El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Soria, en estado puro
El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, a cuyo frente se encuentra un alcalde socialista, parece haber encaminado junto al Gobierno del Estado uno de los pufos que José Manuel Soria López dejó tras su paso por ese puesto: la Biblioteca Pública del Estado, levantada vulnerando la legalidad bajo su mandato, podrá salvarse gracias a una pirueta legal introducida vía Presupuestos Generales del Estado para expropiar a los vecinos afectados los derechos que les reconoce una sentencia firme del Supremo. Es decir, pagando del dinero que aportamos los contribuyentes aquel atropello legal consistente en edificar la biblioteca sobre un espacio verde sin sujetarse a los más elementales parámetros del planeamiento que el mismo Ayuntamiento había aprobado. Una vez más, Soria se va de rositas a costa del presupuesto público, como pasó con La Favorita (un edificio inservible por el que pagó 12 millones de euros cuando en el mercado se vendía por 5); la planta potabilizadora de 75 millones de euros que jamás se pudo poner en marcha, o la bandera de 360.000 euros que se hizo erigir a mayor gloria de su ego en la plaza del Fuero de Gran Canaria cuando era presidente del Cabildo. Sin contar intentos frustrados de atentados al interés general, como aquel parque eólico que pretendió regalar a los hermanos Esquivel en el muelle de Arinaga (Agüimes) mientras vivía en plan gorrón en el chalet de uno de ellos, o los 103 millones de euros que a punto estuvo de tramitar a favor del empresario Rafael Bittini por unos inexistentes derechos mineros en la montaña de Tebeto (Fuerteventura) cuando era vicepresidente del Gobierno y su hermano Luis consejero de Industria. Ninguno de esos pufos le ha costado dinero, que para eso estamos los contribuyentes. Su etapa de ministro ha servido para algo positivo: para que toda España se entere de cómo las gasta este teldense que encima se jacta de ser un gran gestor. La última barrabasada ha sido el descubrimiento por eldiario.es de que el concurso de televisiones digitales terrestres (TDT) tuvo en sus prolegómenos un documento interno de su ministerio que tiene todo el olor, el color y el sabor de la manipulación. Soria, en estado puro.
Amenaza que algo queda
Como cuando descubrimos sus vacaciones a cuerpo de rey en Punta Cana, a costa del empresario canario Enrique Martinón, Soria ha vuelto a amenazar a eldiario.es con grandes males judiciales por haber descubierto ese documento tan sospechoso cuya existencia ni siquiera se atreve a negar. Y si en el caso de las vacaciones caribeñas, el ministro se agarró a un patético recibo de tarjeta Visa sin valor mercantil alguno, en esta ocasión su coartada es decir que tal documento no tiene carácter oficial: “No corresponde en absoluto a ningún documento oficial de este departamento”. ¡Bonito fuera! El pretendido desmentido, que ni es desmentido ni es creíble en ninguno de sus puntos, se complementa con otra amenaza de acciones judiciales contra el periódico que se está convirtiendo en su pesadilla. ¿Una demanda? ¿Por qué motivo? No es descartable que la interponga, como hizo contra la información de sus vacaciones caribeñas de 283 euros, porque Soria vive instalado en la errónea creencia de que emprender acciones legales equivale a tener la razón. Una táctica con la que pretende, por un lado, ganar tiempo y recuperar algo de credibilidad en lo que otro incendio pueda llegar a sofocar al anterior. Y, por el otro, acojonar a los periodistas y a sus medios para que se lo piensen antes de publicar cualquier escándalo en el que se vea salpicado. En esta casa lo sabemos muy bien porque, una vez le hubimos cogido la matrícula, no nos ha ganado ni una querella. Y lejos de ganar tiempo y credibilidad, como le está ocurriendo con la última acción judicial, se está convirtiendo en el hazmerreír de la política nacional. Desde que lo descubrimos de gorra en Punta Cana, el 9 de agosto pasado, Soria ha sido incapaz de desmentir nuestras informaciones con otra cosa que no hayan sido más amenazas y más insultos, pero sin presentar la prueba madre que demostraría que pagó lo que le correspondía por sus vacaciones: una simple factura oficial que confirme que fue tratado como cualquier otro cliente del Breathless Punta Cana Spa & Resort. Porque si obtuvo alguna ventaja en consideración a su cargo, todos sabemos lo que eso significa. Y él también, de ahí su continuo estado de histeria.
Ahora, las TDT
Soria se ha metido en unos cuantos buenos líos durante su mandato al frente del Ministerio de Industria, de lo que pueden dar fe prácticamente en toda España, incluidos los territorios de Ultramar. Quién no se acuerda del fraking en Cantabria o del petróleo en Canarias, Golfo de Valencia o Baleares. O del follón en el que metió a la minería del carbón que le valió unos cuantos improperios de alcaldes y presidentes de Castilla y León. Ahora es actualidad por el impuesto al sol, una burrada de tal calibre que ha convertido a España en objeto de mofa en todo el mundo, incluido el civilizado. El catálogo se haría interminable: la gestión de la crisis de Volkswagen, el almacén nuclear, el recibo de la luz… Y ahora, cómo no, las golosas licencias de TDT que antes de ser adjudicadas definitivamente ya tienen suculentos recursos de los perjudicados, entre ellos el Grupo Prisa. El escandaloso documento que demuestra la manipulación previa de ese concurso servirá para que muchos licitadores puedan avalar sus recursos contencioso-administrativos y, si se tercia, abrir la vía penal, lo que en cualquier caso invertirá por completo la intención del Gobierno de congratularse con las televisiones a las que responsabiliza del desgaste sufrido. Esperen a que se puedan conocer algunas amenazas que en nombre de las TDT llegó a proferir para que el cuadro se enturbie por completo. Y todo, como siempre, por la intervención perversa de este desastroso político que amenaza con presentarse nuevamente al Congreso por la provincia de Las Palmas.
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