Una semana en fase 1 en los bares y comercios de Sevilla: “La gente tiene que ser responsable, no somos guardias”

Bares de Sevilla el primer día de la fase 1

Javier Domínguez Reguero

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El Menta reabrió el 1 de mayo y comenzó ofreciendo comida para llevar. Se auguraba cola. Este bar de Sevilla Este es conocido por sus caracoles y sus propietarios, Francisco Polinario e Isa Angosto, calentaban para “un no parar”. Los veladores han vuelto a la calle: 11 de las 23 mesas están disponibles y la carta se ha visto reducida. No falta el famoso serranito.

Lluvia mediante, ya se puede disfrutar de la terraza. “La gente se comporta, pero tenemos a un empleado vigilando que no se amontonen los clientes y que se guarden las distancias”, dice Polinario. Las autoridades han visitado el establecimiento un par de veces esta semana. “La Policía nos ha dicho que está todo correcto; que incluso podemos pedir más veladores”, se congratula Polinario. “Somos un ejemplo de bares de Sevilla que están siguiendo las normas”, remata Angosto.

Las imágenes de aglomeraciones en diversos bares de la ciudad eran, quizás, lo esperado. Ocurrió también en el primer día en el que se permitió la salida de los menores y a hacer ejercicio. Según han pasado las jornadas, los hosteleros preguntados en este reportaje se decantan por la calma y por la concienciación.

Un lío de bares

Javier Méndez explica el caos de principios de semana: “No sabemos las leyes, no nos avisan, no especifican…”. El propietario del bar Los Clarines, en la Macarena, entiende la situación de “ensayo-error” que defendían los compañeros del Bar Jota. Mientras se ajustan las medidas, la “nueva normalidad” tiene al gel desinfectante como acompañante de los camareros. En el establecimiento de la Gran Plaza, El Cañas, uno lo lleva al cinto. Los guantes y las mascarillas forman también parte de la ropa de servicio.

Méndez abrió la persiana el lunes para alegría de sus vecinos, como Carmen García, que ya pueden tomar café en una de las dos mesas habilitadas. “Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar con fuerza” se lee en el mensaje del reverso de su sobre de azúcar. ¡Muy acertado! Sin embargo,el chorrillo de gente no garantiza la rentabilidad en Los Clarines: “Abro porque al ser mío el local los costes son menos”, dice Méndez que comparte con García malas noticias sobre un negocio cercano: “A La Covacha de Carmen le ha podido la crisis”.

Para Francisco Álvarez, que regenta la bodega La Paraita, en Nervión, “la perspectiva es mala”. “La gente tiene miedo y yo abro para hacerme el cuerpo a trabajar”, dice. “Si esto no nos sirve para ganar dinero, por lo menos [sirve] para habituarnos”, apunta Carmen Montero, empleada del local.

Montero reconoce que ha leído el Boletín Oficial del Estado (BOE) y “quedan muchos detalles fuera”. Méndez coincide: “No se dice nada de las mesas altas, pero si las tienes, te multan”. Desde la Fundación Ciudadana CIVIO se explica que el BOE marca reglas generales para todos. “Nunca se tratan casuísticas personales, sería imposible. Y, en el caso actual, se van publicando normas que afectan a la mayoría aunque a veces no se hayan tenido en cuenta casos concretos”, resalta su co-directora, Eva Belmonte.

Responsabilidad ciudadana

El tiempo no ha acompañando a la costumbre de desayunar en la calle. Sólo ha dejado algunas oportunidades. “Estoy disfrutando como un niño chico”, dice Álvaro Aguión que disfruta de una tostada con aceite y jamón en la terraza del Bar Las Columnas. Es uno de los pocos abiertos por la Alameda en horario de mañana y se nota la reducción de mesas porque como apunta una vecina de la zona, María Pardo, “antes te sentabas y el autobús te rozaba la oreja”.

Pardo ha notado “mucha relajación” de los ciudadanos ante las medidas sanitarias. Por fin pudo pasear con un par de amigas a principios de semana, pero lo de sentarse en una terraza fue más complicado. “No quisimos ni intentarlo al ver cómo estaba la Alameda”. “Hay mucha pandilla de chavalitos en los banquitos tomando litronas”, añade. L. Ruiz también salió el lunes por la zona: “Petado como si no hubiera pandemia”. El martes sin embargo, la Alameda lucía vacía a mediodía.

