocho siglos de presencia moruna.

Se lo podría haber explicado Suárez Illana, pero me da que su segundo no iba ni a las clases de su padre, don Adolfo, que le hubiera dado los máximos detalles de cómo llegamos a una monarquía constitucional de raíz preconstitucional.

Pero ahí está dicho. Es verdad que algunos constitucionalistas esotéricos piensan y enseñan que cuando se votó la Constitución, en el paquete iba, no solo la opción por la monarquía, sino la elección, cada vez que ocurriera una abdicación - fue el caso- o fallecimiento -no lo es, de momento- hasta siempre. Como mucho conceden, los citados académicos, virtudes taumatúrgicas al Discurso de Navidad, momento, según ellos, regenerador anual de la monarquía.

Reválida de Constitución

No es de extrañar (en realidad sí, porque la asignatura ya existía antes de que acabara con ella la derecha) que otro ilustre constitucionalista, Albert Rivera, haya propuesto el estudio obligatorio de la Constitución en los colegios. Pero el líder de la segunda derecha se ha quedado corto. Antes de aspirar a un cargo público representativo -diputado o senador, no digamos presidente, vicepresidente o líder de la oposición- debería ser obligatoria una reválida para los aspirantes. Podríamos ponernos de acuerdo en que fuera la Junta electoral central la encargada.

Así andamos, con mentiras o historias falsas, incluida la española: Covadongas, reconquistas de Granada, toros desde Guisando, caza desde los Neandertales y sus macabros rituales, Colón era catalán, Franco un gran militar, España viva desde los reinos minúsculos con reyes que, como máximo, no serían hoy ni presidentes de Diputación... y lo que te rondaré morena.

De las dos orillas del Ebro, por supuesto. David Jiménez, “El Director”, nos ha contado que Felipe VI está dispuesto a dedicarse a otra cosa si la inmensa mayoría de los españoles no quiere la monarquía. Gran tarea para un Borbón. Tendrá pocos referentes dinásticos que le indiquen, con su experiencia, otros itinerarios profesionales alternativos. Pero ahí está el detalle. Como el de ERC que quiere dos referéndums: uno para ellos, para autodeterminarse y constituirse en república; otro para nosotros,otro detalle, para que decidamos sobre monarquía, sí o no. Debería ser fácil porque hasta el rey no electo parece que está de acuerdo.