Bañolas es hombre campechano, que se le ve ir y venir, que sabe que su sitio en CC está casi condenado a ceñirse al Cabildo -y con suerte, no liarla con dos tránsfugas al calorcito del PP a su lado- si no empieza a moverse cara a 2015. Y no es que el guiense quiera hacerse cariñitos con el bravismo militante y beligerante en ciernes, todo lo contrario, sino que ya sabe que en el Cabildo poco puede hacer ante lo que él mismo considera el pacto ya apalabrado entre los bravistas del PP y los romanistas de Nueva Canarias para conformar mayorías de gobierno allí donde les haga falta en Gran Canaria. Empezando por el Cabildo, donde CC denuncia que hay ya un conchabeo entre NC y PP para poder financiar (legalmente) el pabellón multiusos que ha de albergar el Mundobasket 2014 en Siete Palmas. Es el Gran Canaria Arena la argamasa de inquebrantable unidad de destino en lo metálico que tiene a NC y PP mutuamente cogidos por los mismísimos: no en vano fue NC quien presidió Deportes en el inicio de la obra de la que su anterior socio de gobierno, el PSOE, ni se enteró de la misa la mitad, solo arrancarle a Zapatero en Madrid el 33% de la financiación ahora ya perdida, y es el PP de Bravo, su hijo mismísimo mediante, quien preside el Instituto Insular de Deportes con la obra en marcha, cuando en el grupo de gobierno había otros consejeros de evidente corte deportivo, como es el caso de José Miguel Álamo, que ha acabado en Agricultura y de tertuliano radiofónico de fútbol. Cosas del comer, que se dice y sabe. Y del comer en el mismo plato nacionalista, con la andanada de Bañolas al partido de Román, se acabó por los siglos de los siglos, amén. Hasta que los intereses los vuelvan a arrejuntar para seguir apoquinándose en la Villa y Corte, claro.