Sobre este blog

Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

BATTLE POPE

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Antes de que se pudiera, siquiera, pronunciar las palabras “Maldito Cielo”, las puertas del infierno se abrieron hacia la Tierra. Lo que antes eran tres mundos ahora son dos. Antes había Infierno, Cielo y Tierra. Se trataba de un sándwich divino, donde a la humanidad le tocaba ser el embutido.

Ahora las bestias y los monstruos del inframundo viven en nuestros apartamentos, alquilan nuestros Wolkswagen Jettas y todo ello sin pagar. Demonios con alas de murciélago juegan con nuestras GameBoys, usando manos pícaras. Es un día triste el día en el que un monstruo auténtico pasea por la Tierra, hablando de lo que le viene en gana y, encima, sale con nuestra novia. ¿Acaso el resultado de mezclar ambos mundos fuera porque funcionaban bien juntos? ¡Ni de coña! Dios santo, dos tercios del universo se unificaron ¡para mal! ¿Es que no hay nadie que nos proteja de estas bestias? ¡Si hasta juegan con nuestro Tetris, maldita sea!

Dios no nos abandonó por completo. Dios, en su Divina Chifladura, nos proporcionó un héroe atípico. Dios, en su Divina Chifladura, no dio a Battle Pope, el Papa batallador.

¡Así sea su voluntad! El hombre transformado en Papa, el mujeriego borracho transformado en semidios. Él librará al mundo de estas fuerzas inhumanas.

Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y, ahora, también es un super héroe de proporciones, no solo mortales, sino inmortales. El Papa batallador protege y sirve, come y bebe, disfruta y pelea, protege algunas almas y corrompe otras. ¡Así sea su voluntad!

¡Es el Papa del pueblo! ¡Es uno de nosotros! ¡Es peor que nosotros!

Eli 5 Stone, creador de la serie The Tick.

(Algunas frases de la introducción que se publicó en la segunda edición del TPB Battlle Pope vol1, en enero del año 2002.)

No hace falta ser una persona religiosa para saber que, cuando un determinado creador da una versión “alternativa” de una determinada creencia religiosa, la polémica está servida. Poco importan las explicaciones, el tono o el espíritu que motivó tal interpretación. Por regla general, cuando esto sucede, los practicantes de una determinada religión suelen saltar a la yugular de quien ha osado atentar contra sus dogmas de fe, antes que atender a razones.

Piensen, si no, en toda la problemática que rodeó –y aún colea- a las viñetas satíricas sobre la figura del profeta Mahoma, publicadas por el rotativo danés Jyllands Posten. O la condena por parte de fundamentalistas católicos de la película de Martin Scorsese The Last Temptation of Christ, basada en la no menos polémica novela del escritor Nikos Kazantzakis. Durante el año 2010, la editorial Dolmen y uno de sus autores fueron tachados de “irrespetuosos y de fomentar el descrédito hacia la religión católica y la figura de Jesús” a causa de un relato aparecido en el libro Antología Z, el cual pertenece a la línea de zombis de dicha editorial.

El año en el que Battle Pope vio la luz -aunque fuera de una forma independiente y alejada de las grandes editoriales- coincidió con los últimos y muy conservadores años del papado de Juan Pablo II, algo que tampoco ayudaba a una serie que llevaba la palabra Pope en su portada.

Está claro que quien no arriesga, no gana y Robert Kirkman, tras el fiasco de Between de Ropes, no estaba por la labor de ver cómo su sello editorial y su empeño en trabajar en el mundo del fandom se iban a pique, ni siquiera antes de que el barco tocara el agua, por muy bravas que éstas se pudieran poner. No nos debe extrañar, por tanto, que Robert Kirkman asumiera, además de las labores propias de un editor y guionista, las tareas de rotulista, entintador y, en algunas historias cortas publicadas en la quinta entrega de la serie, el papel de dibujante. Vamos, “hombre orquesta” en el más amplio sentido de la palabra.

