Sin noticias de Juana, la octogenaria de Triana desarraigada por orden administrativa

Personal del ayuntamiento desinfecta la zona del centro de personas mayores Joaquín Rosillo de San Juan de Aznalfarache

Javier Ramajo

1

La historia de Juana recuerda al poema del catedrático Ramón Reig 'El señor ministro ha hecho pis' que, 41 años después, no pierde vigencia si tenemos cuenta el amplio espacio que ocupa en los medios de comunicación la agenda y declaraciones de políticos que, seguramente, no tienen constancia de casos que pueden resultar tan difíciles de entender como el de esta anciana de 85 años que, desde hace más de mes y medio, vive sola en una residencia de San Juan de Aznalfarache, cerca de Sevilla capital. A priori podría tratarse simplemente de un caso más, de otra persona mayor más en una residencia, pese a todo lo que ello conlleva en tiempos de pandemia. Pero ha sido la burocracia la que la he llevado hasta allí, con alevosía, durante el mes de agosto, y en unas circunstancias muy dolorosas, en contra de la opinión de sus más cercanos y de su propio sentir, pero con apoyo de criterios técnicos, según ha explicado la Junta de Andalucía.

En los últimos meses, Juana ha pasado la COVID-19 (en su anterior residencia), se le ha muerto su único hijo, ha sido operada de la cadera y, con todo, se decidió que era irremediable su traslado a la citada residencia pese al “arraigo” en su barrio de toda la vida, Triana, y con la gente de la asociación Elige la Vida como única compañía, como única familia ya. Pese a sus múltiples intentos y “llamadas constantes al centro”, la asociación llevaba desde mediados de agosto queriendo saber cómo estaba Juana, cómo le iba y, aun con las limitaciones de las visitas por la pandemia, poder al menos hablar con ella o que les dijeran cómo se encontraba, que supiera que se interesaban por ella.

Pero han estado sin saber “absolutamente nada” durante un mes hasta que este periódico contactó hace unos días con el centro de mayores Joaquín Rosillo para interesarse directamente por el estado de Juana, una “residente concertada” con “problemas de audición” a quien el centro “gestiona personalmente sus asuntos”, según indica el director. Apenas unos minutos después, el centro, que es conocido públicamente a raíz de los numerosos fallecimientos que registró hace unos meses por el coronavirus, devolvió esas llamadas a la asociación ante su “total sorpresa” ya que, hasta ese momento, había “obviado” los intentos de estas semanas atrás pero, de fondo, con la alegría de saber que Juana se encuentra bien. “Hasta ahora sólo nos decían que nos llamarían, que pasarían nuestra llamada a sus superiores, pero ni siquiera sabíamos si estaba bien”, aseguran desde Elige la Vida. La cuestión que nos trae aquí no es por qué el centro atiende “ahora” a las personas que se han interesado por Juana sino su propia historia, que se remonta un poco atrás, y los motivos que le han llevado a estar tan lejos de su gente y de su barrio en estos momentos tan difíciles para ella, y a su edad.

En octubre de hace cuatro años, Juana y su hijo Enrique (nombres ficticios) pasaron por una situación muy grave. Él tuvo una hipoglucemia debido a su diabetes y lo tuvieron que ingresar en la UCI en estado crítico. Juana, ante aquella situación, se desmayó y tuvieron también que ingresarla. Cuando le dieron el alta, primero a ella y después a Enrique, la asociación Elige la Vida y los servicios sociales de Triana estudiaron muy bien el caso y la Unidad de Trabajo Social (UTS) decidió ingresarla provisionalmente en una pequeña residencia cerca de su casa (en la calle Castilla) mientras se le tramitara su ingreso en la residencia Nuestra Señora de Consolación de la Avenida de Coria, también en Triana, al tiempo que seguían trabajando con Enrique, que siguió en su vivienda habitual, siempre en Triana, tratándose de la enfermedad mental que tenía, con ayuda de los servicios sociales y de la asociación. Tras muchos trámites burocráticos se le pudo conseguir una plaza en esa residencia con el programa de auxilio familiar del Ayuntamiento de Sevilla, puesto que los ingresos de la familia se reducían a la pensión no contributiva de Juana. Este centro de la Avenida de Coria, como el actual, tiene plazas de convenio con la Junta de Andalucía, de las cuales se le consiguió una para Juana, que durante tres años estuvo bien cuidada y tratada, cerca de su hijo, de los pocos amigos que le quedaban y de las personas de Elige la Vida que iban a visitarla, como Asunción, voluntaria de la asociación, que colabora en el relato.

La asociación, “último vínculo”

Ella la conoce desde hace veinte años y solo tiene palabras de cariño hacia Juana. También las trabajadoras de la asociación, Gemma, Rocío o Aroa, que hasta ahora la habían acompañado de cerca. Aunque la historia de Juana se podría empezar a contar completa desde el principio (su marido falleció pronto, ella y su hijo se vieron en situación de calle, etc), lo que le hace compartir espacio con el “pis” del ministro es un informe de finales de julio en el que la citada asociación, dedicada al ámbito de las drogodependencias y la exclusión social en Triana y que forma parte de la federación andaluza Enlace, rogó a la Consejería de Igualdad que Juana continuara en su plaza de la Avenida de Coria por su “arraigo” en el barrio y por la “red de apoyo que ha conseguido y que tiene, y la atención y compañía que presenta, tanto por nuestra entidad como por parte de los Servicios Sociales de Triana”. “Cambiarla de residencia a otra zona que no sea la zona de Triana, su hogar, sería agravar su situación personal y de salud”, insistía el escrito de Elige la Vida del pasado 24 de julio. Cuando a la asociación se le dio cita presencial para presentar el escrito, al margen de las gestiones precedentes, a Juana ya se la habían llevado. Después ha habido una negativa “verbal” por parte de la Junta al informe finalmente presentado, puesto que la administración había aprobado su traslado al mencionado centro Joaquín Rosillo, en San Juan de Aznalfarache.

