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Turismo sostenible y con empleo

Román Rodríguez

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Canarias lleva varios años con excelentes resultados en el sector turístico, batiendo récords cada año en número de visitantes y facturación. Tiene que ver con la mejora de nuestra conectividad con Europa, nuestro privilegiado clima, nuestra naturaleza, la contrastada calidad de buena parte de las instalaciones y el trabajo de sus profesionales. También con nuestro nivel de seguridad. Un factor decisivo, que ha derivado un número importante de turistas al Archipiélago, ante los graves problemas de inestabilidad política de otros destinos competidores.

El turismo es esencial para Canarias. Supone el 31,4% del Producto Interior Bruto (PIB) y el 36% del empleo. Pero a pesar del excelente comportamiento del sector en el período reciente ni puede solucionar todos los problemas del Archipiélago ni ha generado el empleo esperado.

Según datos oficiales, en 2007 (con 11,5 millones de visitantes) en las Islas se facturaron 10.500 millones de euros en el sector turístico y había 116.550 afiliados a la Seguridad Social en hostelería y agencias de viajes. En 2015, con 13,2 millones de visitantes, la facturación superó los 15.000 millones de euros mientras que los efectivos, en la Seguridad Social, eran 127.436. Por tanto, la afiliación en esa etapa aumentó un 9,34% mientras que la facturación lo hizo un 42,9%; lo que evidencia la escasa correlación entre aumento de turistas y generación de empleo. Además, se hace en un marco de peores condiciones laborales.

Oferta y demanda

Como observarán no tenemos problemas con la demanda pero sí con la oferta: de obsolescencia y diversificación y, especialmente, de acertar a la hora de definir qué modelo queremos. No debemos obsesionarnos por los récords cuantitativos. Como bien señalan desde Exceltur, se debe “ir rompiendo el paradigma, demasiado instalado en ámbitos públicos y a veces también privados, de que la medida de su éxito turístico es el número extra de turistas extranjeros que vengan al país en lugar de su calidad”.

Además, hay que medir con rigor lo que supone el incremento desmesurado del número de visitantes en aspectos tan esenciales como las infraestructuras, la generación de agua, el consumo eléctrico, la recogida y el tratamiento de residuos o los servicios públicos y la seguridad. De manera especial, el impacto que tiene en el resto de la economía y sobre la población residente.

Hoy, como ayer, los valores desarrollados en las directrices de ordenación del turismo, aprobadas unánimemente por el Parlamento en 2003, tras el mayor debate social y político que se ha producido en la historia de nuestra comunidad canaria, siguen siendo plenamente válidos.

En ellas se señala que el objetivo es “inducir el cambio de los modos de producción y gestión de la oferta turística hacia un modelo de desarrollo turístico diversificado, diferenciado, competitivo y sostenible, que cubra las necesidades actuales de los turistas y de la sociedad canaria”.

Incluyendo, entre sus metas, proteger y mejorar las perspectivas de futuro, “manteniendo al mismo tiempo la identidad cultural, el paisaje, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas vivos”.

Contamos con experiencia y conocimiento para ordenar la oferta en función de los intereses internos de la sociedad canaria. No podemos volver a repetir los errores del pasado, al desarrollismo sin límites. Debemos pensar en el futuro, no en la puntual coyuntura.

Renovación y tasa turística

Las directrices señalan como una de las grandes tareas la mejora de la competitividad del destino, mediante la renovación de la planta y la de las ciudades turísticas obsoletas así como la formación. A ellas puede contribuir la puesta en marcha de una tasa turística, tal y como existe en buena parte de los destinos más consolidados del mundo. Una tasa que ayude a la renovación de las ciudades turísticas obsoletas, la protección del patrimonio medioambiental y la mejora de la promoción exterior. Ya la han implantado 14 países de la Unión Europea, EEUU, Túnez, Egipto, Marruecos, Dubai, Islas Maldivas, Tailandia, Punta Cana, Riviera Maya, Cancún, Cuba, Rusia y Japón.

Cataluña, el principal destino turístico del Estado español, la aplica, con éxito, desde hace varios años. En Baleares ya la aprobó su Consejo de Gobierno y pronto lo hará su Parlamento. En Canarias dispondríamos de unos 90 o 100 millones de euros, en estas cuentas públicas para 2016, de haber hecho caso a las reiteradas propuestas de Nueva Canarias (NC).

Baleares tiene un turismo de sol y playa como el canario. La aportación del turismo al PIB balear, en 2014, era del 44%, mayor aún que en Canarias (31,4%). Además, mientras que en Canarias cada año disminuye el gasto en destino y se incrementa en el país de origen del turismo (en 2015 es del 70,7% exterior frente al 29,3% interno), en Baleares, en toda la crisis, no ha hecho más que incrementar y ahora está cerca del 50% en destino. Debemos aprender de Baleares, acercando los centros de decisión y de negocio.

Tenemos que combinar inteligentemente la creación de riqueza y empleo de calidad con la preservación del territorio y el medio, haciendo que el turismo sea un aliado del desarrollo sostenible. Los objetivos deben centrarse en la mayor calidad de la oferta y no en su cantidad. En la renovación de la planta obsoleta y la adecuación de las ciudades turísticas degradadas. En la incorporación de planta nueva de calidad, progresivamente, con límites y sin ocupar más territorio, siendo respetuosos con los respectivos planes insulares.

En la preservación del territorio y el medio, sin los que sería imposible continuar siendo un lugar atractivo para quienes nos visitan. En la diversificación de la oferta. En el incremento de la conectividad. En la mejora de la formación. En lograr incorporar nuestras producciones agrícolas y ganaderas, y el conjunto de producciones locales, al consumo turístico.

En definitiva, en la definición de un modelo de turismo sostenible, pensado desde y para Canarias, que genere más riqueza y más empleo de calidad. Y que contribuya a garantizar el bienestar presente y futuro de los hombres y mujeres de esta tierra.

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