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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Mal de altura en la desescalada

Pedro Sánchez durante su comparecencia del sábado 23 de mayo.

Arsenio Escolar

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La desescalada está provocando en algunos representantes públicos un conjunto de trastornos que hasta ahora se relacionaban más con la escalada, con el mal de altura, con la subida rápida a puntos de gran altitud sobre el nivel del mar: dolor de cabeza, cansancio, náuseas, pérdida del apetito, irritabilidad... y confusión e incluso coma. En la confusión de la desescalada, se están produciendo errores de variado tipo. Errores risibles y anecdóticos, como el de este lunes de la vicealcadesa de Madrid, Begoña Villacís, cortando una cinta rodeada de cámaras para reabrir una terraza, o como el del pasado sábado del dirigente de Vox Iván Espinosa de los Monteros, comparando sus pequeñas manifestaciones -unos 20.000 manifestantes en toda España, según balance de medios cercanos a Vox- con las de la celebración de la Copa del Mundo de fútbol. Y errores nada anecdóticos que más que risa provocan alguna preocupación.

Tras muchas semanas durísimas, aguantando firme la estrategia de primero la salud y luego la economía -pero construyendo al mismo tiempo un sólido escudo social-, de prudencia y cautela, de ir paso a paso y sin prisas, estrategia que ha dado frutos evidentes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dudaba este pasado domingo y anticipaba un cierto viraje. Anunciaba a los presidentes autonómicos una especie de café para todos por el que, “si nada se tuerce”, muchas autonomías estarán fuera del estado de alarma a lo largo de los próximos días y la totalidad del país a finales de junio, y a primeros de julio barra libre a la llegada de turismo extranjero.

Sánchez renunciaba así a sus propias instrucciones para una desescalada gradual, asimétrica y sin fechas. “Es por la presión del sector turístico, el mayor lobby del país”, comenta un exministro correligionario del presidente. Sea por eso, o sea por la feroz competencia entre países europeos que se está desatando por lo que quede este año del turismo de sol y playa, o sea por la necesidad de dar buenas noticias tras la polémica por el acuerdo con EH Bildu de la semana pasada, o sea por las presiones de la derecha y de la gran mayoría de presidentes autonómicos, socialistas y del PP, lo cierto es que el amago de cambio de rumbo de Sánchez resulta controvertido.

La aceleración y desorden de la desescalada conlleva muchos riesgos sanitarios. Los técnicos no se cansan de repetirlo. Los datos de nuevos contagios, internos en UCI y fallecimientos son cada día mejores, pero aún son dramáticos. El virus sigue propagándose y es muy peligroso y aún no del todo conocido. Si los gobernantes se relajan, los gobernados se relajarán mucho más. Si los gestos irresponsables de dirigentes políticos menudean, se dispararán entre los ciudadanos. Muchas escenas callejeras de este lunes en el centro de Madrid eran más propias de un día caluroso de la primavera o el verano del año pasado que de la fase 1 o incluso de la fase 2 de la desescalada de la pandemia.

Los riesgos de rebrotes son altos, especialmente si se generaliza entre la población la relajación de medidas de seguridad. Los procedimientos de detección rápida que se están montando dan cierta tranquilidad en términos generales de salud pública, pero ninguna en términos individuales, a cada uno de nosotros. Y si hay rebrote, ninguno de los que hoy sugieren, piden o exigen a Sánchez que acelera en la desescalada entonará un mes culpa. Probablemente serán ellos mismos los primeros que señalarán al Gobierno como culpable.

Por si la confusión y el desorden de la desescalada fueran pocos, más noticias que crean mal de altura este lunes. Por un lado, los datos oficiales de muertos y de contagios se revisan a la baja, y muchísimo. Por otro, una jueza de Madrid llama como imputado al delegado de Gobierno por autorizar las manifestaciones del 8M.

Expertos jurídicos ven a esa causa contra el delegado del Gobierno en Madrid poco recorrido: es muy difícil apreciar prevaricación en una resolución permisiva con un derecho constitucional de los ciudadanos, en este caso el de manifestación; otra cosa sería con una resolución restrictiva. Pero el frente judicial central de la pandemia no se abrirá en los juzgados ordinarios de Madrid. Se intenta abrir en el Tribunal Supremo, donde ya se acumulan medio centenar de querellas y demandas. Medio centenar, sí. Como se comentó aquí hace mes y medio, cuando las querellas ante el alto tribunal eran apenas media docena, en muchos despachos se trabaja desde hace meses para provocar una especie de 'juicio de Núremberg' contra el Gobierno por la pandemia. Tardaremos algún tiempo en ver si lo consiguen. A los magistrados les llevará bastantes semanas tomar las primeras decisiones. La desescalada de legajos en el Supremo no se acelera.

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Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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