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Vivir amenazados por Tellado, Feijóo, Trump… o en paz

12 de septiembre de 2025 21:18 h

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Las modas no sólo dictan cambios de estilos de ropa. Quienes crecimos con el mantra de que comer mucho huevo era malo, nos sorprendemos ahora al oír a amigos decir que sus nutricionistas les recomiendan comer dos diarios. Igual, antes, superábamos los catarros con Vicks VapoRub y aspirinas y al criar a mis hijos parecían proscritos. Hoy llama poderosamente la atención cómo ha quedado arrumbado, en las actuales clases de historia, un hecho estudiado en nuestra etapa escolar: la explosión del acorazado estadounidense Maine fondeado en la aún española Habana de 1898.

EEUU acusó a España de atentar contra su barco, cuando o fue un accidente o un auto-hundimiento que, en todo caso, sirvió a los norteamericanos para empezar la guerra de Cuba con la que, como jamás ha discutido ni el más fervoroso atlantista, nos arrebataron una de las últimas colonias.

El actual asesinato de Charlie Kirk, crimen que condenamos todos los demócratas, por supuesto también los de izquierdas, fue atribuido, incluso antes de identificar ni detener a un supuesto autor, “a la izquierda”. Y aunque el finalmente arrestado así se definiera, sería injusto usar el asesinato para criminalizar el librepensamiento progresista de quienes defendemos la libertad, la igualdad, la democracia, la división de poderes, los derechos humanos, el estado de bienestar basado en el reparto de las riquezas vía impuestos y el pacifismo.

Son muchos los neofascistas, estadounidenses, globales y españoles que se han lanzado en tromba a amenazar y acusar al colectivo “gente de izquierdas”, en el que tantas y tantos nos incluimos, del crimen ajeno a nosotros y que condenamos de Charlie Kirk, cuya muerte no borra que él defendió lapidar personas LGTBIQA+ justificándolo con el versículo bíblico Levítico 20:13 y también aplaudió la esclavización negra porque “así cometían menos crímenes”.

Es inadmisible que se culpe a la gente de izquierdas por el asesinato de Kirk. Ojo, ya en el hundimiento del Maine en La Habana, en 1898, EEUU culpó sin pruebas a España para arrebatarle Cuba y en el incendio del Reichstag, en 1933, Hitler criminalizó a los comunistas para lograr instaurar su régimen nazi.

El supremacista blanco Matt Forney ha llegado a la desvergüenza de decir que el asesinato de Kirk es como el incendio del Reichstag en 1933. Cuando la investigación histórica da por cierto hace décadas que ese incendio del Parlamento alemán que, bajo la cancillería de Hitler, se atribuyó sin pruebas y a base de torturas al obrero comunista holandés, Marinus van der Lubbe, declarado inocente tiempo después, fue impunemente usado, si es que no también provocado, justo para criminalizar, perseguir, detener a los políticos comunistas y avanzar hasta imponer el criminal sistema nazi. ¿Está Matt Forney declarando a cara descubierta lo que tantos indicios ya marcan: que ésa es también la hoja de ruta puesta en marcha ahora por los neonazis?

¿Quién gana con la muerte de Kirk?

Dejando a un lado que la legítima conmoción por el asesinato de Kirk y las intolerables amenazas fascistas a la izquierda corren un tupido velo sobre el escándalo de pederastia de Trump y Epstein, resulta que la víspera del disparo mortal a Kirk, Trump tuvo que afrontar ser increpado en un restaurante del Washington, donde ha desplegado de forma coactiva la Guardia Nacional, por activistas de la libertad y democracia al grito de: “¡Eres el Hitler de nuestro tiempo!”. Horas después, asesinato de Kirk mediante, Trump aseguraba en mensaje a la nación que “la izquierda radical” que les “vincula con los nazis” es “directamente responsable de este terrorismo” y será perseguida.

Vaya, qué conveniente. ¿Alguien como Trump sacrificaría a un peón para proteger al rey? Bueno, el propio asesinado ya dijo: “Creo que vale la pena un costo lamentable de muertes por armas a cambio del derecho a poseerlas y portarlas”.

