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Proponen crear una moneda local para dinamizar el comercio y la economía insular

La iniciativa, pionera en Canarias, busca dar fluidez al dinero con la creación de una moneda insular, denominada Drago, a fin de dinamizar el comercio. Su promotor, Carlos Pérez, un joven informático vinculado al mundo empresarial por tradición familiar, explica que “se trata de trasladar a La Palma una experiencia exitosa de la región de Chiemgau (Alemania) y la ciudad de Bristol (Inglaterra)”. En los citados lugares han implantado una divisa comarcal para reactivar la economía en ambas zonas.

La moneda insular que se plantea en La Palma puede ser utilizada, expone, “como complemento a la nacional” y su objetivo es, en el caso de la Isla, insistió Carlos Pérez, “favorecer el desarrollo económico integral”. En este sentido, ha elaborado un exhaustivo informe técnico y económico.

La propuesta, detalla, “pretende involucrar a diferentes instituciones, asociaciones, comerciantes, agricultores” y demás colectivos “en la instauración de un sistema de moneda local avalado por euros”.

La iniciativa, abunda, consiste “en trasladar a La Palma, adaptándola a nuestras particularidades, y complementándola, una iniciativa que lleva diez años funcionando en la región de Chiemgau (Alemania), y algo menos en la ciudad de Bristol (Inglaterra). Se trata de crear una moneda local oxidable que llamaremos drago”.

La circulación de la moneda local, dice, “se verá auspiciada por la caducidad, debido a que la pérdida de valor de la misma motivará a los usuarios a hacer uso de ella cuanto antes para evitar tener que pagar una tasa que penaliza la acaparación”.

El sistema dinerario en cuestión se desenvuelve de la siguiente forma: Una vez que el consumidor haya utilizado billetes de moneda local para adquirir un bien o servicio, ese billete pasa a ser propiedad del comerciante que ha cobrado su venta o servicio en moneda local. A priori, alega Carlos Pérez, “la propuesta de una moneda local con caducidad puede generar vértigo entre los comerciantes, a los que les surge la duda lógica de si esta experiencia será perjudicial para sus empresas, debido a los gastos que tanto la caducidad como la conversión a euros pueden conllevar”. Llegados a este punto, aclara, “debemos considerar la moneda local como un mero instrumento de fidelización de clientes”.

Moneda oxidable

Una moneda oxidable, indica, es un billete que “va perdiendo valor con el tiempo”. Por ejemplo, precisa, “un drago, cada tres meses, pierde su valor, y para poder volver a utilizarla deberemos pagar una penalización del 2% del valor de ese billete caducado, para volver a utilizarla”. Esto evita, prosigue, “que la acumulemos, e invita a gastarla en nuestra Isla porque solo tiene validez en el ámbito del territorio insular, con lo que contribuimos al desarrollo de La Palma”. Según un estudio de la moneda local Chiemgauer, “ésta cambia de manos veinte veces al año, mientras el euro, lo hace solo tres veces y media”.

El comerciante que recibe dragos a punto de caducar, sintetiza, “podrá volverlos a poner en circulación sin penalización si valida el billete como máximo quince días después de su caducidad”. De esta forma, pondera, “se penaliza la acumulación y se dinamiza el comercio interno”.

Acumular euros, arguye, “reporta intereses y crea especulación; por lo tanto, en periodos como el actual de crisis económica, el dinero no fluye y la economía se estanca o entra en recesión”.Una moneda “oxidable”, asevera, “está a salvo de estos vaivenes”.

Para poner en marcha el proyecto, en primer lugar, adelanta, es necesario crear la Asociación Drago de La Palma. Esta institución, puntualiza, “será la encargada de gestionar y dinamizar el funcionamiento de la moneda local así como de vender los billetes”.

La Asociación Drago de La Palma “será gobernada de forma democrática por los diferentes participantes involucrados en la moneda local, de acuerdo a lo establecido en sus futuros estatutos”. Dicha entidad tendrá “la tarea de imprimir y vender los billetes (de valores 1, 2, 5, 10, 20, y 50, todos equivalentes al euro), así como de gestionar su caducidad y convertibilidad a euros” y “custodiará en una cuenta bancaria los euros canjeados por dragos para que estén disponibles en todo momento para un nuevo canje”.

Distribución de la moneda insular

Carlos Pérez comenta que ha mantenido “contactos con algún comercio de Santa Cruz de La Palma que está dispuesto a prestarnos sus instalaciones para que la asociación pueda distribuir los dragos”.

El sistema monetario internacional, asevera, “tiene el grave problema de que quien emite el dinero ostenta el poder y cobra intereses, y además el dinero es escaso y caro”. Los ricos, sanciona, “reciben más dinero por lo que prestan, y cada vez se hacen más ricos, y los pobres pagan más intereses por lo que piden, haciéndose cada vez más pobres”.

Explica que “nuestra economía insular es como un cubo, y el agua que contiene es como si fuera el dinero. Si ese cubo tiene muchos agujeros, perderemos el agua, es decir, se pierde el dinero de nuestra economía insular”. Al efecto apostilla que “si gastamos nuestro dinero principalmente fuera de la Isla, es como si recogiéramos agua con un cubo lleno de agujeros grandes” pues, subraya, “nuestro dinero termina en los grandes mercados bursátiles, lejos de las zonas rurales donde los recursos necesitan ser activados”.

Las metas del sistema dinerario con el drago como divisa, explica Carlos Pérez, son “proteger la economía insular y evitar la fuga de capital de la isla; favorecer el comercio insular frente a grandes superficies y crear empleo”.

Este informático sostiene que “La Palma, en su totalidad Reserva de la Biosfera, por su condición de doble insularidad (isla periférica de la provincia de Santa Cruz de Tenerife), alejada del territorio peninsular de España, y sin una actividad comercial interna suficiente, está padeciendo en mayor manera los efectos de la actual etapa de decadencia económica”.

La clase política de todo signo, alega, “ha sido incapaz de dinamizar la economía insular y, como consecuencia de ello”, dice, “la Isla ha recibido la actual crisis económica en unas condiciones de debilidad altamente preocupantes”.

Ante esta situación, añade, “se hace necesaria una actuación que parta directamente de la ciudadanía y que pueda dinamizar un sector económico insular, ahora estancado”.

Anuncia que entablará “conversaciones con asociaciones de comerciantes, Confederación de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme), Cámara de Comercio, etcétera, de cara a establecer un protocolo unificado de actuación para los comercios adheridos a esta iniciativa”.

Otro de los interrogantes que puede suscitar una moneda local es el pago de impuestos.

En este punto, indica, “cabe recordar que cada drago está avalado por los euros con los cuales fue comprado y es equivalente al sistema monetario oficial, por lo tanto, toda facturación que se haga en moneda local deberá ser registrada como euros”. Por otro lado, “las posibles pérdidas de valor, debidas a la conversión de moneda local a euros, serían plasmadas en la contabilidad como un descuento para la fidelización de clientes, equivalente a promociones o vales”.

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