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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Tensión en el Gobierno, grietas en Unidas Podemos, riesgo en la izquierda

Irene Montero y Ione Belarra.

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La guerra desencadenada el pasado 24 de febrero por Rusia contra Ucrania ha provocado una nueva tensión entre los dos socios del Gobierno de coalición español, PSOE y Unidas Podemos (UP), y toda una grieta interna en la propia UP. 

La primera, la tensión, era previsible. En dos años largos de Ejecutivo de coalición -que este lunes ha cumplido 26 meses-, los dos socios han chocado en los más variados asuntos de mucha menor relevancia que esta peligrosísima guerra desatada por Vladímir Putin. Las posiciones de uno y otro socio, tanto en política internacional como en materias de seguridad y de defensa, son muy diferentes. Precisamente por ello, el presidente, Pedro Sánchez, se guardó para sí mismo y para su cuota de ministerios tanto el de Exteriores como el de Defensa. La tensión entre los socios por la guerra será guadiánica, tendrá idas y venidas, picos y valles, dependiendo de los escenarios bélicos que se vayan sucediendo, pero es muy probable que unos y otros -por lo mucho que se juegan con la estabilidad del Gobierno- la tengan controlada. Lo indica así el repliegue de este lunes de Podemos, al decir su portavoz, Isa Serra, que la secretaria general de la formación morada y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, no se refería al PSOE cuando este domingo pasado habló de “los partidos de la guerra”.

Lo segundo, las grietas que se están abriendo dentro de Unidas Podemos, con Podemos en unas posiciones y con Alberto Garzón -líder de Izquierda Unida y ministro de Consumo-, Joan Subirats -de En Comú y ministro de Universidades- y sobre todo Yolanda Díaz -vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo- en otras, eran también previsibles, pero a todos les será más difícil volver atrás, cerrar las fisuras. Las diferencias -y no sólo sobre la guerra, donde la vicepresidenta Díaz se ha alineado totalmente con el presidente Sánchez- son notables y crecientes. Este lunes, en la misma comparecencia en que quitaba hierro a las palabras de Belarra, la portavoz de Podemos insistía en que Díaz sigue siendo la futura candidata electoral. Pero, al mismo tiempo, en el entorno de Díaz se ve a la vicepresidenta “cada día más lejos” del proyecto que ahora lideran Belarra e Irene Montero -ministra de Igualdad- y que antes lideraba Pablo Iglesias, estos días muy activo en redes y medios y muy crítico con el Gobierno del que fue vicepresidente. Quizás ese distanciamiento se produzca porque Díaz vea a la formación morada poco dispuesta a sumarse sin reticencias a esa plataforma que no se llama plataforma -ni Frente Amplio- que quiere articular la vicepresidenta para unir a toda la izquierda del PSOE, una alternativa que aspira a ser trasversal y no de nicho y que no se quiere basar en marcas políticas ya existentes sino en personas y colectivos.

Díaz anunció hace unos días que en breve empezaba una gira por toda España para empezar a levantar ese proyecto. El anuncio fue antes de la guerra, eso sí, y antes de que se acentuaran las discrepancias internas. Si ante las dificultades tira la toalla o no consigue completar sus planes, el problema no será solo de Yolanda Díaz, de Podemos y de Unidas Podemos. Será también del PSOE. Si a la izquierda del PSOE se presentan en las próximas elecciones generales varias candidaturas, los votos populares de izquierda que no generarán escaños se contarán por cientos de miles. En las últimas generales, en noviembre de 2019, Unidas Podemos logró escaño en 24 de las 50 circunscripciones electorales. En las otras 26, logró votos populares, pero no escaños. Si la izquierda del PSOE se dispersa en varias listas en las próximas elecciones, le será imposible ni siquiera repetir ese resultado. En las circunscripciones medianas y pequeñas no entrará en el reparto de actas para el Congreso, y el PSOE no tendrá a su izquierda escaños suficientes como para repetir un nuevo Gobierno de coalición que no esté al continuo sobresalto de apoyos coyunturales en las Cámaras. La suma se quedará muy lejos de la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados. 

La convicción de que también es muy improbable que la suma de PP con Vox llegue a esa mayoría absoluta no debe servir de consuelo ni de relajamiento. El auge de Vox, la nueva etapa del PP con Alberto Núñez Feijóo de líder, el previsible hundimiento de Ciudadanos y el también previsible auge de candidaturas localistas, como ha pasado en las recientes elecciones del Castilla y León, convierten el tablero electoral español en un territorio de muy alta sismicidad y mapa final imprevisible.

Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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