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¿Lola eclipsa a Caracol? Los flamencos no quieren que el centenario de la jerezana relegue al genio del cante

Fotograma de 'Embrujo'

Alejandro Luque

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Las redes del flamenco, susceptibles hasta la hipersensibilidad, pusieron el grito en el cielo durante la pasada ceremonia de los premios Goya celebrada en Sevilla: las pantallas rendían homenaje a Lola Flores con motivo de su centenario, pero se olvidaban de Manolo Caracol, cantaor, sevillano, compañero de Lola en múltiples andanzas y también con algunas películas en su haber. Y en seguida cundió la alarma: ¿van los fastos de los 100 años de Lola Flores a eclipsar a Manuel Ortega Juárez, uno de los grandes revolucionarios del cante, de cuya muerte en accidente de tráfico se cumplen 50 años este 24 de febrero de 2023?

Miguel Camacho, de la Unión de Peñas y Entidades Flamencas de la Ciudad de Sevilla, cree que hay motivos para la suspicacia. Mientras las peñas que representa vienen celebrando –con apoyo del ICAS–un ciclo de jóvenes intérpretes dedicado al cantaor, que se prolongará hasta el próximo 25 de marzo, el Instituto Andaluz de Flamenco, dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, ha acogido en su sede un acto homenaje y la inauguración de la exposición 50 Años. Caracol en el Recuerdo. En dicho acto, la cantaora Salomé Pavón, nieta del artista, ha ofrecido un recorrido de cantes acompañada por el guitarrista Juan Vargas. “Sin embargo, tenemos la sensación de que las instituciones van siempre un poco a remolque. La figura de Caracol se merece muchísimo más”, asegura Camacho.

“Ya lo vivimos con el centenario de Antonio Ruiz Soler, que pasó casi desapercibido”, agrega. “No debería ocurrir lo mismo con una personalidad como la de Caracol, que además de dejar una obra inagotable, además fue un ojeador único: quien entraba como alguien desconocido en su tablao de Los Canasteros salía como figura, desde Camarón o Rocío Jurado a Mario Maya o el propio Pansequito, recientemente desaparecido”.

Reconocimientos oficiales

El ciclo de las peñas sevillanas está poniendo de manifiesto, además, la impronta que Caracol sigue teniendo en los nuevos cantaores, “y no solo con el fandango”, subraya Camacho. “Es una voz que te pones a estudiarla y no se acaba nunca. ¡Te sirve hasta para discutir! Es una enciclopedia de la que todos siguen bebiendo, está vivo en ese sentido. Pero estamos hablando solo de los aficionados. Para lo que debería servir este 50 aniversario es para llegar al ciudadano común, algo que no necesita Lola por ser un símbolo más allá del flamenco”.

Lola Flores, por su parte, está siendo objeto de un aluvión de reconocimientos que estos días culminaba con la distinción, a título póstumo, como Hija Predilecta de Andalucía. Otra decisión discutida, tanto por parte de quienes opinan que llega tarde –28 años después de su fallecimiento– como de quienes reivindican que el flamenco tenga más espacio en la memoria de los políticos. De hecho, la familia de Caracol había solicitado para este año a la Junta la Medalla de Andalucía, pero su petición ha caído en saco roto.

Alberto Romero, profesor de la Universidad de Cádiz y autor del ensayo Lola Flores. Cultura popular, memoria sentimental e historia del espectáculo, cree que la cuestión Lola vs Caracol “tiene su trampa, porque Lola no es una figura del cante, e incluso en Jerez los flamencos-flamencos nunca la consideraron como propia. Pero Caracol también fue considerado un traidor para los puristas, porque cuando tuvo reconocimiento dio el salto al gran público introduciendo la orquesta en el cante, impulsando un flamenco más teatral y heterodoxo: el de su zambra, por ejemplo”.

Espacio común

Una idea con la que coincide en cierto modo el crítico José María Castaño, director del programa Los caminos del cante: “No creo que Caracol y Lola se solapen, comparten un espacio común: él se acerca a la copla desde el cante, viene de manantiales de cante muy profundos y se siente tentado por los espacios que le ofrece su tiempo, la estampa escenificada, el cine; y ella va de lo folklórico-cupletista a un terreno aflamencado. Lola es una artista universal, pero, sin obviar ciertos perfiles, no la considero flamenca como serían Fernanda de Utrera, La Paquera o La Perla”.    

Alberto Romero será uno de los participantes del congreso que la Universidad de Cádiz dedicará a Lola Flores el próximo mes de noviembre, en el marco de un completo programa de actividades en el que se hallan implicados el Ayuntamiento de Jerez, la Diputación de Cádiz y la Fundación Cajasol. “A la hora de analizar el posible agravio comparativo con Lola, hay que tener en cuenta que la proyección pública de la jerezana no la tiene Caracol. Éste era más importante cuando Lola debutó, pero al poco tiempo es ella la que se lleva el favor del público y la proyección internacional. La que estuvo en Hollywood y en Nueva York fue ella, y cuando se separan artísticamente, Caracol sufre un bajón. Mi padre, que trabajaba en el Teatro Falla, me contó que llegó la compañía de Caracol sin Lola y el patio de butacas estaba medio vacío, y el cantaor se quejaba de que no se merecía eso. Pero es que Lola se comió hasta a su marido, Antonio González, El Pescaílla”.

Por otro lado, la memoria de ambos artistas ha experimentado rumbos diversos. Mientras Lola Flores es hoy –también para la publicidad– un símbolo de empoderamiento femenino y orgullo identitario, la figura de Caracol ha sido mostrada desde ángulos bastante menos amables, hasta el punto de que su familia llegó a amenazar con una querella contra Movistar+ por la docuserie Lola. La nieta del sevillano, Salomé Pavón, lamentó en un comunicado la difamación de la que, según su criterio, era objeto Caracol, “tachándolo de alcohólico, drogadicto, putero y maltratador, con el fin de aliñar con elementos morbosos y jugosos la biografía de Lola Flores”.

¿Demasiadas efemérides?

“No sé si tiro piedras contra mi tejado, pero tal vez lo de Lola esté siendo desproporcionado”, apunta Romero. “Se ha pasado del rechazo absoluto a la veneración absoluta, y ahora quieren mostrarla como cosas que no fue, abanderada del feminismo, icono LGTBI… La están descontextualizando”, denuncia.

Para el profesor, “es cierto que Lola Flores es una figura intergeneracional, la conocen desde nuestros bisabuelos a nuestros nietos, sobre todo gracias a su presencia televisiva. Pero hay una parte razonable en las críticas de quienes creen que se está olvidando a otros: no solo a Caracol, sino a gente como Paco de Lucía, Camarón o el mismo Paco Cepero, que está vivo en Jerez y está orillado. Nadie tuvo, eso sí, una vida tan intensa como ella. Es como una marca”.

Lo cierto es que este es un año de efemérides sonadas, donde Lola y Caracol disputan el protagonismo a Fernanda y Bernarda de Utrera (centenario de la primera) o a Antonio Mairena (40 aniversario de su muerte). “Quizá los flamencos estamos exagerando un poco esto de las conmemoraciones”, concluye Castaño. “Los números redondos nos ayudan a recordar, pero tal vez les damos demasiada importancia”. 

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