Supermercados 24 horas y comida para llevar: el comercio del casco histórico de Logroño se transforma para el turista
Hace poco más de un año que la tienda de moda Petit Paris cerró para siempre su puerta en la calle Sagasta, a un paso de Portales, en pleno casco histórico de Logroño. Había tomado el nombre de la perfumería de toda la vida en la cercana calle Hermanos Moroy, en cuyo local puso en marcha la tienda en 2014. Años más tarde, se mudó a Sagasta para ocupar otro local de los que permanecen en el recuerdo: Lencería La Sirena, en negocio que paso de generación en generación desde 1934 hasta su cierre en 2021.
En pocos días, ese local emblemático lo ocupará una tienda de gofres para llevar. Justo al lado, otro local emblemático de comercio textil, La Villa de Madrid, será una vinoteca con tienda de souvenirs. Cerca, en Muro de Cervantes, la Ferretería Larrea echó el cierre también a finales de 2024 después de 70 años de actividad. Su emblemática fachada la ha ocupado ya un llamativo y luminoso salón de uñas y peluquería.
El Observatorio del Casco Antiguo de Logroño ha alertado de esta transformación comercial. De hecho, puntualizan no estar en contra de una apertura aislada, pero llaman a mirarlo como un fenómeno conjunto. “Vemos que la mayoría de nuevos comercios que se abren son de ese tipo, lo que condiciona el tejido comercial y los servicios que se le dan al vecindario”.
Este “monocultivo comercial”, como lo ha denominado el vecindario, está cambiando los comercios de siempre por tiendas de hostelería 'take away', souvenirs y tiendas de gominolas, mientras se están perdiendo servicios para los vecinos y vecinas, que tienen que salir del barrio para comprar las cosas diarias. De hecho, hace pocas semanas abrió el primer supermercado del barrio en Portales, una reclamación del vecindario, pero que no cumplió sus expectativas y siguió el patrón de los cascos históricos de otras ciudades.
“Tiene una sección de souvenirs que es más grande que la de productos frescos”, ejemplifica un vecino. Es un supermercado de los llamados 24 horas, con un amplio horario de apertura, que, tal y como explica, “están diseñados para suplir las necesidades más inmediatas del público que tiene la calle donde se ubican y ahora el mayoritario son turistas y visitantes”.
No solo el vecindario se ve afectado por esta transformación, también el propio tejido comercial porque las rentas de esos locales aumentan. “Estos nuevos negocios que se están instalando tienen un beneficio inmediato cada fin de semana, lo que es muy difícil para una tienda de ropa, por ejemplo”. Los beneficios no son los mismos y, por tanto, la renta que pueden asumir tampoco. De hecho, hay comercios que han echado el cierre en el casco antiguo y han tenido que continuar con su actividad en otro lado de la ciudad.
Quieren potenciar el comercio local de kilómetro cero, pero no potencian al cliente de kilómetro cero
“Lo único que quieren es que haya más visitantes, da igual que sean del barrio o de fuera”, dicen desde el Observatorio del Casco Antiguo, que afea que la mayoría de las acciones promocionales “están centradas en generar más flujo, da igual de dónde”. En este sentido, también advierten que “quieren potenciar el comercio local de kilómetro cero, pero no potencian al cliente de kilómetro cero”. Para el vecindario, ambos tienen que ir de la mano: “Si un barrio tiene un tejido social fuerte, también tiene una clientela fija y fuerte que pueda sostener un comercio local rico y fuerte. Si quieren comercio local, tienen que tener clientes locales”.
No obstante, son conscientes de que la ciudad no es inerte y el tiempo no puede detenerse tampoco para ella. “Entendemos que el casco antiguo no va a ser igual que hace veinte años, las personas cambian y con ella los negocios”. Por ello, ven cierta resistencia en esos pequeños comercios que se inician también en el casco antiguo, muchos de ellos relacionados con la artesanía, la decoración o los regalos. “Hay falta de relevo en el comercio y el que hay está concentrado en ese tipo, pero es un ejemplo del cambio de los tiempos”.
“Un centro comercial al aire libre”
Lo que no entienden y denuncian es que cambien los servicios. “Que se reduzca el vecindario porque no tiene servicios”. Así, mientras reconocen al Ayuntamiento la labor con el patrimonio, relacionado con la conservación de fachadas o letreros, ven con desesperanza que haya una concejalía solo para la promoción turística o que no haya un plan para el casco histórico centrado en el comercio, “o si lo hay es dirigido al turista y a los visitantes”. De la misma manera que se muestran expectantes para ver a qué se destina la segunda planta del Mercado de San Blas.
Esta es una transformación del casco antiguo con la que, para la plataforma vecinal “las calles se están convirtiendo en pasillo de un centro comercial al aire libre”. En el Observatorio lamentan que se ha creado “un círculo vicioso que expulsa al vecindario”. “Los pisos turísticos crean una clientela de turistas que supone un flujo constante que hay que abastecer y no quieren comprar borraja o puerros de la huerta, quieren comprar tarta de queso, un gofre y después tomar una copa en la Calle Bretón o la Plaza del Mercado”. Y sentencian: “Cuando se habla de pisos turísticos se señala el vandalismo, ruidos, eso es inmediato, pero el problema más profundo, que condiciona realmente el tejido vital del centro histórico es el comercio”.
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