La artesanía palmera: el valor de lo bien hecho

Muestra de una perforadora haciendo los puntos sobre el dibujo. Foto: CLAUDIA PAIS

Claudia Pais

Santa Cruz de La Palma —

Diferentes stands mostraron al público la artesanía elaborada en la Isla, desde puros hasta encajes, pasando por el bordado, la cerámica, cestería y gastronomía, cada uno con sus diferentes procesos y pasos. Nada más entrar al recinto ferial, Nieves Gloria, personal de la Escuela Insular de Artesanía, ubicada en Villa de Mazo y dependiente del Cabildo de La Palma, tiene la labor de mostrar a todos los visitantes una actividad propia de la Isla, como es el bordado y el cisnado. Este año, la primera institución insular optó por dedicarle una importancia mayor a esta tradición que adorna nuestras mesas con manteles y paños. “Lo primero que se hace para la elaboración del bordado es el diseño con lápiz. Después se perfora con la perforadora o bien con el punzón, haciendo puntos a través de las líneas del dibujo. Con el dibujo totalmente perforado, pasamos a la mesa de cisnado, que es el segundo paso del borde, donde con un poquito de petróleo y añil se pinta el dibujo que se encuentra sobre la tela”. Así pues, ahora es el turno de la bordadora para guiarse por el sistema de puntos y comenzar a coser.

El stand de cerámica de Pedro Miguel está inspirado en los cuencos benahoaritas. Sus cuadros, también de barro, son réplicas de los originales grabados rupestres de la Isla. “El cuenco es horneado a 900 grados para conseguir ese color negro característico. El blanco de los dibujos hechos a mano con punzón es esmalte en frío”, explica el artesano a LA PALMA AHORA, quien tiene un puesto en el Mercadillo de Puntagorda. Suele participar en las ferias de artesanía y también realiza obras por encargo.

Con respecto a la gastronomía palmera, el mojo picón siempre es uno de los ingredientes más apreciados en la comida. “El mejor mojo es el que se hace en casa, después este”, comentan entre risas los dos portavoces de Arte-Sano en la feria, empresa barloventera especializada en salsas. También conversamos con Luis Martín, quien se dedica a cultivar y rescatar los granos que se están perdiendo o existen en poca cantidad en la Isla. Esta recuperación se hace a través de la Asociación Agroganadera El Frescal: “Plantamos, mayormente en Breña Alta, garbanzos, trigo, chochos, etc., y con esta materia prima elaboramos el Gofio Taber”.

Manos y objetos únicos

“Artesano, na: m. y f. Persona que ejercita un arte u oficio meramente mecánico”. Y con mecánico nos referimos a una obra que “exige más habilidad manual que intelectual”, como bien indica el diccionario de la Real Academia Española. “Para mí, un artesano que usa máquina de coser no es un artesano”, denuncia Juan Simón Pérez, más conocido como Ban, artesano del cuero en Villa de Mazo. La utilización de máquinas y herramientas es muy común dentro de la artesanía, ya que el tiempo de trabajo se reduce, al igual que el esfuerzo. Sin embargo, los métodos y procesos evolucionan con el tiempo, aunque Ban insiste: “Una persona que sepa coser bien a máquina ya se convierte en una pequeña industria, entonces la palabra artesanía deja de cobrar sentido en ese proceso”. Lo característico de la artesanía es la autenticidad del producto por lo que cuando se necesita una máquina para su creación, ese objeto puede perder el valor que los clientes solicitan. “Tú no puedes engañar al turismo y venderle una cosa aquí como única para que luego llegue a su país y se encuentre con lo mismo. Tenemos que vender lo nuestro”, recalca el artesano.

El laborioso trabajo de unos pocos artesanos palmeros, comprometidos con el arte y la cultura canaria, hacen que su afición se convierta en algo más que un oficio y pase a ser una forma de vida. “Por ejemplo, si tengo que hacer una cartera al gusto del cliente, al tener que realizar patrones, puedo tardar 10 o 12 horas en el taller porque lo quiere de una manera específica. Pero con lo que más tiempo me paso en el taller es con los ‘guarachos’, que los vendo a 100 euros, el más barato aquí en Isla”, comenta Ban, mientras le toma unas fotos a la cartera de un palmero, que le encarga una igual.

Ruina artesanal

Las instituciones públicas son las encargadas de promover y fomentar la artesanía insular. Por ello, si se hace adecuadamente, esta puede convertirse en un motor de gran valor económico y social en la Isla. Con respecto a este tema, Amparo, artesana de colmo y zarza, asegura que esta clase de artesanía es “muy costosa, que da mucho trabajo hacerla y no la pagan como se merece porque está olvidada y lo peor de todo es que no se va a recuperar”. Además, recalca que “ahora mismo no se vende como antes y hay falta de talleres para enseñar. Todo ello ha sido consecuencia de la crisis”. De esta misma opinión es Margarita, bordadora: “Antes embarcábamos los bordados para la Península pero ya no. En la feria no me está yendo muy bien porque poca gente compra”.

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