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Supervivientes de una patera con rumbo a ninguna parte

Dos agentes de la Policía Nacional ayudan a una persona migrante a descender del buque 'Unisea'. EFE/Elvira Urquijo A.

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

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Los 20 ocupantes de la última patera rescatada en la peligrosa ruta a Canarias llevaban dos semanas en el mar, sin víveres, deshidratados, exhaustos, perdidos a 800 kilómetros al suroeste de El Hierro, con rumbo a donde ya solo hay océano por delante y muy escasas opciones de sobrevivir.

Dieciocho de ellos pueden contarlo porque un pesquero marroquí se cruzó en su camino el sábado cuando ya habían sobrepasado su límite, como revela el hecho de que sus otros dos compañeros murieron a las pocas horas de ser rescatados: un hombre en el mercante que los recogió en océano abierto y una mujer en el hospital adonde la evacuó un helicóptero militar tras más de 500 kilómetros de vuelo.

Los ocho que peor se encontraban (incluida esa última mujer), llegaron ayer, domingo, a El Hierro en dos helicópteros del Servicio de Búsqueda y Rescate (SAR) del Ejército del Aire en Canarias; los otros once supervivientes han desembarcado esta tarde en Las Palmas de Gran Canaria del carguero Unisea y, con ellos, parece que se empieza a resolver la pregunta que flotaba en el aire desde que se conoció su historia.

Las autoridades prefieren ser cautas, pero por los testimonios que han escuchado esta tarde sus voluntarios entre los supervivientes, la Cruz Roja cree que puede tratarse de una patera que estaba perdida desde finales de enero, una barca que salió de Dajla, en el Sahara, el día 25 y de la que no se sabía nada desde entonces.

“Los chicos dicen que llevaran entre diez y catorce días a la deriva. Creemos que sí, que puede ser esa patera que estaba perdida desde algún tiempo atrás”, ha señalado a los periodistas el portavoz de la Cruz Roja en Gran Canaria, José Antonio Rodríguez Verona.

La ONG Caminando Fronteras, que hace semanas dio la voz de alarma de la falta de noticias sobre esa embarcación, también tiene más que sospechas al respecto, porque coincide el tipo de patera y las nacionalidades predominantes entre los supervivientes, procedentes de Guinea Conakry, Costa de Marfil y Sierra Leona, la mayoría.

Su portavoz, Helena Maleno, lleva dos días recibieron llamada tras llamada de los familiares de la patera desaparecida, sobre todo desde que saltó la noticia de que se había encontrado a un grupo de inmigrantes perdidos muy al sur de El Hierro, con aspecto de llevar muchos días en el mar. Esta tarde, no dejaba de pedir fotos del desembarco en Las Palmas, para intentar confirmar la identificación.

Si las cosas son como sospechan, pueden que falten hasta ocho ocupantes más (algo que está por averiguar) y hay que lamentar con seguridad dos nuevos muertos en las travesías cada vez más peligrosas que los inmigrantes emprenden camino de Canarias, haciéndose al mar más y más al sur, incluso desde Gambia.

Pero en esta ONG piensan en que si es así, serán 18 vidas salvadas, no otra patera desaparecida en el Atlántico con todos sus ocupantes. Sería la tercera desde diciembre, según sus cuentas.

Este grupo de jóvenes emigrantes africanos parece que perdió el rumbo tras salir hacia su sueño europeo, en unas condiciones meteorológicas en el mar bastante adversas, relata el portavoz de Cruz Roja. De hecho, para rescatarlos, el Unisea tuvo que pedir ayuda a otro barco de gran tamaño, para que le hiciera de pantalla contra viento y pudiera izar a los supervivientes a cubierta.

La imagen que vieron al socorrer a los náufragos los marineros del Unisea, que estaban en ruta desde Nigeria a Las Palmas de Gran Canaria, fue tan dura, que en esta tarde en el puerto les esperaba una asistencia psicológica. Lo había pedido su capitán, pero finalmente no fue necesario, porque las cosas se calmaron en las horas de navegación que les quedaban hasta el puerto de La Luz.

Los once supervivientes que han llegado este lunes a Gran Canaria han bajado del barco con evidentes dificultades para caminar. La mayoría han necesitado la ayuda de dos personas para descender por la pasarela desde la cubierta al muelle.

Y, aún así, se sostenían a duras penas.

Sin embargo, la Cruz Roja es optimista. Están débiles, dice su portavoz en el operativo de esta tarde, “pero están en muy buenas condiciones” para lo que han pasado durante dos semanas en el mar.

Con ellos, ha llegado el cadáver de una de las dos víctimas, un hombre de 20 a 25 años de una estatura considerable. Él y su compañera de bote que falleció este lunes en el Hospital de La Candelaria elevan ya a cuatro la cifra de víctimas que deja la ruta migratoria atlántica en las costas de Canarias en lo que va de 2020; entre ellos, un bebé nacido y muerto en una patera rumbo a Lanzarote.

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