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El rock sí es cosa de niños

Billy Boom Band

M. L.

Cada vez son más los festivales en los que los niños y niñas son bienvenidos. En el Interestelar de Sevilla, por ejemplo, la entrada de menores de ocho años es gratis si van acompañados de un adulto. En otros, como El Día de la Marmota, no solo la entrada es gratuita sino que se fomenta la asistencia en familia. Algo está cambiando: gustos, aficiones, públicos, intereses... “Si quieres un público más adulto y heterogéneo en los festivales, sobre todo en los urbanos, necesitas abrir las puertas a sus hijos”, explican desde la organización del Interestelar. Y más cuando los conciertos se celebran en fin de semana y las sesiones comienzan a las tres de la tarde.

Lo cierto es que hoy existe un sector de población, de entre 35 a 55 años, que no ha dejado de ir a festivales y que se mezcla sin pudor ni vergüenza con la generación de sus propios hijos en el mismo recinto. Comparten aficiones musicales y planes de fines de semana. Y en este contexto, son varias las bandas que en los últimos años se han lanzado a hacer música para niños con los mimbres de una instrumentación y puesta en escena para adultos. Probaron con éxito los catalanes The Pinker Tones, los madrileños Pantones y desde hace dos años los cántabros Billy Boom Band, o lo que es lo mismo, unos reconvertidos “La Sonrisa de Julia” con Marcos Cao en la voz y guitarra y Raúl Delgado a la batería.

“Es una idea que mi chica y yo teníamos desde finales de 2006”, explica Marcos Cao, cantante de Billy Boom Band. Su pareja, Julia, además de dar nombre a su anterior banda indie, es el alma de Billy Boom Band. “Ella es editora de libros, entre otros de literatura infantil, y ya teníamos este proyecto antes de tener hijos, cuando todavía estábamos enfrascados en el segundo disco de La Sonrisa”. Después llegaron sus dos hijos (hoy de cuatro y siete años) y “fue entonces cuando empezamos a hacer realidad esa idea, un disco para nuestros hijos y sus amigos, el disco que nos gustaría comprar para ellos y que no encontrábamos. El proyecto se fue abriendo paso solo y aquí estamos”.

Y ahí están, llenando salas como el Teatro Nuevo Apolo de Madrid y con citas en grandes festivales como el Bbk Live de Bilbao, uno de los más importantes de cuantos se celebran anualmente en nuestro país.

El solista de Billy Boom Band recuerda que su infancia estuvo marcada por los discos de The Police que le traían las hermanas de su madre, “tenía cuatro o cinco años y me alucinaba esa música. Conseguí contagiar a todos los amigos del barrio”. Un contagio que ha marcado su vida profesional. “Si haces música excitante, pegadiza, buena música, con ritmos animados… eso gusta a cualquiera, adulto y niño”. Y basándose en esa idea está el concepto de su nueva banda. “Se pueden hacer melodías excitantes sin recurrir a cosas simplonas, música cañera, rock con arreglos sin ser infantilón. Queremos ofrecer un producto artístico de calidad a los niños porque les consideramos mucho más abiertos mentalmente que los adultos”.

Su primer concierto fue en un colegio de Barajas (Madrid). Lo subieron a youtube y tuvieron la suerte de que una discográfica como Sonic Music se interesara por el proyecto y apostara por ellos. “Creo que esto es como las películas de dibujos animados, hay un antes y un después con Pixar. Ahora las pelis ya no son tan infantiles y no hay vuelta atrás en la animación”. Y pone el ejemplo de la cinta Del reves (Inside out, 2015), un película animada sobre los sentimientos que gusta a niños y a adultos. “Siempre habrá musica infantil pero esto es como el cine, no hay vuelta atrás. Hacemos música granuja que conecta con niños y mayores. Y funciona”.

“Tenemos una filosofía: no trates a la gente como si fuera idiota y menos a los niños”, explica Marcos. “Eso pasa mucho en el arte en este país. Nosotros tratamos a la gente con la inteligencia con la que nos gustaría que nos tratasen a nosotros. Y a los niños más. En nuestros conciertos no llevamos muñecos sino pantallas con audiovisuales. No es un concierto infantil, es un concierto de rock para niños, tenemos un toque granuja con el que ellos conectan”. No se trata de soltar moralinas, se trata de disfrutar de la vida. “Los niños alucinan porque ven en el escenario a cinco tíos que se comportan como niños. Y ahí es donde aprenden valores como la amistad. Y les hablamos de ecología, del universo... De las cosas que a nosotros también nos preocupan”. Para la Billy Boom Band el público infantil es “mucho más fácil” que el adulto porque si la primera canción les gusta, ya están pidiendo otra. “En el caso de los adultos tienes que dar mucho para que te devuelvan, hay que romper el hielo primero y eso puede tardar varios temas”. 

La última vez que Marcos Cao pisó un escenario en Andalucía fue en un par de conciertos al aire libre en la plaza de Las Setas, en Sevilla, hace dos años. Ahora espera volver para presentar el nuevo disco de la banda, “Sueña Despierto”, un trabajo con claros mensajes a los niños pero también para los padres. “A los niños no hace falta pedirles que sueñen despiertos porque lo hacen constantemente. A los padres sí. Este disco es una manera de reivindicar que dejen la puerta abierta al niño que tenemos dentro, que jueguen con él, que se contagien de la deshinibición de sus hijos, que al menos durante el concierto salten, rían y que, aunque solo sea una ilusión, lo practiquen como deporte en su vida diaria”.  

El entusiasmo de Marcos es contagioso. Reivindica la necesidad de romper fronteras entre adultos y niños, de apostar por una vida menos seria, menos adulta. Y lo hace por teléfono, en una conversación con eldiario.es/andalucía mientras pasea a su perro en las inmediaciones de su refugio cántabro, Loredo, una pequeña localidad al otro lado de la bahía de Santander. “Creemos en lo que hacemos y esa puede ser la clave de nuestro éxito”. Un éxito que poco podía vislumbrar aquel jovencito que en 2003 se presentó al concurso Villa Rock de Madrid y que llegó a ganar junto a su primera banda, La Sonrisa de Julia.  Por cierto, un concurso al que también se presentaron los madrileños Vetusta Morla. Desde entonces hasta hoy han pasado 14 años, cientos de conciertos, miles de kilómetros de carretera, dos hijos y dos bandas de música. “Seguiremos haciendo rock para niños mientras haya niños y haya padres que disfruten con lo que hacemos”. 

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