Galdós: 175 años del nacimiento del genio de la creación literaria

Despertó a la vida el infante Benito Pérez Galdós en la calle Cano, en el actual número 6, el día 10 de mayo de 1843. Donde hoy se ubica asimismo, para memoria de todos en pleitesía y honores, su Casa Museo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Su genialidad para la creación y renovación de las antiguas fórmulas para las novelas le llevó a ser el reconocido novelista –afamado mundialmente– más importante de la lengua castellana del siglo XIX y hasta la segunda década de la siguiente centuria, en que tiene su óbito (1920). Y que en la actualidad se sigue leyendo, estudiando e investigando con gran interés literario, como durante toda época, por su excelsa obra.

Como cada aniversario le recuerdo con unas obligadas letras para exaltar la figura

literaria y humanista, honrarle por la bondad que atesoró y su ausencia de

envanecimiento, a pesar de su reconocimiento nacional y mundial, traducida su obra

en varias lenguas; y del artista de la plástica (aunque siempre lo hizo por vocacional

afición). Hoy deseo rendirle avenencia, memorizando el arte de la plástica en el que se han inspirado muchos artistas, creando sus piezas de arte a partir de su figura física y en admirado homenaje a su labor de creación literaria. Lo haré, basándome –pidiendo excusas y sin petulancias ajenas a mi sentir–, en la reciente edición de mi libro de investigación El arte inspirado en Galdós. En dicho volumen se recopilan todas las obras de grandes artistas nacionales y forasteros que han plasmado y rendido respeto a la gran figura literaria que fue Galdós. Si bien, en este artículo, solo citaré las más significativas obras plásticas dedicadas al escritor durante toda su existencia y después de su óbito.

El primer retrato que se le hace al genio lo fue en edad juvenil, cuando contaba con

unos 18 o 19 años, por la paleta y el talento del artista grancanario Nicolás Massieu y

Falcón. Con gran parecido al joven Benito, en él se traza la tersa piel y el acné del joven que ya prometía en la redacción literaria por su preciado don innato. Ejecutado por el procedimiento del pastel, se desconoce si fue dibujado estando aún en Las Palmas, y antes de ir la capital del Reino; o bien, fuera retratado en el propio Madrid de 1862 aprox., cuando fue a estudiar la carrera de leyes (que nunca acabó) y donde se encontraba también el artista Massieu por esa época. Dicho retrato es propiedad, por donación anónima, de la Biblioteca Nacional de España, en Madrid.

Uno de los magistrales retratos, hoy propiedad de la Casa Museo Pérez Galdós, es el

realizado del natural, por Joaquín Sorolla y Bastida en 1894. El genial maestro del

neoimpresionismo, logra con su talento y rápida ejecutoria del dibujo y la pintura, uno de las figuras más solemnes de su quehacer en la plástica de la centuria XIX y XX. La obra está cargado de elementos simbólicos del pintado don Benito. Hay que destacar que Galdós era un magno posante ante la paleta, el dibujo, el buril, el barro y la cámara fotográfica. Permanecía con toda quietud y con gran naturalidad, sin estar poseído por la impostación de su figura y los nervios ante la mirada del artista.

El artista pintor Asterio Mañanós, lo retrata en una Vista del parlamento español, de

donde fue diputado en cortes en tres ocasiones (la última lo sería por la facción

republicana-socialista por la ciudad de Las Palmas en 1914). El abigarrado cuadro de

personajes dibujados sobre el lienzo, que se custodia en las paredes de las Cortes,

representa una activa disertación del hemiciclo nacional. Entre los muchos

parlamentarios pintados en el lienzo, destaca la figura de Pérez Galdós, sentado en su escaño y con la mano apoyada sobre su cabeza. Pintado en 1908, es una imagen

clásica en pintura al óleo.

El artista Victorio Macho, aún joven, le suplica hacerle un retrato en 1914 al maestro.

Fue un busto que modela del natural, posando cada mañana el escritor. Realiza el

busto en barro y es reproducido en escayola. Se ejecuta en el periodo estival en su

casa mansión San Quintín, en Santander, que fue construida por don Benito en sus

tiempos de boyante economía con la venta de sus novelas. El joven artista palentino

quedó subyugado por la bondad y ternura del genial maestro, de quien decía

admirado, que cómo podía ser tan sencillo en su persona, siendo tan afamado. A partir de este encuentro se fraguó entre ambos una gran amistad de afecto y respeto a sus respectivas obras artísticas. Esta figura, del magno artista escultor y dibujante Macho, fue el modelo para muchos retratos que después de fallecido Galdós, se tomó como modelo característico de su imagen.

Dos magistrales dibujos-retratos le confeccionó en 1915, el destacado artista

onubense Daniel Vázquez Díaz. El retratado, en solo su testa, fue plasmado con una

fisonomía aún no deteriorado por la enfermedad que padecía hasta los últimos años

de vida. Lo ejercitó por las técnicas de crayones, en color sepia y carboncillo.