Battle Pope no es una serie antireligiosa. No ataca a la religión, simplemente le da un codazo. Es algo un tanto provocador, pero nada más. La idea de Battle Pope me vino en el instituto, un día que estaba sentado con la que luego sería mi mujer, en clase de Civilizaciones del Mundo. No sé si estábamos dando el papado o hablando del Papa en general, pero sí recuerdo que estaba anotando cosas en mi libreta y que dibujé un Papa chiquitito, casi escuálido, que llevaba un arma para enfrentarse contra el Diablo. Y mientras estaba haciendo Between the Ropes, no sé por qué, pero el nombre “Battle Pope” se me vino a la mente, como una simpática yuxtaposición de dos palabras. (1)

Tal y como comenta Eli 5 Stone en su introducción, Battle Pope no es un “Papa” al uso, más bien todo lo contrario, por lo menos en las últimas centurias. Si nos remontamos unos cuantos siglos atrás, las maquinaciones de pontífices, tales como Julio II (Giuliano della Rovere) o Alejandro VI (Rodrigo Borgia) dejan pequeño al batallador Papa creado por Robert Kirkman, aunque, ya se sabe que doctores tiene la iglesia, mal que nos pueda pesar.

Volviendo a la creación del guionista americano, su imagen, casi desde el primer momento, poco tiene que ver con los prelados que estamos acostumbrados a ver en la televisión, los libros de historia o las paredes de los museos. El Papa de Kirkman frecuenta antros de mala muerte, blasfema, anda con mujeres –algo que lo emparienta con los pontífices antes comentados- y raramente encuentra tiempo para sus labores pastorales, salvo para sus clases de artes marciales.

Sin embargo, Battle Pope no ha olvidado cuál es su verdadera labor en este mundo y, cuando Dios envía al arcángel San Miguel para que cumpla con sus deberes para con la Iglesia, Battle Pope no duda en alistarse en su “celestial” ejército. Cierto es que el belicoso arcángel recuerda más al general Patton que a la imagen que de él dio, por ejemplo, el pintor italiano Guido Reni, pero ya se sabe que los tiempos cambian.

El hecho de incluir a San Miguel es idea de Tony, porque, cuando yo le conté la idea que tenía para Battle Pope, le dije que en la historia aparecería el Papa en cuestión y Jesús. Tony, de inmediato, respondió “tenemos que incluir a San Miguel”. Tony también quería que saliera Poncio Pilato y hasta incluso mencionó a Judas. Yo, por mi parte, no quería meter nada de la biblia en la trama, porque para mí se trataba de un cómic de superhéroes. Para mí se trataba de Jesús y Battle Pope luchando contra Lucifer y sus demonios. (1)

Con lo que no contaba el pontífice, ahora mutado en una especie de superhéroe que recuerda poderosamente a Cable -creación de Rob Liefeld, para la serie X-Force- es que su jefe de filas; es decir, Dios, le asignaría un... peculiar compañero de aventuras. Sí, el tema es que a la deidad no se le ocurre otra cosa que enviarle a su hijo, Jesucristo, como compañero de fatigas. Lo malo es que éste se comporta más como un hippie trasnochado de los años sesenta que como el primogénito y decidido hijo del creador de todo el universo, tal y como se describe en los evangelios, lo que acarreará más de un mal entendido entre ambos.

Después están los malosos, encabezados por el señor de los avernos, Lucifer, y su nómina de “empleados” de la lucrativa empresa Hellcorp. Destacan secuaces, tales como Belaam, The zombie twins y toda una pléyade de demonios, ansiosos por devorar a un ser humano tierno y jugoso.

Un Pontífice de armas tomar

Ante tal situación, Battle Pope deberá ser más contundente que cualquier de sus predecesores en el cargo y, de paso, lograr que su compañero de odisea se transforme en un remedo del “chico maravilla” a.k.a Robin, en vez de continuar siendo el desastre con patas que es.

