El Heliodoro Rodríguez López cumple hoy 94 años
Nunca se había nada igual en la Isla. Fue la inauguración del nuevo Stadium del CD Tenerife. Aquel 25 de julio de 1925, el presidente de la entidad, el ingeniero Muñoz Pruneda, vio cumplidos un sueño profesional y una aspiración deportiva. Y más de siete mil personas asistieron a la cita y colapsaron la ciudad.
Lo cuenta Domingo Rodríguez en La Prensa: “Desde la Plaza de la Constitución a la Plaza de la Paz y a todo lo largo del Paseo de las Asuncionistas, la fila interminable de autos daba la nota de extraordinaria alegría y movimiento en nuestra población, aumentada por gran cantidad de forasteros llegados de los principales pueblos de la Isla”. Una semana antes se había inaugurado el campo Parque de la Avenida (donde hoy arranca la Avenida Tres de Mayo, junto a la Terminal de Guaguas), sede que fue primero del Laurel y luego del Fomento, pero la puesta de largo del Stadium era diferente. Era un acontecimiento social.
El club construyó su nuevo hogar tras adquirir los 24.000 metros cuadrados (pagados a 25 pesetas el metro) de la finca Cañadas, sita junto a la entonces inexistente calle San Sebastián. Y los pagó tras emitir acciones, a 100 pesetas cada una, que fueron compradas por ciudadanos anónimos y empresarios. Destaca ahí la aportación de 5.000 pesetas de Francisco Pérez, dueño de una fábrica de helados y conocido como Paco el de la Valenciana.
Eso sí, el coste de las obras obligó a la entidad a firmar un empréstito con la Caja de Ahorros. Pero el día de la inauguración nadie pensaba en deudas. Y menos las autoridades ubicadas en el palco, con el gobernador civil Villar Granjel a la cabeza, acompañado del alcalde de la ciudad, Francisco la Roche. El arcipreste Herráiz Malo bendijo la instalación y los padrinos de la ceremonia fueron el patrocinador Sixto Machado y la esposa del presidente, Rosario Rivera.
Aquel histórico sábado, durante la bendición del Stadium, la Sociedad Colombófila soltó más de mil palomas al vuelo sobre un terreno de juego nivelado con varias capas de tierra y que tenía las mismas medidas que el Metropolitano de Madrid (105x67 metros). Luego, el Tenerife y el Marino grancanario saltaron al terreno de juego. Los blanquiazules lo hicieron con su uniforme de gala, que incluía una bella chaqueta cruzada de la que se despojaron antes de iniciarse el choque.
Porque después del boato hubo un partido de fútbol. Pésimo, por cierto. A Pascual (68’), delantero del Tenerife, le cupo el honor de marcar el primer gol en el nuevo Stadium al rematar un córner ejecutado por Castellano. Cinco minutos después, Teodosio batió a Baudet y empató el Marino. El gol del definitivo triunfo local (2-1) lo marcó a falta de doce minutos un pibe de 18 años que después sería figura nacional y luego un mito: Ángel Arocha.
(*) Este texto forma parte del libro El CD Tenerife en 366 historias, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.
0