Alfredo Pérez Rubalcaba es un ministro sólido y creíble. Desde el primer momento de la tragedia de Barajas tomó cartas en el asunto y hasta compareció con la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, cuando hubo algo que comunicar, aunque fue poco. Cuentan en los ambientes políticos y empresariales de Madrid que su conversación con el presidente de Spanair la noche del accidente fue decisiva para que esa compañía cambiara su comportamiento: “Tú serás el presidente de Spanair pero yo soy el ministro del Interior y tú haces pública la lista de pasajeros de inmediato”, dicen que dijo Rubalcaba a Marcus Hedblom. La compañía guardaba celosamente el nombre de los pasajeros argumentando que primero tenía que comunicarla a los familiares, pero tampoco hizo eso y provocó una situación que en los primeros momentos se volvió contra el Gobierno. Pero Rubalcaba ha hecho algo más: garantizar a los afectados que no habrá errores como los del Yak-42.