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Luces largas y buenas costuras: una izquierda andaluza para el siglo XXI

Curro Cuberos

Profesor de la Universidad de Sevilla y militante de Adelante Andalucía —
17 de agosto de 2025 19:54 h

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A falta de un año para las elecciones autonómicas, los andaluces de izquierdas tenemos la responsabilidad de reflexionar sobre el proyecto político que queremos para nuestra tierra. Y nos toca hacerlo en un momento difícil, marcado por la precariedad que afecta a sectores cada vez más amplios de nuestra sociedad andaluza, el miedo creciente a un futuro incierto y el peligro de una involución reaccionaria espoleada por la ultraderecha.

En este contexto necesitamos más que nunca pensar con calma. Los llamamientos histéricos a la urgencia de la unidad electoral no pueden ser la excusa para sortear debates cruciales para el presente y el futuro de la izquierda andaluza. Las prisas son malas consejeras, y la única posibilidad de que la izquierda andaluza construya un proyecto sólido, coherente y sostenible en el tiempo exige partir de un análisis correcto de las circunstancias.

De dónde venimos y (por tanto) cómo estamos

En primer lugar, la izquierda andaluza tiene que ser muy crítica con el recorrido histórico que nos ha conducido hasta nuestra actualidad. Porque la situación presente (la precariedad laboral, el paro, la emigración, la destrucción de nuestro patrimonio, la especulación en nuestras ciudades, etc.) es responsabilidad directa del gobierno de Moreno Bonilla, pero no es solo suya: a la hora de hacer política para Andalucía, PP y PSOE han sido básicamente iguales.

La corrupción sistemática, la privatización del modelo de gestión de los servicios públicos, el apoyo tácito a la especulación con nuestro territorio, la promoción de una economía de base extractiva-colonial y el manoseo impúdico de nuestra identidad cultural han sido practicados exactamente igual por ambos partidos, que en Andalucía han demostrado, más que en ningún otro sitio, ser las dos caras de la misma moneda.

Lo último que necesitan las clases trabajadoras andaluzas es otro envoltorio que les venda por enésima vez las mismas fórmulas vacías que solo sirven como muletas del PSOE en la gestión del régimen del 78

Solo esa larga trayectoria de traición bipartidista a los intereses de los andaluces explica el panorama actual de nuestra tierra. Un panorama donde, siendo preocupante la situación material de miles de andaluces, es más preocupante aún su resignación frente al futuro: su desconfianza en la capacidad de nuestro pueblo para liberarse a sí mismo. Solo así se explica la desmovilización fatalista de muchos andaluces de izquierdas, que ha abierto la puerta a la entrada de las derechas españolas en el gobierno andaluz.

En estas circunstancias históricas, lo peor que puede hacer la izquierda andaluza es encerrarse en el cocinado de la enésima marca electoral cuqui para las próximas elecciones. Lo último que necesitan las clases trabajadoras andaluzas es otro envoltorio que les venda por enésima vez las mismas fórmulas vacías que solo sirven como muletas del PSOE en la gestión del régimen del 78. Por eso hay que ser muy críticos con las prisas: para que la excusa de “lo urgente” no nos impida debatir sobre lo importante.

Una izquierda con luces largas

La izquierda andaluza necesita un buen resultado en las próximas autonómicas, pero necesita mucho más un proyecto político a largo plazo: una agenda, una estructura y una estrategia propias. Necesitamos una izquierda con luces largas.

Para construir una agenda propia es fundamental que la izquierda andaluza piense desde Andalucía. Y pensar desde Andalucía no es repetir muchas veces el nombre de nuestra tierra, ni poner ejemplos de aquí para ilustrar los problemas generales del universo mundo. Pensar desde Andalucía es entender que el capitalismo, el racismo y el patriarcado se hilvanan de una forma específica en Andalucía: que responde a la historia de nuestro país, que resulta coherente con nuestras estructuras sociales y que necesita respuestas construidas por nosotros mismos y desde nuestra cultura.

