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La sexta edición de 'Una Señora Fiesta' de Rodrigo Cuevas llena 'La Bilortera' de color, música, y diversidad

Prau de 'La Bilortera', PIloña, donde se celebra 'Una Señora Fiesta'

Aitana Castaño

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Un vilorto es una especie de arbusto de tallos largos y flores con hojas blancas que parecen nieve. En asturiano se escribe con b y se termina, por supuesto, en -u, bilortu y en jerga patria, al menos en la cuenca minera, también se refiere a un porro. Pero volvamos a la botánica legal. Con todo lo dicho, deducimos que una 'bilortera' es el lugar en el que crecen los b(v)ilortos, a mansalva, como si fueran una planta invasora (tal vez lo sean).

El prau de Una Señora Fiesta (USF) se llama 'La Bilortera' y este fin de semana no se llenó de flores de tallo largo y hojas como la nieve. Porque en el evento del verano en Piloña, por obra y gracia de Rodrigo Cuevas y el fantástico grupo de La Benéfica, no triunfó el blanco. O no solo. La sexta edición del festejo fue una apoteósis de color, música, picnic y diversidad a la que ya están acostumbrados los 15 vecinos de la localidad de Vegarrionda, el pueblo que la acoge en este concejo del interior asturiano.

No sabríamos explicar muy bien en qué momento del sábado 22 de julio, jornada de reflexión, comenzó USF porque tal vez fue el viernes, cuando los integrantes de los grupos 'Pan Sen Fon', de A Coruña, y 'La Plazuela' de Granada, se juntaron en las horas previas al gran evento y desgranaron en pettite comité, un “tiny desk chigre” que incluyó tortillas de patatas y tanta fusión como la del picnic que ganó el concurso de merendolas que puso en marcha la organización.

'Interculturalidad de la romería' se llamaba el grupo, formado por Marruecos, Guatemala, Aragón y Asturies que se alzó con el galardón. En las horas previas al inicio del festival en sí, los otros praos de Vegarrionda que no se llaman “La Bilortera” sirvieron de escenario para este concurso y también para el baile.

Una chica “random”, decimos los modernos, preguntaba a todo el mundo: “¿A quién vas a votar?”, sin un “buenos días” que lo precediera. La encuesta a pie de romería dio una clara vencedora, me dijo. Las elecciones sí rondaban entre las empanadas y las gaitas. “¿Qué crees que va a pasar mañana?”, se repetían las conversaciones entre grupos. “Díselo, díselo a él que tiene que ir a votar que dice que mañana igual no va”. 

Mañana era otro día. Casi otra vida.

'La Bilortera' abrió sus puertas puntual. Los primeros en pisar el prau hablaban inglés, después vendrían ecos de palabras en catalán, euskera, árabe, francés, alemán, español castizo, castellano del sur, asturiano, claro.

DJ Volantazu, uno de los álter ego de Rodrigo, con bata de andar por casa recibió a los festivaleros. Aires de ganas de bailar entre los primeros y un recuerdo a Roberto Vena, el músico y vecino piloñés de 88 años que falleció hace unos días y que compartía dúo, muy célebre, con Cuevas: “Tiembla Caperea”.

Ya rayaba la noche cuando sonaron los primeros acordes de Fee Reega. La artista alemana, afincada en Asturias, sonó en el valle con esos sonidos que pasan del lamento a la exaltación que tanto caracterizan a ella y su excelente grupo. Para cuando subió al escenario el siguiente invitado, Xurxo Fernándes acompañado de su colorida, alegre y exquisita familia musical de “Pan Sen Fon”, el orpín (que es menos que “orbayu”) no calaba pero rondaba los cuerpos del respetable que se lanzó, de lleno, al baile, a la perversión sincera, al gozo de que “mañana será otro día”.

El festival, además de música, lleva implícita una forma de ser, de respetar a los demás y al mundo entero, también a 'La Bilortera' y su pasto para ganado (que ellas, las vacas, si que son las señoras del lugar). También fue un espacio seguro con punto violeta “escontra de les violencies machistes” y apoyo a empresas locales como Cerveza Ordum, Orbayu Gin y Sidra Viuda de Angelón. (El agua era gratis).

'La Plazuela' agarró el subidón que dejaron las panderetas gallegas para traer el sur a este norte por el que, y cito textualmente, los granadinos “mueren”. Un norte lleno de gente que parece guapa, y lo es, por la energía que transmiten cuando se relacionan entre ellos, aunque no se conozcan de nada. Como si, sin hablarlo, entendieran que estar ahí, en Una Señora Fiesta, disfrutando es un lujo que no merece la pena estropear. 

La noche terminó con WonderBraz DJ, pero esta cronista no puede contaros más porque se fue para casa. Al día siguiente, hoy, el mundo seguía rodando más allá de Vegarrionda donde, por cierto, casi no hay cobertura.

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