En Madrid el mismo escultor Macho, le dedica un gran monumento al literato. Lo creaen el año 1918 y es inaugurado el siguiente año. Fue auspiciado por sus amigos

literatos e intelectuales de su época, quienes tenían gran amistad y especial afecto al

“abuelo” (como le llamaban), quienes acudían a su casa de Hilarión Eslava, 5, de

Madrid, a formar amigables tertulias. Se sufragó por suscripción popular, y el esculpido de la pieza fue regalada por el artista Victorio Macho (como lo hizo con todas las obras a él dedicadas). El monumento se encuentra ubicado en el Paseo de los Rosales en el parque de El Retiro.

El pintor grancanario Juan Carló tuvo siempre la intención de hacerle un retrato al

prestigioso escritor y paisano, en admiración por sus cualidades humanas y literarias. Don Benito se encontraba ya bastante malogrado en su salud. Agradeció el interés del pintor, y por la intermediación del escritor Rafael Mesa y López, quien hacía de secretario de Galdós en sus últimos años, y ser amigo de ambos intelectuales, hizo que fuera posible el encuentro artístico. Captó el pintor en el modelo retratado en vivo, todo el triste semblante y del abatido físico por la enfermedad que le llevaría al sepulcro. Fue realizado en el año 1918. Hoy es propiedad del Gabinete Literario de Las Palmas.

Al fallecer don Benito el 4 enero de 1920, la junta directiva de la Sociedad Fomento y

Turismo de Gran Canaria decide por unanimidad, consagrarle con una estatua en su

ciudad natal. En dicho ente cultural y de protección de las artes y artesanías de la isla, figuraba la intelectualidad grancanaria, entre otros, Tomás Morales. Se encarga la obra al eminente escultor, retratista del literato Galdós y del poeta Morales, Victorio Macho, quien hace una conceptualización moderna de la gran estatua. Se instala, por pésima decisión, en el espigón del desaparecido muelle Las Palmas. La erosión de la piedra por las sales marinas, brisas, sol y las propias olas, que en días de fuertes mareas que bañaban la gran escultura, hacen que se la coma hasta arruinar su primer estado de sugerente modelación para dejarla como se encuentra. La pieza es irrecuperable en restauración, y se encuentra protegida en la Casa Museo de ilustre personaje. Aunque parezca una paradoja, se inaugura en 1930, diez años después de la propuesta citada.

Para resarcir la pérdida de la pieza de Victorio Macho, y para subsanar los vilipendios de los anteriores mandatarios con el abandono y menosprecio de la obra de Macho y del gran personaje que representaba para su ciudad natal, el ayuntamiento capitalino decide hacer una reproducción en bronce. Se le encarga al escultor teldense Manuel Bethencourt, quien la reproduce con ciertas variaciones en cuanto al modelo original de Macho. Esta se reinaugura en 1993, y actualmente se encuentra instalada frente al teatro que luce su digno nombre, en la ciudad.

En el año 1970, por mediación del consistorio de la ciudad laspalmense, se inaugura

una excelsa obra para ser ubicada en la plaza de La Feria. Las malas prácticas de los

ediles hicieron que hubiera un burdo enfrentamiento entre los escultores insulares,

entre ellos y el propio ente oficial. Al final, por decisión autoritaria y con total

desprecio al arte isleño, le fue encargada al valorado artista escultor aragonés, Pablo

Serrano, de gran prestigio por la calidad de sus obras de carácter internacional. Se

remodeló toda la plaza por un experto urbanista, quien vino ex profeso a modelar y

diseñar el entorno de la escultura y todo el perímetro de la zona. La obra escultórica

fue creada por el estilo predomínate del autor: abstracción, cubismo y de significado

con la actitud personal que definió al maestro literato.

El escultor grancanario Juan Jaén Díaz le hace un gran monumento, basado en una

pieza de cuerpo entero, y un significativo perro “Canario” (como se llamó el can de don Benito en Madrid), junto a su dueño, olfateando la mano de su amo. Esta obra fue un encargo de la comunidad de emigrados canarios en Venezuela, como lo fue también el escultor Jaén en la ciudad caribeña. Se realiza e inaugura en el año 1975.

Otras obras escultóricas de Galdós ornamentan en su honor, en la ciudad grancanaria,en distinción al eminente maestro de la creación literaria y de los Episodios Nacionales: un busto del autor del presente artículo, Teo Mesa, ubicado en el parque Doramas; una imagen de cuerpo entero y en posición sedente, de Ana Luisa Benítez, instalada en Schamann, del año 2003; y otra última, del escultor Agustín Bautista, en relieve de la cabeza del escritor, situada en el entrada del IES Pérez Galdós de la ciudad (primer instituto de la isla, por el cual abogó ante el ministro de Función Pública, para su instalación en la ciudad de un centro de enseñanza oficial, cuando fue diputado en Cortes por la ciudad de Las Palmas, en 1914).