Tal y como es lógico pensar, las cosas se complicarán cuando Lucifer logre un halo de santidad y multiplique sus poderes de manera exponencial, y para mal. Por fortuna, el arcángel San Miguel ayudará al pontífice a devolver al demonio al lugar que le corresponde.

Tras estos cuatro primeros números, los cuales finalizaban con una splash-page propia de las aventuras de Batman y Robin, a Robert Kirkman no se le ocurrió otra cosa mejor que lo que les voy a contar a continuación.

Primero que nada, Battle Pope le brindó la excusa perfecta al guionista para lograr que su personaje favorito apareciera en su nueva serie. En este caso, se trataba de invitar al Savage Dragon y a su creador Erik Larsen a que se dejaran caer por la serie (Battle Pope# 5 (Or Shorts# 1, whatever)

¿Hacer un crossover de Savage Dragon y Battle Pope? Pues la verdad es que no se hizo, pero no porque yo no lo intentara. Conocí a Erik Larsen, dado que un amigo mío, Terry Bogard, me pidió si le podía hacer una entrevista a Larsen para la página web Penciljack.com. Mi respuesta no se hizo esperar. “Claro que sí, soy un gran aficionado del trabajo de Erik Larsen y nunca lo he visto en persona.” La entrevista duró unas dos horas y, en medio de toda esa verborrea, no sé cuándo, Erik Larsen descubrió que yo publicaba mis propios cómics. Al mostrarse interesado no dejé pasar la oportunidad y le dije “me encantaría ver a Savage Dragon, a modo de vendedor de perritos calientes, en mi serie Battle Pope.” Erik Larsen no demostró mucho entusiasmo por mi idea, pero yo le volví a decir que yo sí que estaría encantado con tener a Savage Dragon vendiendo perritos calientes en dos páginas de un número de Battle Pope. Él me respondió con un lacónico “eh, vale, creo”. (1)

En segundo lugar, en el Battle Pope# 9 (Or Shorts# 3, whatever) Kirkman y el dibujante E. J. Su nos ofrecen la versión manga o el Mech Armor Pontiff, en unas páginas que mezclan una aventura de Mazinger-Z con Ninja Scroll y mucho de Akira, sobre todo en la última página de las ocho dibujadas por E. J. Su. El inserto oriental perpetrado por Kirkman y Su se me antoja una razón más para que, quién quisiera, se “rasgara las vestiduras”, ante la osadía mostrada por la serie Battle Pope.

Esta novena entrega es también el soporte para presentar Science Dog, una de esas ideas que todavía no han terminado de cristalizar como al guionista y al dibujante Cory Walker les gustara. El perruno aventurero disfrutó de una preview de tres páginas, las cuales luego fueron utilizadas para dar a conocer la nueva serie y el personaje a otras editoriales, tales como Oni Press, Dark Horse e Image. Aún hoy en día, Science Dog espera su oportunidad, aunque el personaje ha logrado tener un cierto protagonismo en la serie Invencible.

Y en tercero y último lugar, y para que nadie se quejara, Robert Kirkman agregó al ya numeroso reparto de su serie al mismísimo Santa Claus. Esto sucede en el Battle Pope# 10 (Or Christmas Pope-tacular, whatever) La ocurrencia le sirve al guionista para que el orondo personaje nórdico solucione algunas diferencias con Jesucristo –sobre todo a causa de la coincidencia de cierta celebración. La traca final del número llega cuando aparece...¡Tachán! ¡Tachán! la madre del hijo de Dios, la incomparable virgen María, a tiempo para felicitar a su hijo por su cumpleaños.

