“En el Puerto del Pireo no se ven caras de tristeza, sino de esperanza”
“En el Puerto del Pireo no se ven caras de tristeza, sino de esperanza” cuenta Ankor Ramos, que está en Grecia, junto a otros compañeros, cubriendo para Canarias Ahora la visita del Papa Francisco a los refugiados en el país heleno.
Ramos comenta que en la instalación de la capital griega permanecen desde hace más de un mes aproximadamente un millar de refugiados frente al embarque del ferry que hace la ruta hacia la isla de Lesbos. Según explica, en el último mes no han llegado más personas que buscan llegar a Europa debido a que tras el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía las barcas que se aproximan a la isla son interceptadas y llevadas al puerto de Mitilini y de ahí al campo de detención Moria donde tienen prohibido el libre tránsito.
“Las tiendas se sitúan junto a un viejo e inutilizado edificio que sólo sirve de soporte a una valla publicitaria. Las tiendas se organizan por barrios según la procedencia de los que las habitan. Hemos conocido a kurdos, afganos y sirios”, narra Ramos, a la vez que señala que “las historias se repiten, familias enteras que salieron de sus lugares de origen cruzando varios países, como en el caso de los afganos hasta llegar a Turquía y de ahí a Lesbos o a Chíos”.
También indica que el campamento está poblado de niños pequeños que juegan a la pelota, corretean y ríen “como ajenos a toda esta tragedia”.
“Hablo con un grupo de kurdos, todos quieren ir a Alemania, menos uno de ellos que tiene como destino Barcelona porque ya tiene familia establecida en el lugar”, describe.
Entre las historias particulares está la de Natice, una muchacha afgana que espera un parto doble para dentro de dos meses y mientras duerme en el piso de una tienda de campaña junto con su familia en la que hay otros menores. “Sin embargo, Natice sonríe en todo el rato. No se ven caras de tristeza, sino de esperanza de saber cuándo se abrirán las fronteras”.
“Mientras estamos en el lugar, antes de tomar el ferry a Lesbos, se aproximan dos camiones que portan provisiones. Es la hora de cenar. Se organizan dos filas, una de hombres y otra de mujeres, muchas con niños en brazos. Voluntarios reparten las raciones de comida mientras los refugiados esperan en orden amontonados tras de una valla”. Ya han abandonado Atenas rumbo a la isla cercana a la costa turca, donde seguirán describiendo esta crisis.