El día que el Real Madrid pidió jugar en Las Palmas de 'local' ante el Tenerife

El Real Madrid de mediados de los años 30

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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Es bastante conocida la obsesión que le entró al Real Madrid con el CD Tenerife en la década de los 90 del siglo pasado. Dos ligas perdidas en el Heliodoro y en la última jornada, además de una eliminatoria de la Copa del Rey. Pero hubo otros momentos en el pasado en los que un modesto club de una isla se le metió entre ceja y ceja a un gigante mundial. En los 70 el cuadro blanco perdió otra eliminatoria de Copa con los chicharreros, pero hay precedentes incluso antes…

“El Tenerife tenía un buen equipo en los años treinta. Eso lo admitían hasta en Madrid. Y así lo reconocían hasta los seguidores de un Real Madrid que entonces, durante la II República Española, había perdido su condición de Real. Lo que no había perdido era su enorme potencial. Era un equipazo que pugnaba por la supremacía nacional con el mejor Athletic de Bilbao de todos los tiempos. Avanzaba la década y el equipo blanco tenía una espina clavada. Aquellos tres amistosos que en el año 32 había jugado en el Stadium y que se saldaron con dos derrotas y un empate. Venía de conquistar dos títulos de Liga y de firmar dos subcampeonatos en cuatro años... pero seguían escociendo aquellos tropiezos”, cuentan los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla en su libro “El CD Tenerife en 366 historias”.

¿Stadium?, se preguntará usted. Pues era la denominación del Heliodoro antes de que el recinto de la calle San Sebastián se bautizase con el nombre del célebre presidente.

Siguiendo con el relato de Padilla y Galarza, “el Tenerife se crecía ante su público, de acuerdo, pero antes y después de aquellos compromisos ante el Madrid otros equipos habían logrado ganar en el Stadium. Lo hicieron el Sevilla, el Everton, el Español… Muchos. Y lo hizo el Athletic de Bilbao en el año 34. En una gira similar a la que había efectuado el Madrid, con tres partidos en una semana, el conjunto vasco obtuvo tres victorias en tres encuentros. Ganó siempre con enormes dificultades, pero ganó. Y si se dice que las comparaciones son odiosas, esa, sin duda, lo era. Así que, al verano siguiente, el Madrid regresó a Tenerife para emular al Athletic con el convencimiento de que ganar en el Stadium era difícil... pero no imposible.

Y lo hizo con todas sus figuras y con internacionales absolutos como Zamora, Ciriaco, Quincoces, los hermanos Regueiro, los grancanarios Hilario y Valle, Emilín… El balance de los tres partidos fue similar al que había obtenido el Madrid tres años antes: dos derrotas y un empate. Y como hay afrentas que no se pueden permitir, el equipo blanco exigió revancha. Y no sólo eso: exigió revancha... ¡en campo neutral! En Gran Canaria, en concreto, donde los merengues tenían contratado un amistoso contra el Victoria, al que aplastaron por 4-0 en el campo España“.

Pues no les salió bien la jugada a los blancos, pues “en el mismo escenario esperaron al Tenerife el 7 de julio de 1935 dispuestos a hacerles pagar, una a una, todas las humillaciones sufridas en el Stadium. Y allí se presentó ese domingo el Tenerife, acompañado por unos 400 seguidores que se desplazaron en el correíllo 'Ciudad de Melilla'. Joaquín Cárdenes, técnico blanquiazul, alineó a: Cayol; Matroyo, Sabina; Arencibia, Nieto, Cubas; Roig, Chicote, Quico, Semán y Quique. El Madrid, ya se ha dicho, quería hacer sangre. Y en los primeros minutos generó su mejor fútbol. Pero siempre encontró respuesta en un inspiradísimo Gilberto Cayol, que un par de años antes compartió la portería del Madrid con Zamora y que durante un tiempo llegó a sentar al mítico guardameta. Al final, el 0-0 dejó una sensación de frustración en el Madrid: ni en campo neutral habían podido con el Tenerife.

Además, los blancos se veían obligados a aceptar un 'desempate' en el Stadium cinco días después, en el que se puso en juego una preciosa copa donada por cigarros La Lucha. Con un lleno absoluto, el Tenerife se dio un festín: ganó 4-1 con dos goles de Semán, uno de Roig y un último tanto antológico de Pancho Arencibia, de espaldas al marco y de tacón“.

Y así acaban Padilla y Galarza este capítulo del fútbol canario que no merece caer en el olvido.

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