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Iglesias y Rivera, los grandes ausentes del debate

Rafael González Morera

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Teniendo en cuenta que el sistema de 1978 se derrumba, vamos a ver si no quemamos lo que va a quedar en pie. Marcelino Camacho en la llamada transición del franquismo a la pseudodemocracia le pidió a los más extremistas activistas sindicales que no pusieran patas arriba a los edificios del verticato sindical franquista, había que conservarlos en buen uso, no destrozarlos, y recuerdo que en ese objetivo jugó un papel muy positivo mi amigo Anastasio Travieso Quintana, de la UGT y el PSOE, tratando con mimo y cuidando el edificio sindical de la calle Primero de Mayo, por esas fechas General Franco. En todo ese contexto hubo una huelga en Editorial Prensa Canaria, editora del “Diario de Las Palmas” y “La Provincia”, y de repente los representantes sindicales vimos cómo obreros del taller que hasta ayer eran sociológicamente franquistas silenciosos, pasaron a unas posiciones revolucionarias cuyo resumen de objetivos era quemar la rotativa “Doña Clara” y llevarse la caja de las perras para sus casas. No exagero al decirles que durante un mes, pico arriba, pico abajo, estuvimos negociando con Tomás Hernández Pulido, pero por su posición inicial irreductible los talleres de la editorial, los trabajadores que eran en esos años de las linotipias y los cajistas mayoría en relación a los periodistas, tomaron el control asambleario y populista de la cuestión (ya ven que también se utilizar el adjetivo populista) y nos pusieron a los miembros del Comité de Empresa de cara a la pared, y a punto de ser fusilados con el plomo de las linotipias, off course. Se convocó una huelga ante la falta de acuerdos con la empresa, y en una noche inolvidable, subidos a la rotativa por turnos, allí defendíamos una gran conquista histórica laboral, y recuerdo que entre otros Pepe Alemán y un servidor tuvimos una posición negociadora, ante lo cual fuimos calificados por linotipistas, fresadores, cajistas, y otros trabajadores del taller, de pelotas de la empresa, de colaboracionistas, y encima no crean ustedes que en esos difíciles días algunos colegas de la redacción se estaban dando la lengua con la dirección de la empresa en una actitud de esquiroles que más vale no recordar porque no quiero molestar a los que están vivos que afortunadamente son la mayoría, pero luego cuando se aprobó el convenio fueron los primeros en poner la mano para cobrar, cosas como la vida misma.

Aquello se solventó a la una de la madrugada de un día inolvidable, cuando La Provincia estaba por salir a la calle y todo estaba paralizado, pasaron horas de alta tensión, y por fin llegamos a un acuerdo con Tomás Hernández Pulido que fue el primer convenio colectivo de Editorial Prensa Canaria S:A., con una subida importante de sueldos, con días libres por domingos y festivos trabajados, que hasta ese momento no nos daban ni las gracias por currar en días rojos. No hace falta explicar que la represión política y sindical hasta la muerte del General que habitó entre nosotros era terrorífica, incluso con problemas de torturas y cárcel a los que se extralimitaran en las reivindicaciones. Fue una época, trepidante y emocionante, y también peligrosa entre las reivindicaciones sindicales y el trabajo clandestino en el partido, y en el órgano legal, la revista Sansofé, y en el periódico ilegal, Tierra Canaria, en los cuales Pepe Alemán jugó un papel histórico como referente de la izquierda civilizada canaria, y del periodismo de las islas. Lo cierto es que las cosas cambian en la vida de la noche a la mañana, pero no por arte de birlibirloque, ni siquiera por medio de un milagro, normalmente si las cosas cambian es producto colectivo del esfuerzo de un grupo determinado, y pronto desde que se firmó el primer convenio colectivo me vi cobrando unas horas extras por trabajar el domingo, más día y medio libre que aunque era en entresemana, normalmente los lunes hasta el martes por la tarde, siempre venían bien para el descanso mental y físico, y hasta para darte un baño en Las Canteras, que los domingos para mí era imposible.

Han pasado los años, y tras una serie de conquistas laborales de gran calado, estamos viviendo ahora un retroceso terrible en todos los órdenes que incluyen por supuesto el laboral y el de las contraprestaciones económicas, y de repente la generación de mis hijos se ve de nuevo súper explotada y en el caso del ejemplo que me ocupaba al inicio de este comentario en que tantas mejoras conseguimos, ahora nuestros jóvenes se ven de nuevo obligados a trabajar los festivos gratis total y sin un día libre en la mayor parte de los casos, y lo tomas o lo dejas que esto son lentejas.

