Mamadou Día, la sonrisa solidaria que viajó en patera hasta La Gomera
Mamadou Día podría haber pasado por un emigrante senegalés más. Infortunio, pobreza, ganas de escapar de todo cuanto le rodeaba, labrarse un futuro mejor y subirse a una patera. Once días de travesía arriesgando la vida que casi pierde y llegar a las costas de La Gomera en 2006.
En 2012 contó al mundo su vida en un libro que se agotó rápidamente y hubo de reeditarse. 3.052, persiguiendo un sueño, se titula. Eso era lo que buscaba; El Dorado europeo truncado cuando quiso viajar de Dakar a Murcia, pero recalando primero en la Isla. De aquí al Levante los siguientes siete años. “En Senegal nunca pasé hambre y en España sí. Tuve que dormir en la calle más de un día”, recordó Mamadou esta semana en una charla en Vizcaya.
Cuando los inmigrantes llegan a España “viven otra miseria, porque hay recortes en todos los sectores, y en inmigración mucho más; me da mucha rabia e impotencia que mis gentes no puedan ver la verdadera cara de Europa”, reconocía con franqueza hace unos meses.
Lo suyo es coraje. “Hablaba portugués y francés y quería conocer mundo, así que pensé en proseguir mis estudios en Francia”, señalaba entonces. Había estudiado Trabajo Social y decidió embarcarse en la aventura, formarse, prosperar. La burocracia truncó su suerte. Le denegaron el visado. Había que salir y buscar otra manera de hacerlo. Le convencieron para viajar en patera. 80 personas en una embarcación de doce metros. Envió una carta a los suyos: “si regreso vivo, escribiré un libro”. Y así fue.
Un viaje que recuerda con claridad. Un compañero no aguantó las embestidas y el hacinamiento y se tiró al mar, ahogándose. Quedaron a la deriva en medio del Atlántico hasta que una embarcación pudo darles algo de combustible. “Lo peor no es el viaje, es lo que viene después”, confiesa Mamadou.
Hoy ha fundado una ONG. Ha Ha Tay significa sonrisa en un dialecto africano. Gracias a su esfuerzo y a las ventas de su libro, ha proporcionado material escolar e informático a más de 500 niños y continúa buscando nuevos proyectos para realizar en su Senegal natal. Una historia que él relata recordando un viejo proverbio wolof: O vivir dignamente o morir intentándolo. Y así fue.