Espacio de opinión de Canarias Ahora
Hologramas
Vi hologramas chiquitos en alguna edición primeriza de Fitur como material publicitario, aunque nada que ver con la informática y los avances televisivos de hoy en día. Sin embargo, pese a sus posibilidades, a la holografía no se le extrajo toda su enorme potencialidad. Que se sepa. Una noticia de ayer permite sospechar que no lo sabemos todo sobre este asunto: Carlos de Inglaterra debía pronunciar una conferencia en la Cumbre de la Energía que se celebra en Abu Dhabi. Allí estuvo, en el estrado de los ponentes, ante el personal expectante, allí peroró, se movió, sonrío, expuso sus conclusiones? y se desvaneció. Era un holograma. Enviar la grabación holográfica del discurso, según fuentes de la Casa Real inglesa, fue un acto de coherencia: el viaje del príncipe de Gales a los Emiratos Árabes habría transferido a la atmósfera unas veinte toneladas de CO2.
De acuerdo, pero dejemos volar la imaginación. Acaso los hologramas sean más comunes de lo que creemos: a la hora de la verdad, el contacto físico de los administrados con los políticos es tan escaso que podría considerarse nulo, salvo en los periodos electorales. Para lograr el voto los políticos no paran de estrechar manos, de besar a los niños, de abrazar a las ancianitas? Gestos que no puede llevar a cabo un holograma. Pero, en cuanto en político alcanza su escaño o el cargo por el que ha luchado hasta la final cita con las urnas, no hay quien vuelva a rozar su epidermis. Todo lo que hace lo puede hacer un holograma. Los colegas con quien debate o pacta, ¿quién nos asegura que no son otros hologramas compinchados para que ignoremos su condición?... Y, en realidad, al ciudadano, ¿qué más le da que quien incumple y malgobierna sea aquél por quien votó o un perfecto holograma inmune a los puñetazos que seguramente se merece?
José H. Chela
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