Espacio de opinión de Canarias Ahora
Mayor Oreja y María San Gil
Jaime Mayor Oreja es la esencia del flotador de la política. Utilizó el Ministerio de Interior como un instrumento de su promoción personal para alcanzar la presidencia del Gobierno Vasco en una operación errónea, contraproducente bajo todos los puntos de vista de los objetivos que decía perseguir. Su deslealtad posterior con el PSE fue manifiesta.
Después, utilizó sus influencias en el Partido Popular del País Vasco hasta el extremo de que su denuncia de la supuesta traición de Mariano Rajoy a los postulados constitucionales en Euskadi llevaron al abandono de la política de María San Gil. Y ahora, él, que declaró que no confiaba en Mariano Rajoy, se ha reunido con presidente del PP y ha vuelto a pactar ser cabeza de lista de las elecciones europeas. Sus prejuicios sobre la estrategia y la lealtad de Rajoy al proyecto del PP se han desvanecido con la zanahoria de ser cabeza de lista. Así de sencillo. Lo único que le importa a Mayor Oreja es flotar. Desde la época de la UCD, amparado por su tío Marcelino Oreja, hasta nuestros días. ¡Puro idealismo!
La designación de Mayor Oreja es una victoria del sector duro del PP y un vaticinio de por dónde irá la sucesión de Mariano Rajoy una vez que su evidente falta de capacidad de liderazgo se manifieste irrefutablemente y de manera cruel en las elecciones gallegas o vascas; o en las dos.
La victoria de Jaime Mayor Oreja es una derrota del actual presidente del Partido y viento de popa para las velas de quienes están agazapados en el Partido Popular para recuperar sin enmiendas la línea más dura de la legislatura anterior. Las espadas se afilan para la confrontación fuerte con el PSOE apoyándose en la pretensión de que la debilidad demoscópica y de liderazgo de Rajoy tendría que ver con sus cambios de actitud política hacia unas posiciones más democráticas e institucionales y no a la simple falta de capacidad de liderazgo. Otra vez vientos de crispación en el horizonte.
Ahora, con esta nueva debilidad, Mariano Rajoy confirma su falta de carisma, Mayor Oreja su falta de escrúpulos para seguir en el machito a cualquier precio y María San Gil la enorme ingenuidad de pensar de que a su sacrificio por lo menos le iba a seguir quien le indujo a sostenerlo.
*Carlos Carnicero es periodista y analista político
Carlos Carnicero*
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