Andalucía no necesita muletas para el PSOE: necesita una izquierda propia, seria y coherente, que barra la corrupción y se enfrente sin miedo a quienes realmente mandan

De aquí se desprende, lógicamente, que la izquierda andaluza solo puede sobrevivir a largo plazo si se organiza con estructuras andaluzas. El aterrizaje en Andalucía de sucursales de los partidos españoles puede servir para el acarreo de votos a Madrid, pero no ha conseguido ni conseguirá nunca traducirse en un proyecto político coherente que devuelva a los andaluces la confianza en su propia capacidad para cambiar su historia. Del mismo modo en que ya lo han entendido en otras naciones del Estado español, los andaluces necesitamos nuestras propias organizaciones políticas si queremos hacer valer nuestros derechos.

Por último, precisamos de una estrategia sólida, que tenga claras las prioridades y que no se asfixie en los bandazos sistemáticos. Y existen como mínimo dos criterios claros que deben guiar esa estrategia. El primero es asumir que los problemas de los andaluces son sistémicos y que para solucionarlos tenemos que construir una alternativa frontal a todas las caras del régimen. Andalucía no necesita muletas para el PSOE: necesita una izquierda propia, seria y coherente, que barra la corrupción y se enfrente sin miedo a quienes realmente mandan. Y en segundo lugar, hay que asumir que necesitamos herramientas jurídicas y políticas para decidir sobre nuestros problemas. Andalucía no puede seguir esperando a que los gobiernos de Madrid nos escuchen: necesita hacer valer sus derechos y ejercer con su propio criterios y soberanamente sobre sus asuntos.

En tiempos de zozobra, lo peor que podemos hacer es enrolarnos en expediciones improvisadas que navegan sin rumbo. La izquierda andaluza necesita construir su propio barco y tomar el timón con fuerza, resistiendo a los cantos de sirena y sin perder nunca de vista el rumbo a seguir. Toca poner las luces largas y centrarse en la construcción de una referencia sólida en clave soberanista, feminista y anticapitalista. Y para eso hay que tener claro cómo hacerlo.

La unidad no se alcanza cosiendo retales de partidos para unas elecciones, sino cosiendo las necesidades, las reivindicaciones y los códigos culturales de las mayorías sociales andaluzas

Las buenas costuras

Evidentemente la izquierda andaluza necesita aglutinar apoyos. No sirve de nada cargarse de buenos argumentos si no somos capaces de que muchos andaluces los hagan propios y se involucren en su defensa. Y en ese sentido, la izquierda siempre debe tener en su horizonte el objetivo de la unidad. Ahora bien: la unidad no se alcanza cosiendo retales de partidos para unas elecciones, sino cosiendo las necesidades, las reivindicaciones y los códigos culturales de las mayorías sociales andaluzas.

La izquierda andaluza se aleja de la unidad cuando se encierra para discutir puestos en listas electorales. Y avanza hacia la unidad cuando consigue gafas gratuitas para todos los andaluces. La izquierda andaluza se aleja de la unidad cuando se mete en el fango de las purgas y las peleas por redes sociales. Y avanza hacia la unidad cuando construye una ley de vivienda junto a las plataformas ciudadanas involucradas en su defensa. La izquierda andaluza se aleja de la unidad cuando cose su futuro al de un PSOE que, con su papel de manijero al servicio de las élites, ha sido el principal abono para el crecimiento de la derecha y la ultraderecha en Andalucía. Y avanza cuando cose su programa con la lucha real de los andaluces por la sanidad pública, por una red de transporte público digna, por el combate al turismo depredador o por la defensa de nuestra tierra frente a las agresiones medioambientales.

A falta de un año para las elecciones autonómicas, la izquierda andaluza enfrenta el reto de atender a las urgencias electorales sin dejar de mirar hacia adelante. La clave estará en saber coser todas las causas que realmente nos acercan a la unidad con nuestro pueblo. Y poner las luces largas para no perdernos por el camino.