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Pilatos y la ley del silencio en Canarias

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Hay gente que tiene más miedo que vergüenza y esa gente está distribuida en todos los estamentos ciudadanos. Un porcentaje que desconozco se encuentra entre los que temen a “los de arriba”, bien sean estos los empresarios, los políticos, los curas o el presidente del club. A mí personalmente me pesa más la vergüenza ética que un miedo que no tengo.

Yo, Emilio Díaz Miranda, que esto escribe y subscribe no solo en uso del derecho a la libertad de opinión, sino por un afán de que se haga justicia y de que se erradiquen los focos de injusticia social que padecemos en nuestras islas, no quiero dejar pasar por alto lo que ha sucedido y sigue sucediendo en el edificio donde habito. Ya lo expresé al guardia municipal que estaba en el lugar de los hechos y espero que haya trasladado en su informe lo que denuncié.

Este 1 de septiembre de 2021 en la calle Lucas Fernández Navarro ha habido aglomeración de ambulancias, policías y bomberos. El tráfico de Presidente Alvear frente al Hospital del Perpetuo Socorro y Lucas Fernández quedó bloqueado o dificultado por el rescate de un enfermo grave. La labor tanto de la policía como de los sanitarios y bomberos fue encomiable y eficaz dentro de la terrible dificultad con que se vieron enfrentados.

Desde una altura de unos 15 o 20 metros y con ayuda de una grúa, con el riesgo propio de la vida del enfermo y del bombero, se procedió al descenso. Y la responsabilidad de ese riesgo que hubiera debido ser innecesario recae sobre los hombros de la persona que alquiló la celda-habitación, persona que no apareció en ningún momento ni mostró interés. Habrá que suponer sin exceso de malevolencia que a la hora de cobrar alquiler aparecerá puntualmente.

El enfermo a rescatar estaba alojado en una habitación o celda en la azotea aislada del resto del edificio, pudiendo dar gracias a los dioses de que alguien se apercibiese de su estado. Ni la azotea ni el edificio están adecuados para alojar enfermos y resulta difícil encontrar una explicación de por qué las instituciones públicas (Ayuntamiento, Cabildo, Cruz Roja, Cáritas...etc) parecen hacer oídos sordos y cierran los ojos a la escandalosa situación en que se aloja y explota la necesidad e incluso la miseria de aquellas personas que bien sea por enfermedad o por penuria económica se ven obligados a recurrir a Sociedades Limitadas que no tienen más afán que enriquecerse. Lo digo basándome en la propia experiencia, no de haber pasado por esas penurias, sino por el contacto convivencial.

Según la leyenda evangélica, en su palacio Pilatos “al ver no se adelantaba nada, sino que el tumulto aumentaba, tomó agua y se lavó las manos ante el pueblo diciendo: Soy inocente de esta sangre.” Gesto llamativo, pero falso. Hoy parece que se repite casi diariamente la escena del lavado de las propias responsabilidades. Y los ocupantes de los palacios institucionales grancanarios como puedan ser el Ayuntamiento o el Cabildo o Sanidad o Cáritas parecen imitar el lavado ritual apoyándose en una Ley no escrita que es la Ley del Silencio.

Silencio administrativo pero también político y existencial por lo que afecta a determinados sectores.

En 1954 se produjo un film que ha pasado a ser clásico. On the Waterfront (en Hispanoamérica titulada Nido de ratas; en España, La ley del silencio) es una película dramática estadounidense de 1954 dirigida por Elia Kazan y escrito por Budd Schulberg. Está protagonizada por Marlon Brando y otros grandes del cine.

Marlon Brando interpreta a un joven que no quiere problemas. Trabaja cuando puede en el puerto de Nueva York. Pero no siempre hay trabajo, y para conseguirlo hay que formar parte del sindicato de estibadores, o seguirles la corriente. El sindicato de estibadores está corrompido por los chantajes y el favoritismo. Había que callar si se quería obtener trabajo en algún turno. El guión centraba la trama en la violencia y corrupción entre los estibadores de los puertos, y la ley del silencio se refería al silencio impuesto por el miedo a no tener trabajo por el poder de los mafiosos que burlan la ley.

La ley del silencio (On the Waterfront) estuvo nominada para doce Premios Oscar y ganó ocho, incluyendo el de mejor película, mejor director para Kazan y mejor actor para Brando. Es contada con frecuencia entre las mejores películas del cine estadounidense. En 1989, la película fue considerada “cultural, histórica y estéticamente significativa” por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para preservarla en el National Film Registry.

Afortunadamente, el clima político de Las Palmas no se asemeja al de esta película, pero reina en ciertos sectores una curiosa ley del silencio que aparentemente pretende preservar la buena imagen (no precisamente en una Biblioteca Canaria del Congreso) y en realidad contribuye a empañarla. Y en este caso no se recibirá ningún Oscar por el drama, sino que debería haber una fuerte sanción.

En el citado edificio de Lucas Fernández Navarro hay unos propietarios miembros de una familia que siendo titulares y administradores de unas Sociedades limitadas se están haciendo de oro alojando gente legal e ilegalmente, teniendo en cuenta que para ser legal no sólo se trata de cumplir las normativas de construcción, sino también de habitabilidad, cosa que no se da en los pisos de dichas sociedades, una de ellas ya sancionada anteriormente en otro sitio de nuestra ciudad por irregularidades laborales así como habitacionales.

