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Un panadero para 25 pueblos: así se ha organizado el reparto de alimentos en la España despoblada

Furgoneta de reparto Panadería Pastelería de Lorién

Candela Canales

Acumuer (Huesca) —

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Hacer la compra se ha convertido para muchos habitantes del medio rural en una tarea complicada y que pone en riesgo su salud. Por eso personas como Yon Cabello Juez, dueño de la Panadería pastelería de Lorién, reparte los productos que elaboran en su establecimiento y hace la compra a vecinos de 23 pueblos de la Hoya de Huesca y dos de los Monegros.

Yon ya ofrecía este servicio con anterioridad al confinamiento, pero esta situación ha aumentado la demanda: “Les hacemos la compra a muchos clientes, se lo hemos ofrecido a todo el mundo y muchos han confiado en nosotros, por lo que hemos tenido que aumentar la frecuencia de los repartos para poder llegar a todos. Tenemos un convenio con un supermercado, hacemos las compras y las repartimos”.

De lunes a sábado Yon coge su furgoneta y recorre estos pueblos. En los más habitados hay reparto diario, mientras que los de menor tamaño reciben el pan tres veces por semana como mínimo. Yon tiene 25 años y hace dos años inauguró la Panadería de Lorién en Novales, una localidad de poco más de un centenar de habitantes de la Hoya de Huesca. Este servicio se ofrece “en pequeñas localidades en riesgo alto de despoblación y de desaparecer del mapa en pocos años si no se consigue asentar a la población, ofreciendo un buen servicio y productos básicos”.

También en la Jacetania

Más de tiempo lleva en funcionamiento la Panadería Bartolomé, en Santa Cilia (Huesca). El padre de Tino Bartolomé comenzó el negocio en los años 50, repartiendo por los pueblos de la zona. Fue a finales de los 70 cuando decidieron dar el paso y llevar pan a Jaca, que se ha convertido en la fuente del 70% de sus ingresos.

Aunque Jaca recoge su mayor volumen de negocio, siguen repartiendo en cuatro pueblos de la zona. Tino asegura que ha aumentado la demanda en estos municipios: “No es que haya más gente, es que se pasan todo el día en el pueblo. Son los vecinos habituales, pero antes igual pasaban todo el día trabajando en Jaca y ahora están en casa, por eso ha aumentado la demanda, en algunos pueblos con hasta un 50% más de ventas”.

Sin embargo, este aumento en el despacho no ha evitado que la facturación global haya caído entre un 20% y un 30%, ya que se ha perdido el canal de la hostelería y, además, los fines de semana ha bajado mucho la demanda de pan en Jaca, “al no venir turismo”. “Entre semana hemos notado un aumento en Jaca, pero los sábdos y domingos estamos facturando un 40% menos que antes de la pandemia”, precisa.  

No todas las panaderías han mantenido sus servicios de reparto. Alejandro Castán, de la panadería Javierrelatre, en Sabiñánigo, no reparte “en las plazas de los pueblos porque consideramos que es un foco de contagio”. Sin embargo, cualquier persona de la comarca del Alto Gállego puede llamar y encargar productos de su panadería a domicilio, si bien “de pueblos no he recibido ningún pedido, pero de Sabiñánigo sí que me llama gente mayor para que les lleve el pan a casa”.

Las tres panaderías han tenido que extremar las medidas de higiene y seguridad, con el uso de mascarillas, guantes y geles desinfectantes cuando están en contacto con los clientes. Además de la desinfección del dinero, aunque Yon asegura que ha aumentado mucho el pago con tarjeta desde el inicio de la cuarentena, para evitar el contacto con el efectivo.

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