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Liliana Ríos: “Esta Navidad, el Refugio es mi hogar”

Liliana Ríos

María Bosque Senero

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A sus 24 años, Liliana, titulada en Comercio y Mercado en Colombia, es la primera vez que pasa fuera de su casa estas fechas. A pesar de su periplo, se siente afortunada y agradecida por la acogida en el refugio, junto a otras cinco mujeres y 53 hombres. Al refugio acuden cada día personas de más de un centenar de nacionalidades que ahora, son “una nueva familia”.

El menú de la cena de Navidad en el Refugio es aconfesional; lo sirven voluntarios y los miembros de la Junta de Gobierno de la Hermandad. Los productos de la cena benéfica provienen de Mercadona, Distribuciones Rodrigo y la Cofradía Ecce Homo. Desde la COVID-19 la asistencia de personas solas en situación de vulnerabilidad a aumentado hasta llegar a superar las 250 entre Noche Buena y Noche Vieja.

Liliana es titulada en Comercio y Mercado y trabajaba en una empresa como responsable de calidad. Una amiga, casada y residente en Madrid, la animó a venir a España para buscar un trabajo mejor remunerado. Liliana dejó su empleo y se endeudó en Colombia para costear el viaje; unos 4.000 euros que al cambio allí supone una cantidad económica tres veces mayor. Ya en el aeropuerto en Madrid, su amiga no le cogió el teléfono. Gracias a un amigo de una de sus hermanas se subió a un autobús que la trajo hasta Zaragoza. Aquí no podía quedarse con él, así que Liliana pasó su primera noche en este país durmiendo en la estación intermodal Delicias; en noviembre. A las siete de la mañana del día siguiente la joven acudió a la Hermandad del Refugio; no abrían hasta las nueve. Fue entrevistada y desde entonces su vida, como ella dice “tiene luz”.

¿Porqué decide venir a España teniendo formación y trabajo en su país?

Siempre he sido una persona luchadora y ambiciosa, en el buen sentido de la palabra. En Colombia la situación del país no es buena, y aunque tenía trabajo, quería buscar la posibilidad de tener una vida mejor, con un empleo mejor remunerado que me proporcionara mejores condiciones de vida. Cuando una amiga me aseguró de que España era un país con muchas oportunidades, tras valorarlo, conseguí el dinero para pagar los billetes de avión -ida y vuelta- y la estancia de ocho días que incluía el pack que me ofreció la agencia de viajes.

¿Cómo consiguió el dinero para preparar este viaje?

Tuve que endeudarme pidiendo créditos en distintas entidades bancarias en Colombia. También mis hermanas me ayudaron económicamente. En total son cerca de 4.000 euros, que al cambio en la moneda de mi país es una cantidad tres veces superior. Es muchísimo dinero, pero estaba segura de que aquí iba a poder trabajar y salir adelante.

La realidad al llegar al aeropuerto Barajas-Adolfo Suárez de Madrid se volvió muy diferente ¿Cómo se sintió? Y ¿cómo llega desde allí hasta Zaragoza?

Llegué con una maleta de diez kilos, la facturación de equipaje más económica, y mucha ilusión. Llamé por teléfono, hice llamadas por WhatsApp porque no tenía tarjeta española, pero mi amiga no respondió. Contacté con mis hermanas, y una de ellas tenía un amigo en Zaragoza, este me dijo que sacara billete para un autobús que me trajera hasta aquí y que después veríamos qué se podía hacer. Él vive en una habitación de piso compartido, no podían meter a una persona más, pero me habló del Refugio. La primera noche la pasé en la estación de tren Delicias; hacía frío, era noviembre. Aunque me sabía que abrían más tarde, a las siete y media de la mañana estaba ya en la puerta del Refugio; no tenía nada que perder. Una vez aquí, Petra, asistenta social del centro, me entrevistó y me dijo que podía quedarme. Tenemos un mes de prueba, y dependiendo del comportamiento, la estancia puede ampliarse.

En qué momento se encuentra ahora ¿ha realizado algún trámite legal?

Una de las cosas más importantes en el Refugio es que ayudan a cada uno de los usuarios con su situación particular. Aquellos que necesitan ayuda médica la obtienen, otros como yo que necesitamos ayuda y orientación legal y laboral también la tenemos. En este momento estoy a la espera de que me llamen para tener la primera cita para obtener la documentación que me permitirá trabajar. Además, podré homologar mis estudios. Por el momento solo podría realizar trabajo “en negro” como ustedes lo llaman aquí. No es lo que quiero, pero no puedo estar parada. El otro día gané mis primeros 20 euros limpiando en una casa. Me sentí feliz.

