Pecera gigante y planetario boreal

Cielo, tierra y mar. Ahí está la clave de todo. La Palma, pese a tener una economía ancestralmente estancada basada en la agricultura, en este aspecto, tiene donde elegir. Además de ubérrimos campos y frondosos bosques, cuenta con una bóveda celeste transparente donde, en las innumerables noches despejadas, se puede contemplar un asombroso planetario del hemisferio boreal que, como foco de tracción, sabiamente explotado, es un tesoro inagotable de materia prima de la industria del ocio. Sin embargo, la única iniciativa planteada para generar riqueza y empleo con ese filón estelar, el parque cultural vinculado con la Astrofísica en El Roque de Los Muchachos, debido a la incompetencia de unos y la apatía de otros, continúa en el purgatorio de historias interminables, dejadez insufrible y compromisos incumplidos.

Esta desidia de la clase dirigente a la hora de impulsar actuaciones sostenibles que diversifiquen el sistema productivo, en periodos de bonanza, cuando la barriga está llena, pasa desapercibida, pero en épocas de vacas flacas, como la actual, clama, nunca mejor dicho, al cielo.

Por este motivo cobra gran importancia la iniciativa consistente en poner boyas de amarres en los nueve puntos de buceo de la Reserva Marina de Interés Pesquero de La Palma. Con una simple inversión de 20.000 euros, la Isla puede tomar un impulso significativo en el cada vez más pujante mercado del turismo de aventura y, como un paraíso para submarinistas, activar un segmento que, sin duda, aportará rentas a las arcas insulares. Un pasito adelante que, en tiempo de recesión, multiplica su relevancia pues, cuando no se deja de restar en todos los frentes, la posibilidad de nadar, entre anémonas tropicales, en un acuario natural de naturaleza volcánica, potencia el engranaje de La Palma con la suma de una infraestructura sencilla y poco costosa, pero que, en el fondo, no tiene precio.