Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
Veneno islamófobo en nuestras venas
Hace un par de meses, el 11 de abril, publiqué el artículo Permitir el racismo y dar leña al antirracista que partía de mi asombro ante la impunidad con que Vox tenía ante su sede en Madrid una valla islamófoba y antifeminista sin que la justicia actuara para protegernos de su odio tanto a la comunidad musulmana como al conjunto de mujeres. El cartel es una foto de seis mujeres con burka con el irónico eslogan: ‘FELIZ 8-M DE 2030’.
Esa valla impune, como temía, ha sido el pistoletazo de salida de una campaña de ataque a la comunidad musulmana y al conjunto de mujeres. Campaña consistente en vandalizar murales contra la violencia de género y en defensa de la igualdad entre mujeres y hombres. ¿Cómo se vandalizan? Pues cubriendo las caras de las mujeres con rabioso espray negro que forma especies de burkas de tinta.
El 26 de mayo en este periódico se informó de esa oleada de destrozos en una decena de murales de todo el país (en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, León, Cuenca, Donosti, Burgos, Sevilla, Mislata y Getafe) y de que el grupo ultraderechista Juventud Combativa reivindicó su autoría en redes sociales con el texto siguiente: “Los murales feministas de toda España amanecen islamizados. Jóvenes patriotas de todas las ciudades se han hartado del buenismo progre. El islamismo es la verdadera amenaza para las mujeres”.
Urge que la justicia persiga y castigue a los autores confesos de pintadas de odio contra mujeres y la comunidad musulmana en diez ciudades de España. Urge por salud democrática y para evitar que se pase de la violencia escrita a la física.
Ellos, hombres fascistas embozados en el anonimato de las redes, van a explicarnos a nosotras qué es lo que de verdad nos amenaza. ¡Patético mansplaining! Va a ser que no, que nosotras vemos claro que la amenaza es tachar furiosamente las caras de mujeres referentes, feministas y antirracistas como Clara Campoamor, Simone de Beauvoir, Rosa Parks o Angela Davis junto a otras anónimas de todas las culturas, orígenes y profesiones, unidas por nuestra determinación a avanzar, que es lo que ellos no soportan.
Pintadas, insultos y ataques físicos
En el acto en Sevilla para oponerse al destrozo del mural en el colegio Blas Infante, las y los asistentes tuvieron que aguantar la interrupción, con gritos hostiles, de voces masculina y femenina, como muestra la grabación de la intervención del imam de la mezquita sevillana Al-Hidaya, Mohammad Idrissi Alcaraz que, por su interés y espíritu de concordia, invito a ver aquí.
Idrissi Alcaraz, cordobés, que años atrás ya sufrió junto a otros musulmanes un grave ataque a su honor por parte de ABC hasta que el Tribunal Supremo ratificó la condena al periódico, no se dejó avasallar por el vocerío y apuntó a que tanto las campañas de criminalizar a los musulmanes “como los discursos contra la comunidad musulmana que se están normalizando en el parlamento y la política en los últimos años” acaban causando ataques físicos “como el sufrido hace dos días en este mismo barrio (La Macarena), por una niña de sólo 13 años por ser musulmana y llevar hiyab (velo) o el asesinato en Francia (este abril) de Aboubakar Cissé (joven maliense) que rezaba en la mezquita”.
“La islamofobia de hoy equivale al antisemitismo del siglo XX”, advirtió el imam Idrissi. Y la verdad es que se ve clara la estrategia, calcada de la de los años 30-40, de elegir una comunidad, hoy la islámica y entonces la judía, como chivo expiatorio para, manipulando a la sociedad, ganar apoyo y votos y dinamitar la democracia y los derechos de todos.
Algo evidente en los ataques simultáneos recientes, denunciados por la ciudadanía y la APDHA en Puerto Real (Cádiz), donde los ultras mancharon de carne, vísceras y embutidos de cerdo la casa usada de mezquita y a la vez pintarrajearon símbolos fascistas por la ciudad y arrancaron carteles del 8M, del aniversario de la II República y de un acto del coordinador general de IU, Antonio Maíllo.
Negar el Islam, negarnos a nosotros
Como andaluza universalista que soy, me choca y me duele más la ceguera de estigmatizar al colectivo musulmán cuya cultura es parte esencial de nuestra raíz. ¿Cómo en Andalucía y en España podemos sacar pecho de monumentos, arte, folclor, gastronomía, carácter... que atraen a tantos turistas e impulsan nuestra economía y a la vez dejar que nos inyecten en sangre el veneno de la islamofobia? ¿Acaso tiene pinta aria el plantel de Vox: Abascal, Pepa Millán, José Antonio Fuster, Buxadé, Figaredo? Ignacio Garriga, menos. Sólo Ortega-Smith, pero es que esos ojos y pelo son tan extranjeros como su apellido.
Urge exigir a nuestros representantes políticos y al poder de la justicia que paren la escalada islamófoba que ya tiene asustada a tantas y tantos vecinos nuestros.
Mientras en España está en marcha una doble campaña, antifeminista y antimusulmana, abanderada por Vox y que materializan grupúsculos neofascistas, el fascismo europeo está boicoteando un estudio científico sobre la historia del Corán en Europa, para intentar construir una sociedad más ignorante e intolerante.
Algo que está pasando muy desapercibido, pero grave es la lucha de la extrema derecha por dejar sin financiación UE investigaciones académicas, en parte lideradas por expertas españolas, sobre la historia del Corán en Europa.
¡Mira que sabemos poco de nosotros mismos, que sufrimos una amputación brutal de nuestra identidad! ¡Mira que es raro y triste que la emoción que me proporcionó la novela sobre la destrucción de Al-Andalus A la sombra del granado, se la deba a un autor pakistaní, Tariq Alí! Pues los fanáticos más alejados del fraternal cristianismo de Cáritas o del Servicio Jesuita a Migrantes o de las vedrunas impulsoras de la asociación ceutí Elín, o de las teresianas de proyectos como Rajab en Jaén, esos supuestos católicos incumplidores de tantos mandamientos, nos quieren más ignorantes de cuanto nos conecta con los otros y, así, más intolerantes.
Parar o permitir el genocidio en Gaza
El colmo de la islamofobia que nos están inoculando es el exterminio de gazatíes, como primer paso para aniquilar a todos los palestinos. Una bestialidad contra la que esta semana ha votado todo el Consejo de Seguridad de la ONU, salvo EEUU. Que sólo defienden el Estado de Israel y la Administración Trump. Que ya ha matado a 56.000 personas, 65 veces la gente que asesinó ETA, en menos de 2 años en vez de en los 35 años que operó la banda terrorista. Es tan brutal que corremos el riesgo de sentirnos impotentes y, desesperados, de no saber qué más decir y dejar de oír y ver lo que tanto daño hace.
Pero no podemos cerrar los ojos a quienes se está matando de hambre o ametrallados cuando van a las filas de reparto de comida, no podemos abandonar a esa pediatra a la que 9 de sus 10 hijos le llegaron muertos, calcinados por los bombardeos israelíes, al hospital donde sigue trabajando, ni a todas y todos los masacrados cuyas historias hicieron romperse en llanto al representante palestino en la ONU mientras su homólogo israelí bostezaba.
Porque si claudicamos eso significará que el veneno ha hecho su efecto y nos ha convertido en monstruos ya totalmente inhumanos.