Lo de acusar de terroristas a inocentes para justificar aplastarles está muy visto. Las familias palestinas exterminadas en Gaza son acusadas de terroristas de Hamás, una anciana activista paquistaní en la Cumbre ONU en Sevilla de julio me dijo llorando que también acusan de terroristas a quienes en el Sur Global ruegan que el Norte no exija que paguen la deuda externa “con su sangre” cuando no tienen ni qué comer ni beber.

En este radicalizado segundo mandato de Trump, tras su tentativa de golpe de Estado al ganar Biden, hoy, en las fronteras aeroportuarias de EEUU, se quitan móviles y portátiles de los viajeros para rastrear sus comentarios privados, se hostiga y hasta se deniega la entrada al país a todo crítico con su autoritarismo, incluidos eminentes científicos.

“Yo también tengo mucho miedo a Trump”, reconoce el mismísimo nieto del asesinado presidente Kennedy, Jack Schlossberg, muy crítico con él en redes y medios. “Pero no quiero que ese miedo me detenga. No quiero callarme”.

Unión de los demócratas

Lo de sembrar miedo es intolerable en democracia. La roe y deshace. La democracia es el sistema de convivencia pacífica y civilizada de discrepantes, articulada en torno a la ley y la división de poderes que se vigilan y contrapesan. Si todos estuviéramos de acuerdo siempre no la necesitaríamos. Pero, ¿quién lo está incluso compartiendo ideología o partido, en la familia, en el bloque de vecinos, entre amigos, en la pareja? O trabajamos en proteger, mejorar y ampliar en el mundo este sistema, el mejor conocido, o vamos, como corderos ingenuos, a una era de violencia: el matadero.

Claro que da miedo. Es legítimo temer la actual represión y muerte en Gaza, la que sufrieron los abuelos europeos y en España llegó a nuestros padres veinteañeros. De Vox, que presume de añorar al franquismo e insta a hundir el Open Arms, no cabe esperar ningún respeto ni apoyo a nuestro sistema democrático de monarquía parlamentaria multipartidista, ni a los derechos humanos.

Pero es gravísimo que Feijóo, líder del PP, haciendo seguidismo de la radicalizada Ayuso, lance a su segundo, Miguel Tellado, a decir que en este curso político van a “empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos de un gobierno que nunca debió haber existido” y que, acto seguido, en el Congreso amenace en persona al presidente Sánchez diciéndole que “sólo le mueve el miedo”.

Porque el fascismo ha empezado atemorizando y atacando a inmigrantes, musulmanes, feministas, ahora a la izquierda, pero va a por todos los demócratas, como advierte el poema Primero se llevaron… atribuido a Bertol Bretch de Martin Niemöller.

Por supuesto Vox, heredero y defensor del franquismo, siembra temor y amenaza para roer la democracia. Pero es gravísimo que el PP deje a Feijóo y Tellado seguir la línea ultra de Ayuso y que hablen de “cavar fosas para enterrar al gobierno” y de que el presidente Sánchez “tiene miedo”. Los demócratas debemos construir juntos un sistema de discrepancia en paz y sin pavor.

Nadie dice que sea fácil unirnos entre civilizados discrepantes frente a quienes avasallan presumiendo de matonismo. Pero tiene que haber hoy, como en el pasado, demócratas de amplio arco ideológico que prefieran, antes que el horizonte de caos al que lidera un Trump que se equipara al condenado golpista Bolsonaro y que minimiza los ataques de Rusia a Polonia y Europa, el construir una realidad sin violencia verbal ni física, que mejore la existencia y convivencia de la gente.

Recordemos unas bellas e inspiradoras palabras que, para quienes se ponen de ejemplo cristiano, deberían ser faro pues son de Cristo en el Evangelio (San Lucas, 6:27-38): “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra (…) Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros. ¿Qué merito hay en amar a quien te ama, en hacer el bien a quien te lo hace, en prestar esperando recibir? (…) No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará”. Por nuestros actos, con independencia de fe e ideologías, se nos conoce a todos.