Las mujeres presentes, muchas asociadas en colectivos feministas, carraspearon fuerte para que Inés Rojas se diera cuenta del chirrido de su “niña bonita”, y la doña, lista como ella sola, dio un viraje para preguntarse retóricamente “¿se dan cuenta qué frases hacemos a veces?, ¿qué frase hecha más machista, verdad?” Pues sí, asentía el público sin que se le pasara la incomodidad. El discurso de la consejera fue pobre, de esos que sirven tanto para unas jornadas de mujeres como para cortar la cinta inaugural de una carretera. Iba y venía por las procelosas aguas de los lugares comunes. Alababa a Aminetou Haidar “por lo que puede hacer una mujer sola” y al minuto siguiente animaba a las presentes a agruparse para ser más fuertes. Llegó a reclamar que las jornadas no fueran teóricas, sino prácticas. Nadie vio en el hotel Taburiente, sede de la reunión, un set de cocina o un taller de macramé que permitiera hacer feliz a la consejera.