Pero por arte de birlibirloque estas sociedades siguen sus actividades gracias a que desde el Ayuntamiento, Cabildo, Cáritas, Seguridad Social, o vaya usted a saber si incluso la Embajada China se le siguen mandando “clientes”, es decir, enfermos de distinto tipo (mental o corporal), indigentes, ex-drogadictos, mutilados, y otras personas que por paro o por escasez de medios económicos se ven obligados a alquilar unas habitaciones que a veces parecen celdas a 150, 200 o 300 Euros. Celdas que no cumplen lo que estipula el Decreto 117/2006, de 1 de agosto, ya que al ser destinadas a moradas o habitaciones deberán tener para que se les otorgue la correspondiente cédula de habitabilidad las condiciones establecidas en el Anexo II del Decreto1 -17/2006.

Es vox populi que en otra rama de la actividad económica como es la construcción, determinadas grandes compañías reciben aviso, celestial se supone, cuando una inspección va a ver si están en orden los contratos laborales, etc. y al llegar el inspector “todo está en orden”. O mejor dicho, los obreros ilegales han recibido esa mañana la orden de tomarse el día libre o de quedarse en casa. Vox populi vox dei, dicen, pero yo soy incrédulo del veredicto divino y puedo pensar que son solo determinados casos y solo determinados funcionarios los que se dejan untar la mano, incluso en tiempos de pandemia en que la limpieza de manos es tan necesaria. Pues en nuestra provincia la buena fama les precede, aunque nunca está de más evitar el “aplatanamiento” a la hora de actuar, bien sea en inspección, bien sea en papeleos. Yo recuerdo una denuncia que hice de una obra que se estaban haciendo y que casi dos meses después sin avisarme a mí, denunciante, se hizo una visita relámpago constatando que “no se estaban haciendo obras”. Lo cual era verdad, después de dos meses hasta las pirámides de Egipto se pueden reparar y si la camella de la inspectora o inspector no se hubiera detenido en los oasis a beber agua y descansar la joroba seguramente se habría podido ver la infracción denunciada. Las cosas de palacio van despacio, y aquí parece que algunos se sienten bien asentados y dueños de palacios. Pueden ser autoridades o pueden funcionarios que sin llegar a tener sangre en sus manos se lavan las manos como Poncios canarios nada evangélicos en lo de amor al prójimo que es aquí el pueblo votante.

¿Y los gastos ocasionados al erario público? ¿Quién los paga? El que los origina con tales irregulares e ilegales alquileres o el alcalde o el presidente del Cabildo? En tiempos de pandemia debemos ser especialmente cuidadosos con todo lo que afecta a la sanidad, no solo llevando mascarillas, sino exigiendo el cumplimiento de la normas sanitarias que afectan a nuestra salud.

Condiciones insoportables sin habitabilidad

No puede ser que un señor enfermo sea alojado en una azotea en una celda/habitación donde está incomunicado. Unos se preguntan si no hay medidas eficaces de inspección inmediata y sorpresiva que pongan al descubierto tales irregularidades humanas y sanitarias (agravadas en tiempos de pandemia). La casa en que yo vivo no es un Centro Sanitario ni reúne condiciones para ello y tales practicas están alejadas de los mínimos tolerables. Y es inadmisible que sea con dinero público de ayuda que se encierre a un enfermo en una azotea que no tiene ni puede tener habitabilidad. Imagínense que en Las Canteras hacía una temperatura de 34 grados centígrados al lado del mar, ¿qué temperatura haría en una elevada azotea a pleno sol? Y encerrado en tales circunstancias no se puede hablar de habitación sino de un verdadero horno, mortal para personas de edad y más si están enfermos.

A ello hay que añadir la suciedad y los restos fecales dejados por toda la superficie de la azotea por unos perros propiedad del propietario de los pisos en que “residen” los que, según parece, le envían bienintencionadas trabajadoras sociales que ignoran, sin duda, las condiciones de inhabitables de tales espacios.

En la foto se puede apreciar el camino de nuestra azotea a la vecinal y su dificultad,

El caso es que para poder sacar al enfermo de nuestra azotea no lo pudieron hacer por la escalera, sino que tuvieron que montar una grúa en la calle Presidente Alvear y sacarle por la azotea de otra casa con riesgo del enfermo y de los bomberos que participaron en la operación.

En cualquier caso, no estaría mal que si alguno de los concejales del Ayuntamiento o alguno de los elegidos del Cabildo tuviese tiempo y sentido del deber y pudiera pasarse, independientemente de los diligentes funcionarios ya mencionados, por el edificio sito en la calle Lucas Fernández Navarro número 3 a ver si se cumplen los mínimos requeridos para habitabilidad por un lado, y si tienen las autorizaciones que permitan viviendas colectivas en condiciones sanitarias y con personal adecuados, cosas que, en mi opinión, ni se han dado ni se dan.

Post Data: Uno de los vecinos ha comentado que el enfermo transportado ha muerto, no se sabe si en el camino o en el hospital. Esta triste noticia no ha podido ser confirmada ni negada.

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