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La nómina

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A Juan García Luján no le ha gustado mi artículo Periodismo mercenario, publicado en este medio de comunicación. Ha expresado su malestar en una carta —la pueden leer justo debajo del artículo en cuestión- dirigida a Carlos Sosa, director de Canarias Ahora, en la que solicita una rectificación. 

Con la veteranía que atesora, García debería de saber que los artículos de opinión no se rectifican, sino que se replican. Es lo que él ha hecho en su carta, pero sin entrar en el fondo de la cuestión. Y si considera que mi artículo está plagado de falsedades que dañan su imagen, pues para eso está el juzgado.

Dice Juan que es falsa mi afirmación de que él “está en nómina de Nueva Canarias y de Antonio Morales”. La mantengo de manera categórica. Se trata de una metáfora. Quien realmente le abona la nómina es el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana, gobernado por Nueva Canarias. Ese ayuntamiento creó una plaza de periodista y Juan ganó un concurso de méritos a mediados de 2016. Un año antes, como me confirmó Antonio Morales y ratifica el propio García en su carta de réplica, el presidente insular lo fichó. Exactamente, según García, “como autónomo con un contrato menor durante el primer año de la presidencia de Antonio Morales, como asesor en textos y comunicación”. Literalmente, estuvo en la nómina de Morales un año, el tiempo que transcurrió hasta que entró en el ayuntamiento tirajanero.

Es cierto que di un dato erróneo en mi artículo. Dos semanas después de la conversación que tuve con Morales, Juan García NO entró en el gabinete de prensa de Santa Lucía sino que empezó a currar para el Cabildo. También es cierto lo que expresa en su carta sobre un artículo, precisamente con la firma de Morales, que se colgó en el Facebook de la plataforma Salvar Chira-Soria, con un grosero comentario que decía “no fiarse del negro Luján”. Dicho comentario, aunque él no lo menciona en su carta, “originó”, como bien dice Juan en su réplica, “un debate interno en la plataforma por aquella guerra sucia contra mi persona que acabó con la salida de Luis Socorro de la plataforma”. No entiendo por qué se refiere a ese episodio ya que no guarda relación alguna con mi artículo ni es cierto que fuera a raíz de ese momento cuando decidí abandonar la plataforma –a pesar de los intentos de la cúpula para que siguiera colaborando-, pero sí es verdad que me enfadé mucho por el comentario del negro Luján” porque no iba con la línea de rigor periodístico que intenté implantar. Las redes sociales, en concreto el Facebook, las coordinaba uno de los fundadores de dicho colectivo, sus criterios no coincidían con los míos y me mandé a mudar.

Pero todo esto es calderilla. Y tú, Juan, has llenado de humo tu carta, con falsedades parriba, falsedades pabajo. Sabes perfectamente que el fondo de Periodismo mercenario es tu silencio ante la mayor trama de manipulación informativa de la que he sido testigo, en Las Palmas, desde que me licencié en Ciencias de la Información en junio de 1984. Y sabes perfectamente de qué hablo, de los varios millones de dinero público en inversión publicitaria que el Cabildo ha destinado no sólo para silenciar las voces críticas contra la central de Chira-Soria, sino para impedir un debate sereno sobre cuál es la mejor alternativa energética para combatir el cambio climático y facilitar la transición energética.

No tengo ningún interés en desacreditar tu imagen ni me importa si estás a favor o no del proyecto de la multinacional Red Eléctrica de España, que en su día abanderó el exministro José Manuel Soria y ahora patrocina el señor Antonio Morales. ¡A lo mejor hasta es un magnífico proyecto! 

Pero lo que no es de recibo, Juan, y te lo digo con absoluto respeto porque siempre tuvimos una relación cordial, es que tú, que criticas al empresario más poderoso de Canarias por su procesamiento en el caso 18 lovas y que te permites dar lecciones de ética periodística a los medios de comunicación por descafeinar dicha noticia, no has dicho absolutamente nada sobre la trama que ha diseñado Antonio Morales y su núcleo duro, una estrategia informativa y publicitaria que atenta directamente al ejercicio de nuestro oficio, al corazón de la libertad de expresión. Ni siquiera se te ha escuchado hablar de la necesidad de abrir un debate de ideas sobre cuál es el mejor modelo energético para nuestra tierra.

¿Es el peaje a pagar por la nómina? La respuesta a ese interrogante sólo la sabe Juan García Luján.

Carta abierta a Juan García Luján

El autor de este artículo, Luis Socorro, nos pide que añadamos esta carta abierta al texto ya publicado:

“Buenas tardes, Juan:

Lamento el disgusto que te he causado, con absoluta sinceridad te lo confieso. Aunque no me creas o te cueste creerlo, no tengo ninguna animadversión hacia ti. En absoluto ha sido una cuestión personal. Por mi manera de ser, tengo la suerte de que la envidia jamás ha estado en mi menta, no sé lo que es sentir rencor y me cuesta mucho tenerle hostilidad a alguien, pero la he tenido hacia determinadas personas a las que considero mala gente. Naturalmente no es tu caso ni por asomo, más bien lo contrario. Y lo que deseo para mí es lo que deseo para los demás. Así de simple es mi filosofía de vida, posiblemente porque nací en el seno de una familia humilde, de emigrantes, que sólo se dedicó a currar duro para sacar a cuatro hijos, sin mirar lo que hacía o dejaba de hacer el vecino de enfrente.

Te aseguro que siempre tuviste mi respeto profesional y mi estima porque, entre otros aspectos, atesoras una virtud que creo que nos une: la valentía. Me has caído bien desde la primera vez que nos vimos, sentimiento que se acrecentó al seguir tu trayectoria periodística. Nuestra relación sólo ha sido profesional pero la cordialidad no ha faltado en ninguno de nuestros encuentros.

¿Qué ocurrió el domingo? Me enfadé. Simplemente me cabreé mucho al leer tu comentario en Facebook, por las razones que he difundido, y me puse a escribir. Ya sé que no son habituales críticas entre periodistas, por un corporativismo mal entendido, pero estamos expuestos en la vida pública y de la misma manera que repartimos cera pues también la podemos recibir, aunque estemos mucho menos acostumbrados.

Si te he ofendido, te pido disculpas. Concluyo como empecé: lamento el disgusto que te he causado“.

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