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La infumable guerra de Irán
Nadie interviene en Siria, nadie frena la matanza, la ONU se lava las manos. Pero en estos mismos días de los idus de marzo habría de declararse una nueva guerrita local de esas que tanto gustan. Que quede lejos, y que garantice un buen rendimiento para la industria bélica. En Irán, por ejemplo. Antes fue en otro sitio, donde se dijo una y otra vez que había feroces armas de destrucción masiva. Qué curioso que luego no apareciera ninguna de esos potentes ingenios que tanto nos amenazaban.
Y es que la comedieta internacional necesita oportunas acciones que demuestren el poderío del imperio. Israel, que es el brazo armado, anunció que de marzo no pasaba. En EEUU, el gran amigo americano, empezaron a publicarse rápidas y oportunas encuestas de The Washington Post y la cadena ABC en la que casi un 60% de los participantes respaldarían el uso de la fuerza militar “para bloquear los intentos iraníes de desarrollar armamento nuclear.”
Eso fue hace varios meses, y desde entonces nadie ha recogido las tendencias antibelicistas de la opinión pública internacional. Incluso en EEUU lo de la intervención militar ya es mucho menos popular, y la población estaría claramente dividida en porcentajes casi iguales. En Europa, en cambio, la gran mayoría de los encuestados estaría muy en contra de la intervención. Pero recordemos que la industria bélica de España también es muy rentable, y no para de mandar armas a los países árabes.
El escritor Noam Chomsky, conocido disidente y eximio representante de la opinión de izquierda en USA, en un artículo titulado ¿Qué intenciones tiene Irán? afirma que “en el mundo árabe, Irán no es del agrado de nadie pero sólo una minoría muy pequeña lo considera una amenaza. Más bien, se calcula que Israel y Estados Unidos son las amenazas preeminentes. La mayoría de la población árabe piensa que la región sería más segura si Irán poseyera armas nucleares. En Egipto, en vísperas de la primavera árabe, el 90% de los encuestados tenía esta opinión, de acuerdo con los trabajos elaborados por la Institución Brookings y Zogby International”.
El presidente Obama sabe del poderío de la industria armamentista, por eso procura andarse con cuidado a la hora de manifestarse sobre la cuestión. Sin embargo, últimamente advierte de que “los que hablan de la guerra como un asunto corriente y llaman a iniciarla, deben explicar sus secuelas al pueblo estodadounidense, deben imaginarse el precio y las consecuencias.”
Ya no están los tiempos para intervenir alegremente en el extranjero. Recordemos aquella invasión de la isla de Grenada en el Caribe en 1983. Granada es una islita con playas edénicas, de tamaño similar a La Gomera, y vio en época de Reagan una gigantesca llegada de tropas con la excusa de que sus gobernantes iban a imitar a Fidel Castro. Desde entonces, el intervencionismo norteamericano en el mundo ha recibido algún que otro varapalo.
Luis Leós Barreto
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