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Gloria Esther Rodríguez Rodríguez: Fayal y gloria

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Amante de la familia, del arte y, sobre todo, enamorada de la vida, adornándola con inquietudes literarias. Natural de Puntagorda, pero residente en el Valle de Aridane, al que le agradece el hogar que ha creado, donde encuentra el lugar de su recreo.

Gloria Esther Rodríguez Rodríguez es una persona de esas donde existe hospitalidad, serenidad y empatía. Una artista con la que compartí dos jurados, y justo la conocí cuando el mundo se volvió del revés post covid. Ella es de esas mujeres que un pincel lo considera un juguete, de aquellos que de alguna manera añoró; le gusta escribir a lápiz, porque considera que se puede borrar y este hecho es como si regalara un perdón, un volver a empezar. Como decía Frida Khalo, “a veces hay que seguir como si nada. Como si nadie. Como si nunca”. Le gusta pintar rosas, porque las considera con espinas y aromas, como la vida misma. Emplea sus dos apellidos, porque es también justo citar el apellido de una madre, algo que quizá debería hacer la autora de este Chester. Mi nombre es Sandra Lorenzo Martín y hoy se sube al Chester Gloria Esther, quien de una ensalada hace una obra de arte. Bienvenida.

¿Quién es Gloria Esther?

Soy una niña grande, que ha crecido desconsolada de algunas cosas importantes de la vida. Entre ellas la prematura pérdida de mi madre cuando yo sólo tenía once años. Soy natural de Puntagorda, y nunca olvidaré el cuidado de mi padre ejerciendo de ambos progenitores y el arropo de mi abuela paterna.

Te animas a publicar en 2008 ‘La ciudad de las Moscas’

Me invitaron a una visita a una granja en el municipio de El Paso, era verano y me llamó la atención la precariedad de las casitas, donde tenían sujetos los animales, era verano y había una ‘cortina de moscas’ a mi alrededor, de ahí el título, los ejemplares se repartieron entre colegios y bibliotecas.

En 2009 te invitan a la entonces Caja General de Ahorros de Canarias a los premios de relatos juveniles y cuentos Isaac de Vega. ¿Qué experiencia te llevaste?

En 2009 fui invitada, fue una experiencia ‘experimental’ que disfruté como una niña, presenté ‘La niña y el volcán’.

‘Rebecca’…

Fue publicado años más tarde y galardonado con una mención especial en el Concurso Internacional de Narrativa ‘Letras del Mundo’ de Argentina, en una antología de varios autores en 2018.

Por seguir la cronología, en 2019 llega ‘Poemas para ti. ¿Qué representa este trabajo?

Es un manuscrito con 100 páginas de caligrafía europea, adornado con rasgos chinos, dedicado a mi abuela, ilustrado con las capitulares nobles de todos los tiempos, desde el siglo IX al XIV. 

¿De dónde procede el nombre de tu estudio, ese que compartes con tu compañero de vida, el también artista Francisco Pérez Sicilia?

El Monte de Santa Lucía de Puntagorda, el amor a la naturaleza, me invitan de alguna manera a pintar, a inmortalizar aquellos recuerdos de niñez, lo llamativo de las raíces de los pinos. Lo majestuoso del bosque, las historias escondidas en el bosque. El color de las flores, su fragancia, su textura, la empatía con la visión contemplativa del paisaje. El ‘fayal’ es una planta autóctona de La Palma.

Pintas muchas rosas, tengo entendido que cuentas con más de cuatrocientas pinturas donde las inmortalizas en lienzo…

Los rosales y esa dualidad con la vida, la belleza del rosal, pero también posee espinas la vida misma, en una rosa.

¿Qué son para ti los pinceles?

Los pinceles y los colores son como ‘un juguete’ para mí, un medio de evasión, son, por así decirlo, los juguetes que me faltaron en aquella época pasada. También me gusta escribir a lápiz, porque se puede borrar, es como un perdón, borrón y cuenta nueva. Seguir, siempre seguir…

¿Tus cuentos están basados en hechos reales?

Mis cuentos se basan en la realidad, aunque hay ficción, como en todos los escritos, hay mucha verdad.

Su compañero de camino, de vida, de batallas, es Francisco Pérez Sicilia, artista, acuarelista, cartógrafo, ilustrador, realiza la caligrafía de muchos libros, que hacen de lo pequeño, grandes gigantes, una fusión de dos artistas, un buen ejemplo de trabajo en equipo, de amor. Los miro y me enamoro de esa pareja en el escenario de un cuadro, les admiro, y siempre me ponen un platito de comida, donde la ensalada parece un cuadro al óleo. Gracias por enseñarme El Fayal. Son personas y artistas de los que nunca te fallan y te acompañan en ese debate al que yo denomino la revolución.

Gracias por sentarme en vuestro ‘Chester’, el de vuestro hogar, un sábado cualquiera, para hacerlo diferente. No faltaron las fresas y el café, que saben que me encantan.

Acaba de sacar los trabajos ‘La niña de las mandalas’, ‘Estrella fugaz’ y ‘La sopa de la abuela Florentina'. Suerte, compañera.

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