El último ascenso canario a la Liga Femenina de baloncesto también fue en Tenerife

El reciente ascenso del Ciudad de los Adelantados a la Liga Femenina de Baloncesto tiene el antecedente en la cancha más cercano en el Isla de Tenerife, que hace ahora 30 años hizo lo propio en el pabellón Quico Cabrera de Santa Cruz. El 6 de mayo de 1989, sin jugadoras extranjeras y una plantilla enteramente de la casa, el grupo que dirigía Paco Apeles derrotó 53-57 al Hispano Francés y pasó a compartir sitio en la élite con el Sandra Gran Canaria.

Fundado en 1985, el Isla de Tenerife nació en 1987 en Porriño (Pontevedra). Y como todos los equipos femeninos de élite, tuvo origen escolar. Allí, en Galicia, las niñas del Hispano Británico, dirigidas por Paco Apeles y María José Marrero, se proclamaron subcampeonas de España en la categoría cadete -tras perder en la final de forma inmerecida ante el imbatible Canoe- y el técnico decidió crear un club que pudiera dar continuidad a una generación de excelentes jugadoras.

Alicia Pradas, Amparo Ramos, Carolina Tabares, María Mir, Cloti Alvarado y Cristina Quirantes eran algunas de las jóvenes que el curso siguiente, como Isla de Tenerife, compitieron en la Primera B femenina con un equipo plagado de juveniles al que se unieron Almudena Díaz y Alicia Figueroa. Presidido y dirigido por Paco Apeles, con la ayuda de Víctor Armijo, no entraron en la B-1, pero firmaron una permanencia solvente y un quinto puesto en el Campeonato de España Juvenil de Toledo.

Un año más tarde, aunque el grueso de la plantilla seguía en edad juvenil, la experiencia adquirida y la presencia de alguna sénior que no llegaba a los 20 años -Ana Berta López, Margari Morales o María Benítez- le permitieron al Isla de Tenerife 88-89 dominar el grupo canario tras dura pugna con el Derby Canarias que dirigía Juan Mesa y nació en el Hogar Escuela. Y solicitó a través de la Federación Tinerfeña organizar en Santa Cruz (pabellón municipal) la fase de ascenso a Primera División.

Con el patrocinio de Vídeo Tenerife, en lo que fue el inicio de una fructífera relación del empresario José Sánchez Donate con el club, el equipo dirigido por Paco Apeles y Carlos Aguilar preparó la fase de ascenso con una miniconcentración en un hotel de Las Caletillas. La derrota inicial ante el Juven (61-64) de la internacional Nieves Zúñiga se compensó con dos apurados triunfos ante el Stadium Casablanca (76-66) y el Jesús y María (63-53), lo que dejaba a las tinerfeñas segundas de grupo.

El Isla de Tenerife quedó obligado así a jugarse el ascenso ante el campeón del otro grupo, el Hispano Francés de Barcelona, que había superado a Granada, Valladolid y Derby Canarias. Sin embargo, el conjunto de Apeles, que amenazaba por enésima vez con abandonar los banquillos, ofreció su mejor juego y derrotó (53-57) a las catalanas con una actuación coral, una defensa agresiva -que provocó la eliminación de cinco jugadoras locales- y los puntos de Pradas (16) y Figueroa (23).

Cepsa cambió de ‘caballo’ con el ascenso

Logrado el ascenso, Apeles descartó una fusión con el Cepsa y anunció que no renunciaría a la Primera División: jugaría con las niñas del ascenso, todas menores de veinte años. “Las extranjeras serán nuestro único gasto, pues el baloncesto femenino sólo puede sobrevivir si es amateur”, zanjó. El tiempo le daría la razón: ese verano, el Club Baloncesto Tenerife -que jugó en la élite con los nombres de Krystal, Coronas y Cepsa- cedía sus derechos al CajaNavarra y desaparecía para siempre.

El Isla de Tenerife se encontró, así, como único equipo tinerfeño en Primera División... y aprovechó la situación: llegó a un acuerdo con Cepsa para que mantuviera su patrocinio al baloncesto femenino y se quedaba con jugadoras que habían defendido a las petroleras el curso anterior: las americanas Boswell y Banks, la juvenil Nieves Anula o las hermanas Carmen Rosa y Susana Izquierdo. Mientras, Emma Negrín se iba al Tintoretto, Estela Ferrer al Zaragoza y Lisa Van Goor al Navarra.