‘Mamé’ León, un técnico para las urgencias que dio la cara en tiempos de crisis
La carrera en los banquillos de José Manuel León responde al perfil de los hombres de la casa a los que se recurre para poner remiendos de los que no son responsables. Mamé León obtuvo el título de entrenador en Madrid en 1977 y comenzó su periplo como técnico de la entidad amarilla haciéndose cargo del juvenil A de la UD Las Palmas. Con posterioridad entrenaría a Las Palmas Atlético durante cuatro temporadas, ascendiendo al cuadro filial a Segunda B en la campaña 78-79.
Su debut oficial como entrenador del primer equipo tuvo lugar el 26 de octubre de 1980. Llamado de urgencia cuando dirigía en la categoría de bronce a un equipo de promesas armado en torno a Manolo López, Cundo, Sergio Marrero y Luiso Saavedra, sustituyó a Antonio Ruiz en la octava jornada, con victoria a domicilio frente al Real Zaragoza (2-3, con dos goles de Benito Morales y uno de Julio Suárez). De su mano, el equipo salvó la categoría (15º de 18) con cinco puntos de margen sobre el primer descendido.
León mantuvo la confianza de la junta directiva para el curso siguiente, pero acabó sustituido, tras la jornada 22, por el paraguayo Heriberto Herrera, cuando los amarillos estaban al borde la zona roja, empatados a 18 puntos con el Sevilla. Dejó al equipo en el mismo puesto en el que le colocó meses antes para salvar la permanencia en Primera.
Convertido en el técnico de la casa para los remedios de urgencia, Mamé León vivió sus días más amargos en la Unión Deportiva en la primavera de la siguiente temporada. El 12 de marzo de 1983 volvió a sentarse en el banquillo del Estadio Insular para tratar de enderezar el rumbo del grupo que preparaba desde el verano anterior el austriaco Walter Skocik (13º, dos puntos por encima del descenso).
Aquel sábado, a siete citas del final de la Liga, Las Palmas ganó al Real Racing Club (2-1, Juani y Pepe Juan), luego empató en Salamanca (1-1) y se impuso al Real Betis (1-0). Tras la 30ª jornada, el margen de seguridad ya era de cuatro puntos, pero un póquer de derrotas (3-0 en Vigo, 0-3 ante el Real Madrid, 7-2 en el Nou Camp y 1-5 ante el Atheltic Club) acabaron con la estadía en la hoy Liga Santander. Las Palmas firmó 25 puntos, igual que el Valencia, pero el coeficiente goleador salvó a equipo che.
Poca responsabilidad tuvo en el Annus horribilis de 1992, cuando, en su penúltimo ejercicio de fidelidad a los colores, obró como quinto entrenador (tras Miguel Ángel Brindisi, Germán Dévora, Roque Olsen y Benito Joanet) de un grupo que, a cinco fechas del final del campeonato de Segunda División, ya era un colista desahuciado con ocho puntos de desventaja y diez en juego.
Ya en la temporada 2008-09, formó tándem con Paco Castellano –otra leyenda de la UD Las Palmas— para elevar interinamente, en las cuatro últimas jornadas, a Javier Vidales. Juntos, esta vez sí, aseguraron la permanencia en la LaLiga Smartbank. Fue su último servicio de honor para un hombre bueno, leyenda amarilla, dentro y fuera del campo, por derecho propio.
Su balance global como responsable del primer equipo de la UD es de 69 encuentros (de los que cuatro junto a Castellano), con 25 victorias, 11 empates y 32 derrotas.
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