8M: Ni pedimos ni esperamos
06/03/2018
"Lo comprendo. Hay que defender sus derechos. Lo haría también, lo hace también, la Santísima Virgen María". Son las palabras del arzobispo de Madrid de hace tan sólo una semana. Ahora que la Iglesia Católica apoya la huelga convocada por el movimiento feminista para el próximo 8 de marzo, ahora que el PSOE ha anunciado públicamente que pararán ese día, y ahora que hasta Cifuentes o Arrimadas se han llamado a sí mismas feministas, podemos asegurar que la huelga ya es un éxito. Al menos desde el punto de vista simbólico, estamos ganando la batalla cultural y estamos haciendo que las demandas que hasta hace poco parecían condenadas a la estigmatización y la marginalidad estén pasando a ser de sentido común. En la actualidad el feminismo es seguramente el único movimiento social con fuerza e influencia suficientes para tener un impacto en el debate público y transformarlo: los “yo también”, “yo te creo, hermana” o “yo soy manada”se han erigido en tiempos recientes en mensajes contundentes contra el machismo social e institucional que denuncian el status quo y, a su vez, generan procesos de solidaridad y empatía con efectos multiplicadores.
Estos avances culturales y simbólicos son importantes y tienen la capacidad de calar en cambios reales de transformación de la sociedad. Sin embargo, nuestra lucha no es -únicamente- por lo simbólico. Necesitamos ir más allá. No deja de ser paradójico que algunos de estos relatos, provengan de ciertas organizaciones e instituciones, que llevan tiempo negándose a llevar a cabo políticas feministas. A todas ellas, que se han visto arrastrados los últimos meses, o semanas, o días, por la ola feminista e intentan surfearla y utilizarla para sus propios fines, les decimos: voten a favor de políticas que nos permitan avanzar hacia un modelo de cuidados radicalmente distinto, porque el que tenemos que está obsoleto, es ineficiente, insostenible y sobre todo injusto; pongan presupuesto para acabar con las violencias machistas, para que así las mujeres tengamos alternativa habitacional y podamos ser independientes cuando nuestras parejas se convierten en maltratadores; echen para atrás la reforma laboral del 2012 que precariza el empleo y genera cientos de miles de contratos a tiempo parcial, de horas, con salarios de miseria y que nos tocan sobre todo a las mujeres; dejen de degradar la educación pública para apostar por la concertada, en la que segregan a niños y niñas y reproducen el modelo heteropatriarcal de sociedad. En definitiva, dejen de llamarse feministas y pónganse de una vez a hacer políticas feministas.
Feminismo en movimiento
08/02/2017
Las mujeres llevamos demasiado remendando la miseria que nos imponen para sacar la vida adelante. Llevamos mucho haciendo malabares con ingresos insuficientes y horarios que no dan para todo. Compaginando empleos infrarremunerados, cuidados familiares y tareas invisibles que nos hacen la vida imposible. Es por eso que no nos sirve un feminismo que salve a unas pocas y nos dé migajas a las más. Necesitamos un feminismo que afronte la feminización de la pobreza, que plantee una reorganización de los trabajos, que aborde una crítica de conjunto y con el que podamos generar herramientas útiles en el ahora para la mayoría de mujeres. Eso pasa por centrar nuestra acción en ese afuera que sigue castigado por la crisis y por una alianza con el movimiento feminista.
Y es que cuando hablamos de descentralizar no es sólo un consenso que hemos construido entre todas y que todas ponemos sobre el papel. Para nosotras significa sobre todo poner la política en lo cotidiano, allí donde la vida discurre, en donde se encuentran las mayorías sociales. Pero también, donde la vida se resuelve precariamente a hombros de miles de mujeres que protagonizan cada día lo imposible: dar salida a las necesidades que nadie está cubriendo. No podemos esperar a tiempos (o gobiernos) mejores para que este peso deje de recaer individualmente en las mujeres. Tenemos la responsabilidad de ser una herramienta útil para ello en el ahora.
Democracia, proporcionalidad y pluralismo por un Podemos en movimiento
19/12/2016
Si no creyera en lo que duele
03/11/2016
En 1979 el cantautor y poeta cubano Silvio Rodríguez escribió 'La Maza', un tema que se publicaría en el disco Unicornio tres años después. Yo tenía un año. Nadie puso en mi casa ese disco en aquel momento ni tarareó nunca esa canción mientras me acunaba.
Cuando mi hermano mayor se fue a la ciudad a estudiar a la Universidad, todos lo despedimos con un orgullo que no nos cabía en el pecho. Estábamos orgullosísimos y muy contentos, pero justo cuando el tren se perdió de vista en el andén y sin previo aviso, a mí se me abrió un agujero, un vacío. Mi hermano mayor, que me explicó quién era el hombre aquel en dos dimensiones que salía en las camisetas, mi hermano mayor que me había descubierto a Queen o a los Celtas Cortos se iba y yo tenía que poner algo en el vacío que había dejado. En definitiva, tenía que hacerme mayor yo también. Y yo me hice mayor con Silvio.
Quienes sobran son ellos
18/12/2014
Unas pancartas colgadas en el edificio de los sindicatos en Cádiz nos recuerdan que 618 trabajadores de Delphi siguen esperando una solución tras más de siete años desde que la fábrica cerrara para trasladarse a Tánger y Polonia, alimentando así la carrera a la baja por los derechos laborales y la búsqueda de mayores beneficios empresariales. Estos días diez representantes de Delphi, de los cuatro sindicatos implicados en el conflicto y del colectivo que mantiene un encierro desde hace más de 300 días, han pasado por Bruselas, dejando ver sus pancartas y camisetas por el Parlamento Europeo.
En una reunión con diputadas y diputados en la fría y burocrática Bruselas, Miguel Paramio trata de aguantar el tipo explicando con diapositivas la historia del conflicto. Pero las imágenes en la pantalla son algo más que un ‘copia y pega’ y provocan que al sindicalista se le rompa la voz en llanto y se le desmorone el cuerpo hasta el punto de no poder continuar. Delante de él, la funcionaria de la Comisión Europea comprueba que los 10,5 millones del Fondo de Adaptación a la Globalización que enviaron hace siete años a la Junta de Andalucía no han conseguido frenar el llanto y el sufrimiento de las víctimas de la avaricia de las multinacionales. “Trabajadores excedentes” es el término que se usa en la jerga institucional para referirse a quienes vieron sus vidas y sueños truncados por el cierre de su empresa.
La degradación del modelo de relaciones laborales
31/03/2014
Camino del trabajo escuché unas declaraciones de Juan Rosell, presidente de la CEOE, en las que afirmaba que los salarios subieron en exceso en 2008 y 2009, que los aumentos salariales deben seguir siendo muy moderados hasta que se consolide el crecimiento, que siguen sobrando empleados públicos y que una de las maneras de favorecer el empleo juvenil sería un salario mínimo inferior al general para la juventud. No daba crédito a lo que oía.
En los años 60, los salarios se acercaban a un crecimiento próximo a la evolución de la productividad; desde los 90, sólo garantizaban el poder adquisitivo. El peso de los salarios en la renta nacional no ha dejado de disminuir, y a favor del excedente empresarial. El porcentaje que representan los salarios no ha parado de bajar y el de los beneficios no ha cesado de subir. A la vez, se "normalizó" una tasa de paro muy elevada. Ello lastraba el crecimiento económico.