Indianos de Venezuela

Un análisis de la historia de “Los Indianos”, esa fiesta que rememora la emigración de los palmeros que salieron de la Isla en busca de mejor vida en tierras americanas y que, años más tarde, regresaron ricos y llenos de prosperidad, nos hace pensar que su trama, al menos en las últimas ediciones, es una media verdad, al dedicar la fiesta a Cuba y olvidarnos de Venezuela. No debemos olvidar que, en el segundo cuarto del siglo pasado, los isleños, especialmente los palmeros que alcanzaron fama de gente laboriosa, fueron muy bien acogidos en la patria de Bolívar, ni tampoco que son muchos los paisanos que, todavía hoy, forman parte de la demografía del extenso territorio venezolano, sin perder su fama de gente honrada y hacendosa. Recuerdo de niño, que cuando perdíamos de vista a algún pariente, se daba por hecho su destino: “cogió rumbo a Venezuela”. Y era tal la ingenuidad con que se decía la frase, que nos parecía que había ido al pueblo de al lado.

Cuando nos enteramos hace unos días, que el canario Wilmer Carballo, un joven de 34 años, había sido asesinado de un tiro en la cabeza en la puerta de su casa en Cagua, estado Aragua, allí donde los palmeros tenemos entronizada la imagen de nuestra Patrona la Virgen de las Nieves, nos dolió el alma; cuando nos informan que las manifestaciones se suceden en diferentes estados y que las barricadas se levantan en Caracas y otras ciudades, en medio de un pánico generalizado, nos llenamos de espanto; cuando nos anuncian que en Venezuela, se gobierna por decreto ley y que el presidente Maduro, con una tiranía pintoresca para los de afuera y muy peligrosa para los de adentro, no tiene la más remota intención de formar un gobierno de cohesión nacional, lamentamos esa abominable falta de libertad; cuando nos advierten que dirigentes ineptos reparten los ingresos del petróleo en forma de dádivas que alivian ilusoriamente la pobreza, pero que no representan un cambio para crear riqueza sino que, al contrario, se les acusa de dispendio del erario público, nos invade la rabia y la tristeza, porque gracias a nuestros “indianos venezolanos”, a mediados del pasado siglo, en La Palma, se hicieron realidad muchos sueños.

Hoy sería muy difícil evaluar el impacto real que aquellas “remesas” tuvieron en nuestra economía, pero la mejora de parcelas agrarias y la modernización de otras estructuras productivas, las hicieron posibles emigrantes pudientes que, trabajando en un país de grandes recursos, en una época de bonanza económica y con el bolívar en alza, invirtieron en esta Isla. “Tu mano resplandeciente / nos dio trabajo a manojos,/ y fuiste a nuestros ojos,/ patria nueva y nueva fuente./ ?Y me dije siendo ”indiano“/ aunque a La Palma yo vuelva,/ mi latir será la selva,/ y mis pulmones el llano”.

No es raro que sean muchos palmeros que, con el corazón encogido, reciben las noticias sobre Venezuela. El sufrimiento en una tierra hermana también ha de ser sufrimiento en la nuestra. Me dicen que han silenciado las televisiones, que la radio está amordazada y que la prensa escrita publica entre presiones y temores, son los ciudadanos de a pie, a través de las redes sociales, quienes propagan sus mensajes. Venezuela es hoy un estado arbitrario, dictatorial, muy mal administrado, que ha gastado miles de millones en armas para pelear contra fantasmas, o, lo que es peor, para pertrechar a setecientos mil milicianos que, en realidad, son paramilitares con la vida asegurada por apoyar la ominosa herencia del chavismo en una lucha contra hermanos.

Creemos que, en “Los Indianos” de este año, debemos tener presente al amado pueblo venezolano. Nos desagradan los silencios culpables, y la omisión de Venezuela con un protagonismo excesivo de Cuba en los últimos años de esta fiesta señera, además de ser injusta con un país que nos dio tanto, debería despertar en los palmeros los quejidos de la mala conciencia.