Tony Moore es una persona religiosa y yo respeto sus creencias. Puede que, de todos los números de la serie Battle Pope, lo más irrespetuoso que hiciera fue esa virgen María con pecho talla Frank Cho. Claro que no lo hice con mala fe, simplemente pensé que podría quedar muy bien y le daría un tono cómico a la trama. Tony no me puso mala cara. (1)

Su llegada desencadenará toda una catarata de acontecimientos, los cuales terminarán por desembocar en...¡Tachán! ¡Tachán! Y ¡Tachán! la boda del siglo entre Dios –recién bajado de la romana Capilla Sixtina de Miguel Ángel- y ¿la virgen María?... Bueno, eh... mejor no entremos en minucias sin importancia.

Todo esto sucede en el Battle Pope 13 (Or Wrath of God# 3, whatever) y sus páginas son la mejor muestra del talento de ambos autores y su tremendo desparpajo por contar una historia divertida, con muchas dobles lecturas y un sin fin de ocurrencias, las cuales la terminan por hacerla muy cercana y cotidiana al lector. Y si no lo creen, piensen ¿a qué otro autor, que no sea Robert Kirkman –ayudado, eso sí, por Tony Moore- se lo podría ocurrir la idea de poner una página entera en la que se ve al personaje principal, Battle Pope, sentado en el baño y leyendo, mientras hace sus necesidades?

Funk-O-Tron publicó, también, una miniserie protagonizada por el general de los ejércitos celestiales, el pétreo arcángel San Miguel, con dibujo de Terry Stevens y con un poso mayor de tristeza que la serie del pontífice. Hay momentos igualmente delirantes y cercanos al mundo superheroico, pero la soledad interior del personaje termina por contagiar a la misma narración.

La siguiente pregunta que a uno se le puede venir a la cabeza, visto de qué va la serie, es cómo fueron las ventas. ¿Cuántos ejemplares pensé que se iban a vender del primer número de Battle Pope? Yo ya había hablado con Diamond, con mi representante –en esos momentos era Chris Schaff- y éste me había dicho que si conseguía llegar a mil ejemplares tendría que estar contento, ya que, un cómic hecho por gente desconocida en el mundo del cómic, si se vendían unos 800 o 900 ejemplares de un primer número debería dar gracias. Yo esperaba que se vendiran unos 600 o 700 ejemplares, pero también tenía la esperanza que, debido al tema que se trataba, las hordas de católicos exaltados me perseguirían, acabaría saliendo en la CNN y la gente, en masa, iría a comprar Battle Pope para ver de qué iba todo aquello. (risas) Tan solo recibimos tres cartas de odio en todo el tiempo que duró la serie. Y del primer número vendimos uns 1300 ejemplares, con lo que no nos pudimos quejar. (1)

Cinco años después de su fecha original de publicación, Battle Pope fue reeditada por la editorial Image, ahora en color. El responsable de dicha transformación fue Val Staples, quien ya coloreara las portadas de la serie original de Funk-O-Tron. La serie, como es lógico, gana en muchos matices, aunque en los primeros números, la paleta de colores de Staples peca, en algunos momentos, en el uso de colores muy fríos, los cuales no ayudan a definir bien a los personajes. Esto se soluciona en unas pocas entregas, logrando dinamizar mucho los lápices originales de Tony Moore. Hay quien dice que, con el color, Battle Pope pierde un poco ese toque independiente y alternativo que posee la serie original en blanco y negro, y parte de razón tienen.

Tras la experiencia de Battle Pope, Robert Kirkman cambió radicalmente de universo y, por mediación de Val Staples, acabó escribiendo los guiones de una serie protagonizada por los mismísimos Masters del Universo. ¿Vaya cambio, no les parece?

© Eduardo Serradilla Sanchis, 2018. Publicado originalmente dentro del libro:

Sanchis, E. S. (2011). The Robert Kirkman. De Walking dead a Invencible (1st ed., Vol. 1, Pretextos Dolmen). Palma de Mallorca: T. Dolmen Editorial.

Battle Pope TM & © 2018 Image Comics

1. Dean, Michael y Abrams, Simon. Comics Journal #289 (abril 2007) Páginas 38- 103

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