Tras las enormes conquistas económicas y laborales, llegaron los recortes, los ajustes, y la represión sindical que ha llevado a una generación perdida a situaciones desesperadas y en muchos casos al exilio para poder buscar trabajo y formar una familia, o como mínimo ganar unos euros que les permita independizarse de sus padres. Y como nuevo método de explotación de las clases trabajadoras, el austericidio, que dicho en lenguaje popular que no tienes ni un euro para echarte un cortado en el bar de la esquina del trabajo o de tu casa porque la empresa te aplicó un ERE que te dejó patidifuso en plena treintena o cuarentena, con un futuro más negro que el de un helado en la arena del desierto. Y si desde la llamada transición me entusiasmé con realidades periodísticas como “El País”, directores como Juan Luis Cebrían, y políticos a nivel nacional como Felipe González y Santiago Carrillo y a nivel local como Jerónimo Saavedra y José Carlos Mauricio, todos te han ido decepcionando poco a poco desde que se convirtieron en casta, desde que Cebrían de director pasó a presidente del Consejo de Administración de PRISA, todo un imperio de la comunicación, y desde que Felipe González saltó de la presidencia del Gobierno al GAL y los Fondos Reservados, o desde que Mauricio de la izquierda en hábil regate se instaló en la derecha más rancia y de apoyar al Frente Polisario se hizo amigo del sátrapa de Mohamed VI, y del PCE pasó a colaborar estrechamente con la profunda derecha de la ATI chicharrera, y dos piedras, por poner sólo un par de ejemplos de la metamorfosis política del mauricio. Llegó además el bipartidismo imperfecto, con los nacionalismos por sus aledaños, y tras treinta años de espejismos, de mentiras y latrocinios, llegó el PPSOE y se instaló en el Poder en plan Cánovas y Sagasta, quitaté un rato para poner ahora yo otro rato y poder meter la mano en la lata del gofio, que la vida está muy achuchada, y a ti ya te tocó un rato.

Pero con la crisis, la corrupción y el cabreo, ha llegado el cambio, y no crean que es una suerte con tanta “C” de apoyar la idea de que viene el comunismo, porque en lo que se refiere a Podemos la cosa creo que se va a quedar en una verdadera socialdemocracia, no en un social liberalismo ppsocialista, y creo que con respecto a Ciudadanos en una derecha por fin civilizada y moderna que se equipare a las derechas europeas que existen tras los Pirineos, que una derecha moderna sin duda hace falta, pero sin gürtel, y sin ministros como Wert, Fernández Díaz, Morenés o Soria, por poner sólo a cuatro jinetes del apocalipsis.Tras el insulso y desesperante malvivir con el PPSOE durante cuarenta años, llegaron Pablo Iglesias y Albert Rivera y mandaron a parar, y de momento han demostrado que un debate del Estado de la Nación sin su presencia ya no tiene el más mínimo interés, y es cómo una Liga de fútbol con el Barcelona y el Real Madrid mandando a todo lo largo del ciclo competitivo, pero sin la presencia del Atlético de Madrid y el Valencia, y con este panorama ya me dirán que interés tiene un campeonato que no esté adobado por una mayor representación y participación de la vida colectiva. Está claro que los grandes ausentes del debate han sido Iglesias y Rivera, y ahora viene la mala uva final, y es que no quiero ilusionarme de nuevo como lo hice con Cebrían, Felipe González, Carrillo, Saavedra, Mauricio, que no, que no quiero llevarme otro palo, y de momento observo incluso con lupa los movimientos de Iglesias y Rivera, pero también los de Tania Sánchez, Alberto Garzón, Ada Colau, Mauricio Valiente y otros jóvenes políticos que han llegado, parece ser, a dar un verdadero cambio a la historia de España. Está claro que cuanto más crecen Iglesias y Rivera en las encuestas, más tierra cae sobre un Congreso que ya aparece viejo y en desuso, y la política está inmersa en la calle, y los ciudadanos le han dado la espalda a los viejos políticos, a los canovas y sagastas, a los copeyanos y adecos, a los karamanlis y papandreus, a los crexis y andreottis, a los socrates y cohellos, en un fulgurante y profundo cambio cuyo techo aún no se vislumbra. Aunque las comparaciones son odiosas, la aparición fulgurante de Pablo Iglesias me recuerda a la gran victoria de Felipe González en 1982, ilusionante y esperanzadora después de padecer una dictadura que para el periodismo fue especialmente represora.

Pero que no, que no quiero ilusionarme al menos con los ojos cerrados como lo hice cuando era joven, y ahora con canas, circunspecto, expectante, dubitativo, políticamente agnóstico, y hasta a veces distante, me apresto de todos modos en memoria de todos aquellos que dieron su vida, padecieron cárcel y muchos otros sufrimientos en la dictadura franquista, a echar una manita en lo que se pueda y en lo mejor que sé hacer, escribir y hablar, con la palabra que diría Agustín Millares Sall, pero que no, que no, sin ilusionarme demasiado porque otra decepción me llevaría sin duda a una profunda frustración, y ya con estos años me dice mi psiquiatra y mi cardiólogo que eso es muy contraproducente. Con todas las contradicciones, y con un poquito de esperanza, a todos los amigos de izquierda les digo, ¡Salud y República!.

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