¿Cómo es vivir en un refugio para una persona con una vida normalizada y que nunca antes había tenido que recurrir a servicios de este tipo?

Convivir con personas que han salido de la calle, que algunas tienen sus vicios, que hablan idiomas diferentes y en un espacio donde no tienes intimidad porque compartimos todo, me ha enseñado mucho. Me lo tomo como una experiencia en la vida que me hará crecer y que será buena para mí en el futuro. He aprendido a valorar muchas cosas, pero sobre todo a ser tolerante y a tener respeto por todas las personas, por otras formas de ver la vida y de pensar. Siento que soy una afortunada, porque hay personas que están mucho peor. Yo he encontrado en el refugio amigos, personas que han confiado en mí, que me han acogido y me han dado una oportunidad sin conocerme. No puedo sentir otra cosa que no sea agradecimiento.

Lleva un mes en este lugar y ha sabido hacerse un hueco, también a través del voluntariado. ¿Cómo está siendo esta experiencia?

Yo soy una persona inquieta y desde el primer momento tuve claro que tenía que hacer algo. Además de realizar cursos de formación para mi profesión, quería devolver parte de la ayuda que me estaban ofreciendo aquí, así que empecé a colaborar en las tareas que me eran posibles; servir los desayunos, comidas y cenas; ayudar a otros usuarios y usuarias con sus problemas, y también formar parte de los voluntarios que muestran a los chicos y chicas de los centros de educación que nos visitan qué es el refugio y cómo son nuestras vidas. Creo que es una importante labor y me siento agradecida de poder formar parte de ella.

¿Qué cree que le aporta a esos jóvenes que pasan por el Refugio para conocerlo y conoceros a vosotros?

Es la misma pregunta que me hacía una de las profesoras el otro día durante una visita; qué creía yo que podía aportarles a esos jóvenes, y lo tengo claro; mi experiencia de vida y mi amor y respeto por mi familia. Muchos de ellos me preguntan si he estudiado, y cómo he llegado aquí, y se sorprenden. Yo les cuento que me hubiera gustado ser neurocirujana, pero en mi país y en una familia con ocho hijos, mis padres no pudieron darme la oportunidad de pagar unos estudios tan exigentes. Yo quería tener formación, y para ello tuve que elegir otra carrera, y trabajar y estudiar al mismo tiempo; algo que es muy duro. Con este ejemplo quiero que valoren el sistema de educación que tienen en España, y también el esfuerzo que hacen sus familias al apoyarles en sus estudios. Ojalá y aprovechen esa oportunidad que otras personas no hemos tenido. Y también el valor de la familia; que sepan agradecer su crianza, sus oportunidades, la compañía y el amor de sus padres. Siempre he pensado que ser buena hija te ayuda a que todo te vaya mejor en la vida.

¿Saben sus padres la situación real en la que se encuentra?

Quienes saben todo lo que me ha pasado, sin excepciones, son mis dos hermanas. Mis padres saben que estoy viviendo en un refugio con otras personas, pero siempre les trasmito lo feliz que me siento y que esta experiencia es una oportunidad para mejorar en todos los sentidos. Dejé mi país, mi trabajo y a mi familia para luchar por un futuro mejor. Ahora no voy a volver, sería como haber sido vencida, y yo soy una mujer fuerte y con muchas ganas de echar para delante; también con la esperanza de ofrecerles una vida mejor a mis padres, que me han dado todo lo que tenían. Rendirme ahora no es una opción, por eso soy tan positiva y tan agradecida.

¿Qué le dicen en estas fechas tan señaladas? Y ¿Cómo lo está viviendo Liliana?

En estos días, me echan de menos, y yo a ellos. Es la primera vez que paso estos días tan señalados y familiares lejos de mi país y de mis seres queridos, pero les digo que no estén tristes, porque estoy muy bien, y ellos también me animal y me apoyan muchísimo. Aquí, en el refugio, me siento acogida. Me gusta la organización y las normal que imponen porque favorecen la convivencia. En mi país es todo más festivo. Yo soy ordenada, y la tranquilidad y el orden y la estabilidad que he encontrado aquí me hacen pensar que este es mi lugar y que tomé la decisión correcta, a pesar de que el comienzo no haya sido el que esperaba.

Esta noche es Noche Buena ¿Cómo la estás preparando?

Con ilusión y con ganas. Ayudaré a servir la cena y estaré con mis compañeros y con las personas que forman parte del Refugio. Ahora este es mi hogar, mi casa; ellos forman parte de mi familia. Soy una mujer de fe, tengo esperanza y sé que con la ayuda de Dios sé que todo me va a ir bien aquí.

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