El Ayuntamiento de Sevilla incide en que la Policía mantiene los controles para “velar por el cumplimiento de las medidas previstas por parte del Ministerio de Sanidad”. Las inspecciones se suceden y el delegado de Gobernación y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, subrayó: “No podemos permitirnos retrocesos en los avances alcanzados por la irresponsabilidad de unos pocos”.

La Asociación de Hosteleros de Sevilla, que ya ha acordado los criterios para la instalación de veladores, insiste en denunciar a los bares que incumplan las normas fijadas durante esta fase 1 del desconfinamiento. Pero Ruiz sigue apelando al civismo: “La culpa no es de los bares. Es de la gente”.

“No podemos ser guardias”

“La gente tiene que ser responsable porque podemos limpiar, desinfectar, pedir que se lleve mascarillas, pero no podemos ser guardias”, dice el párroco de Ómnium Sanctorum, Pedro Álvarez. Se abrió al culto después de mucho debate sobre la “esencia” del templo. “Pensamos en acordonar varias zonas, retirar enseres, abrir sólo antes de las misas… Esto no es un quirófano”, sentencia Álvarez.

El aforo máximo de Ómnium Sanctorum es actualmente de 86 personas. Se han recogido los reclinatorios, se ha acotado el espacio en los bancos, se ha colgado el protocolo para prevenir la expansión de la COVID-19… Después de muchas retransmisiones de misas, Álvarez espera que las medidas sean suficientes para las celebraciones litúrgicas presenciales. 

Junto a los feligreses hay muchos ciudadanos que se acercan estos días a saludar a las imágenes de las tres hermandades que residen en la iglesia de la calle Feria. Ejemplo de ello se dio también en Nervión. “He ido a ver al Señor”, contaba un vecino señalando a la parroquia de la Concepción Inmaculada, casa de la Hermandad de la Sed.

Esperando al turista

El Hostal San Isidoro, en el número 30 de la calle homónima, duró 24 días abierto. Marcelo Mazzina cambió Buenos Aires por Sevilla para comenzar una aventura empresarial que ahora está paralizada por la pandemia. Todo son espacios comunes en un establecimiento que no sabe cuándo volverá a la actividad. “Hasta que no se abra el turismo nacional e internacional, estamos muertos”, dice Mazzina. Y espera que sea en septiembre. Este italo-argentino pasó de tener una sobrecontratación de plazas para el mes de abril a contar con únicamente dos clientes de aquí a finales de año. “Está bien difícil”, asegura aunque no se rinde. “Soy muy optimista, pero la Sevilla que habíamos estudiado [al elegir la ciudad para su hostal] no va a volver hasta finales de marzo de 2021”.

Apenas hay un puñado de hoteles y pensiones abiertos en la ciudad y son aquellos de menor tamaño. Ninguno de 5 estrellas y sólo uno de 4. Muchos han aprovechado para realizar obras y labores de mantenimiento como el Hotel Sacristía de Santa Ana. “En este momento, no tiene sentido abrir. Es imposible”, dijo el presidente de la Asociación de Hoteles de Sevilla, Manuel Cornax, a Europa Press.

Preparación e higiene

El plan del Ayuntamiento incluye programas de desinfección en distintos centros educativos. “Hay mucha hierba por todos lados”, recalca Javier Méndez, portero y encargado de mantenimiento en el colegio SAFA Ntra. Sra. de los Reyes. Junto con el administrador, José María Vilariño, sigue estos días un sistema de prevención para acotar los accesos, aprovisionar de gel desinfectante y, en definitiva, prepararlo todo para el próximo lunes 18 cuando se reactiva el proceso de escolarización para el curso 2020/2021. “Estamos pensando en la obligatoriedad de la mascarilla”, comenta Vilariño.

En la librería Verbo, en la sucursal de la calle Emilio Lemos, todos los clientes llevan mascarilla y son prudentes. “¿Puedo entrar?” “¿Se pueden tocar los libros?”. Se ha dispuesto de gel hidroalcóholico a la entrada y una mampara protege la zona de pago. Jaime López y Jorge González prepararon el local el pasado sábado y aseguran que la gente del barrio se ha portado “muy bien”. “Libros no les van a faltar”, dicen.

Con la red de Bibliotecas Municipales todavía cerradas, a pesar de poder acoger un 30% del aforo, las librerías son una vía de escape. Las bibliotecas, al igual que ocurre con los principales museos y espacios culturales, están llevando a cabo tareas de desinfección y acondicionando las instalaciones para adaptarse a la normativa de salud y seguridad. Fase 1. Quedan más fases. Más días. Queda la espera.

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