La cumbre de Gran Canaria recibe los rebrotes del pino canario tras el fuego
Las zonas afectadas por el incendio del verano pasado en Gran Canaria vuelven a rebrotar gracias al pino canario, con particularidades como una corteza que actúa de escudo, yemas resguardadas por la pinocha y semillas protegidas por piñas que solo se abren en los incendios.
El Cabildo de Gran Canaria repuebla parte de la cumbre con esta especie, que convive con el pino radiata de California, el carrasco y el piñonero, introducidos por el ser humano.
Cada vez que hay un incendio, ha informado el Cabildo en un comunicado, los pinos radiata que fueron plantados hace décadas por su madera, mueren, por lo que la corporación insular ocupa su espacio el pino canario.
El pino canario, además de nacer tras el fuego, es la única especie en Europa que rebrota, y que en se puede ver crecer en el entorno a los seis meses de los incendios, según la intensidad del fuego, la lluvia y la salud del pino.
Este crecimiento puede observarse a lo largo del tronco, en las ramas gruesas e incluso los tocones gracias a los brotes epicórmicos o chupones, que surgen desde debajo de la corteza, que protege la capa cambium por la que circula la sabia.
La corteza del pino canario es la encargada de absorber la mayor parte del calor y va saltando por capas durante el incendio, en un proceso que es parte del conocido paveseo, el revuelo que forman estas láminas ardientes voladoras.
La corteza tiene en torno a cuatro centímetros y cada lámina que salta un milímetro, así que tienen un gran margen para que pase el incendio sin dejar que sea alcanzada la cambium, desde donde empiezan los rebrotes que se abren paso por las surcos naturales de la corteza.
Este endemismo llega a vivir cerca de 600 años, puede alcanzar casi 50 metros de altura y su capacidad de sobrevivir a las llamas, entre otras cualidades.
Los pinos producen además dos tipos de piñas, las que se abren en verano con temperaturas cercanas a los 30 grados, cuando sueltan semillas que esparce el viento, y las piñas serotinas. Estas segundas únicamente se abren a partir de los 60 grados, condición que solo se da en un incendio forestal.
Cuando estas piñas caen en un suelo sin pinocha y cubierto de ceniza, la aprovecha de abono.
Las marcas que deja el fuego en los troncos de estos pinos permiten asimismo constatar los incendios forestales que se han sucedido en el lugar en los últimos siglos, con la ayuda de la dendrocronología, que ha podido datar incendios de los últimos 200 años.
El pinar sirve de refugio para especies como el pinzón azul, en peligro de extinción, y capta el agua de la bruma, hasta más de 2.000 litros de agua por metro cuadrado al año, además de absorber CO2, producir oxígeno y proteger el suelo de la erosión.
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