Como a tantos otros, el coronavirus había cambiado su realidad hacía unos meses. Juana se contagió en la residencia de la Avenida de Coria, aunque afortunadamente llegó a superarlo. A primeros de julio se encontraron a su hijo muerto en su casa. A los pocos días de la trágica noticia, se cayó, se rompió la cadera y tuvo que ser operada. Según explican desde la asociación, las personas que están en el programa de auxilio familiar no pueden estar más de tres o cuatro meses en aquella residencia, y ella ya llevaba más de tres años. La orden administrativa de la Junta era que tenían que cambiarla a otra, sin atender a otras circunstancias. Se han hecho escritos, tanto por parte de la asociación Elige la Vida como por la UTS del distrito de Triana-los Remedios, asegura la asociación, pidiendo que no se la cambiara por las consecuencias que podía tener para ella el traslado, tanto a nivel emocional como para su salud, habiendo tenido una operación tan reciente, por todo lo vivido en los últimos meses y por su avanzada edad, con problemas de audición y de desorientación. Todos los escritos hechos han sido denegados, según traslada la asociación, porque esa orden ya estaba dada desde antes de todos los acontecimientos ocurridos. Hace apenas un mes le dieron cita a un voluntario de Elige la Vida para visitarla en la residencia de la Avenida de Coria porque al parecer aún seguía allí, pero cuando llegó, ya la habían trasladado “sin avisar a nadie y sabiendo que la asociación era su último vínculo”. El director del centro Joaquín Rosillo confirma esta versión al comentar a este medio que Juan llegó a San Juan “sola en una ambulancia”.

La versión de la Consejería de Igualdad choca con la aportada por sus más cercanos. Fuentes de este departamento trasladan que “la asignación de plaza en un centro diferente al que residía responde a la petición aconsejada de los profesionales del centro debido a circunstancias personales y familiares. El Servicio Territorial de Sevilla, antes de resolver, tuvo varias conversaciones tanto con la UTS de Triana como con el centro, y ambos aconsejaban la asignación en un centro diferente”. No obstante, añaden las fuentes, “si estas circunstancias hubiesen variado, se podría contemplar la posibilidad de retorno para lo cual habría que iniciar a instancia de parte el traslado por acercamiento al domicilio familiar o de no adaptación al centro justificado con un informe de la comisión técnica del centro Joaquín Rosillo. Para el retorno a un centro concreto, este debe contar con plazas disponibles en el momento de resolver. Este procedimiento debe seguir el orden de incoacción de expedientes de homogénea naturaleza”, advierten.

“Su desamparo es total”

Antes del coronavirus, Juana visitaba la asociación Eliga la Vida cuando salía a pasear desde el centro Nuestra Señora de Consolación. “Para ella era una ilusión”, recuerda Asunción. La decisión del traslado parecía no tener marcha atrás y los daños ocasionados a Juana “pueden ser irreparables”, explica Asunción, que confía ahora en retomar los trámites para su regreso, a lo que incluso “ahora” se ha comprometido en colaborar el director de su nueva residencia. “Si la burocracia y su sistema no puede tener en cuenta las situaciones de personas tan vulnerables como es el caso de Juana, una persona que la desarraigan de un sitio el cual lo consideraba su casa en la última etapa de su vida, porque esa orden ya estaba dada desde hace tiempo y era irrevocable, me pregunto si esas decisiones burocráticas están por encima del factor humano o las personas que tengan la situación y su edad son un número nada más”, comenta.

Dice la RAE que “desarraigado” significa “que no tiene ningún tipo de interés o relación afectiva con el lugar donde vive o con su entorno, generalmente por motivos ajenos a su voluntad”. Ante la imposibilidad de corroborarlo con la propia Juana, pudiera ser la definición de la situación por la que, según sus más cercanos durante más de veinte años y pese la decisión de los técnicos, estaría pasando ella en estas semanas de 'exilio' de Triana, de sus compañeros de la residencia, de su gente de Elige la Vida que la han acompañado todos estos años y la han ayudado con un hijo tan difícil hasta su repentina muerte. “Su desamparo es total después de haber pasado por muchas dificultades en su vida y no merece pasar esta etapa aislada, lejos de gente que la quiere tener cerca o al menos saber cómo se encuentra. Ha pasado su duelo sola y ahora se la han llevado, sin tener una sola cara conocida, cambiando su contexto y su entorno”, insiste Asunción, cuya inquietud comparten desde Elige la Vida, que asegura que tratarán de hacer volver a Juana a Triana y que una decisión en los despachos no sea tan definitiva. Ella quiere volver a Triana, según les ha trasladado, por fin, en una reciente conversación. Una reunión esta semana con Nani Aguilar, delegada del Distrito Triana-Los Remedios, puede aclarar lo sucedido y, quién sabe, poder devolver a Juana a su barrio de siempre.

Etiquetas
stats