Todo vale en medio de la tribulación excepto las mudanzas, que no son nada aconsejables, como decía santo Tomás. En Telde, que como se sabe es tierra de brujas, hay quienes las utilizan para una mejor suerte política. Cuentan los cronistas oficiosos que hubo una época en que Guillermo Reyes, hoy hombre fuerte del gobierno municipal (más ahora tras la retirada obligada de Toñi Torres) le montó un numerito santero al concejal de Nueva Canarias Julián González. Lo tenía como enemigo íntimo, y para que el pobre estuviera todo el día metido en un sinvivir, se hizo con los servicios de una negra zumbona a la que hizo vestir totalmente de blanco, con pañuelo en la cabeza incluido. La negra se apostó una temporada a la puerta de la casa de González y se limitaba sencillamente a mirarlo fijamente, como si le estuviera echando un rezado. El concejal es hombre de mucho aguante, pero él prefería sortear los posibles maleficios entreteniéndose hasta las tantas en reuniones con los compañeros de partido o en inacabables conversaciones. No sabemos si habrá brujas nuevamente.