El Tenerife, superior al Racing, gana pese a los accidentes
El Tenerife ganó a la cuarta oportunidad –solo se trataba de eso–, sobrevivió a un partido que le fue colocando un obstáculo imprevisible detrás de otro y toma aire para encarar el futuro a corto plazo con más tranquilidad. Superior al Racing en capacidad de remate y en la lectura del juego, el grupo de Ramis hizo virtud del gol de Borja Garcés y aguantó luego media hora frenética en la que las lesiones dieron protagonismo a los tres canteranos adosados al equipo.
Entre medio, los blanquiazules estrenaron un guion inédito en el curso para aprovechar la velocidad a la contra –más el primero– de Waldo y Mo Dauda y las ventajas que una y otra vez generó Enric Gallego en su faena más completa en meses. Cayendo por dentro a tirado a un flanco, abrió espacios a Borja Garcés, cambió el remate por el pase y, al cabo, dio sentido a un plan con el que Tenerife –solo ausente la letalidad– se vio cómodo y capaz en las dos partes.
Ramis debió entender que el éxito ante el Racing pasaba por juntar las líneas, esperarlo en campo propio y tirar del juego directo tras robo. Ausentes Shashoua, Aitor Sanz, José Ángel y, a última hora, José León, volvió Sipcic como pareja de Carlos Ruiz –igual que Sergio con Corredera–, repitieron Waldo y Mo Dauda por fuera y se estrenó como titular Borja Garcés, un tipo al que la cita de este sábado acabó premiando en la ocasión menos clara –y peor resuelta técnicamente– de las cuatro claras con las que contó.
Otro que no fuera Garcés habría cambiado la perseverancia por el lamento, pero este parece hecho de la pasta de los palizas que buscan y yerran un continuo de oportunidades sabedores de que el sobre bueno termina abriéndose. El gol a Parera, un remate pifiado en el que la pelota chocó con el delantero y descolocó al portero, hizo justicia con el empeño de Garcés y con el derroche del Tenerife. Solo valía ganar…
En ventaja y casi medio partido más por negociar, al Tenerife se le fueron apareciendo los baches. La secuencia arranca con el vaciamiento de Waldo y la ausencia de chispa de Mo Dauda, que Ramis resolvió con las entradas de Teto y Appiah. A quien haya seguido al canterano como líder del Tenerife B no le sorprenderá, por más que al común de la parroquia sí. Lo pongan tirado a la banda o como enganche –sépase que de 8 también se maneja–, todo lo que hace tiene sentido y en lo que su equipo ya gana, Teto madura a fuego lento. En un curso normal, acabará adulto y profesional.
¿Y Appiah? El otro inglés del Tenerife, casi acabante de presentarse a los suyos, permitió imaginar el modelo de fútbol al que mutará el grupo de Ramis si este septiembre le respetan más las lesiones y gana poso y puntos. Si no le median los agobios, la verticalidad de Appiah, Dauda y Waldo debería dar otro perfil a los locales –más resolutivo si sube la eficiencia en el remate–, con las dos puntas dobladas en calidad como no se vio en el último decenio.
Hecho el primer remiendo, en nada se borró Carlos Ruiz por un mal giro de la rodilla. Sin centrales de recambio, Sergio dio un paso atrás para cerrar con Sipcic –solvente en la pelea con Gassama– y a Ramis no le quedó otra que recurrir a Ibra para hacer dupla con Corredera. El cambio tiraba a marrón para el muchacho y lo pagó con un pase de seguridad que comprometió a Sipcic. Luego fue a más, se fajó en los duelos, tapó lo que le vino por su zona y cumplió más que el que menos en un debut que nunca pudo imaginar así.
Con Ibra había entrado también Iván. Fuera del guion deseado, como Appiah, puso tanta voluntad como potencial tendrá para el Tenerife su despliegue a campo abierto, en el que aparenta mejor manejo que Mario. Como alternativa de Enric Gallego, del mismo Garcés o del ausente Shashoua, completa un cuarteto versátil que abunda en la nueva idea que puede madurar Ramis.
De últimas, la rendición de Sergio, al que las citas como medio centro le arrojan a un elogioso derroche de carreras que luego paga con sobrecargas, añadió un punto final de suspense con el ingreso de David como zaguero circunstancial para diez minutos postreros en los que Soriano se sobró en las pelotas llovidas, casi el único recurso de un Racing aseado, amable, sin pegada. Al Tenerife, eficaz, le valió con no meter la pata, que de eso iba el último acto.
(1) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Sipcic, Carlos Ruiz (Ibra, m.71), Nacho; Waldo (Teto, m.66), Alex Corredera, Sergio (David, m.85), Mo Dauda (Appiah, m.66); Borja Garcés (Iván Romero, m.71) y Enric Gallego.
(0) REAL RACING CLUB: Parera; Dani Fernández, Germán, Pol Moreno, Saúl (Mario Camus, m.77); Mboula (Peque, m.64), Íñigo, Fausto Tienza (Rubén Alves, m.64), Vicente; Juergen (Aldasoro, m.77) y Gassama (Matheus Aias, m.85).
GOL: 1-0 (m.55) Borja Garcés.
ÁRBITRO: José Luis Guzmán Mansilla (Comité andaluz). Expulsó por protestar al preparador físico local Miguel Ángel Fernández (m.42) y a Germán (m.90+3) por una entrada a Teto. Amonestó a Enric Gallego (m.41) y a los visitantes Íñigo (m.11), Fausto Tienza (m.38), Pol Moreno (m.45+1) y Mario Camus (m.77).
INCIDENCIAS: Partido de la 4ª jornada de LaLiga SmartBank 22-23, jugado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 11.804 espectadores.
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