De inquietantes, cuanto menos, han de calificarse las palabras de la fiscal jefe de Santa Cruz de Tenerife, Carmen Almendral, este lunes en la apertura del año judicial. “No es aceptable que la solidaridad o auxilio de los de su ámbito social, económico o político, se convierta en una excusa o en una forma de presión que, mediante la descalificación a jueces y fiscales, lo único que logran es sembrar una desconfianza, por su puesto interesada, en la Administración de Justicia”, vino a decir este lunes la fiscal jefe de la Audiencia Provincial ante la flor y nata de esos poderes de cuerpo presente. Porque, o mucho nos equivocamos, o la andanada que recoge nuestra compañera Belén Molina va dirigida directamente a quienes en Tenerife han hecho durante décadas de su capa un sayo y han campado a sus anchas jugando demasiado con el erario de lo público. No de otro modo se entiende ese mensaje tan duro desde la Fiscalía, con referencias a que los delitos son delitos “cometa quien los cometa”, advertencia también a instancias superiores de que, quizás de nuevo en Tenerife, demasiados políticos y empresarios añoran los viejos tiempos de cortar el bacalao sin que nadie se enterara. O sin que nadie quisiera contarlo. Inquietante, sí señor. Y viene a cuadrar con los crujíos que se escuchan en el pacto cogido con alfileres. ¿O no?